Cultura
Imposible derrochar más emoción y sentimiento en el día de la inauguración de las fiestas patronales de Corral de Calatrava, con un Pregón cargado de hondas expresiones encadenadas en poesía lírica , como nunca antes se escucharon en Corral, que tocó el corazón de los corraleños asistentes al acto.
Los recuerdos de la niñez, la vuelta a los orígenes históricos de la Villa y el enaltecimiento del orgullo patrio con la imagen de la Virgen por bandera sirvieron de base al pregonero franciscano fraile y cocinero y paisano oriundo de Corral , Ángel Ramón Serrano para hacer vibrar y poner un nudo en la garganta a los varios cientos de corraleños privilegiados que vivieron en vivo y en directo el comienzo de las fiestas de la Virgen de la Paz 2022 en el Centro cultural del municipio.
Un Pregón que estuvo precedido de la entrega de obsequios a las personas, empresa y asociación distinguidos este año. Sentimientos profundos que afloraron en las palabras de agradecimiento del empresario Braulio y su compañera Angelines, del profundo agradecimiento mostrado por la artista fotógrafa Matilde Gómez, de la joven Noelia Vigara que conmovió con sus lágrimas al público asistente, de la ternura de los niños Valeria Zamora, Elías Broceño, Diego Calvo y Marina Encinar y el la gratitud también mostrada por Juli y Paco de la Asociación de jubilados y pensionistas.
Asistieron más de 300 personas al acto de inauguración que estuvo seguido de un espectáculo de luz , sonido y fuegos artificiales en la PLaza de la Iglesia. Además de los miembros del Hermano Mayor y los representantes de la Hermandad de Nuestra Señora de la Paz, asistieron también al acto la diputada Cristina López, el director provincial del SESCAM Francisco José García y varios alcaldes de los pueblos de la comarca. El acto estuvo espléndidamente presentado y conducido, con sumo tacto por la concejal de cultura Rosa Suñé
Las fiestas quedaron oficialmente inauguradas por el Alcalde Andrés Cárdenas , que valoró la intervención de todos y cada una de las personas premiadas y la magnífica exaltación a la Patrona, a Corral y sus gentes pronunciada por el pregonero. Cárdenas por otro lado valoró la labor que ejercen los profesionales sanitarios que trabajan en la localidad y recordó al exalcalde Silvestre Arenas como promotor del servicio sanitario que se dispensa en la localidad, para justificar la visita reciente de esta semana de las dos ministras que estuvieron en el pueblo: "las ministras de defensa y de sanidad eligieron Corral para reconocer el trabajo de los profesionales de la sanidad, valorar el esfuerzo de los ayuntamientos de la comarca, si bien - añadió- responsable en gran medida de todo ello fue el exalcalde Silvestre Arenas que puso la primera piedra del centro de salud de referencia que hoy tenemos en la comarca".
Texto íntegro del Pregón pronunciado (y cantado) por Fray Ángel Ramón Serrano:
Excelentísimo Señor Alcalde y ayuntamiento de esta villa.
Reverendo Padre Don Arcangel, párroco.
Hermano Mayor.
Corraleña, joven y niños del año.
Empresarios del año.
Hermanos franciscanos y valencianos aquí bien representados.
Padre, Madre, hermanos y demás familia.
Corraleños y Corraleñas.
Con la venia de todos ustedes,
permítanme pregonar estos días grandes,
en honor de nuestra Virgen de la Paz.
Y antes de comenzar,
mostrar mi más sincero agradecimiento
a Don Andrés Cárdenas, Alcalde de esta villa,
por ir a buscar a tierras valencianas
a este corraleño que ahora os habla.
No soy persona con mérito
como para afrontar este oficio.
Pero hay algo que me avala,
mis raíces,
arraigadas en estos campos.
Este árbol que ven hoy
y que ahora extiende sus ramas junto al mar,
sigue bebiendo de estas tierras
del campo de Calatrava.
Cantó una vez el poeta:
“Uno se cree que las mató
el tiempo y la ausencia,
pero su tren
vendió boleto de ida y vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas
que nos dejó un tiempo de rosas,
en un rincón,
en un papel,
o en n cajón”.
Y así fue:
que mientras trataba
de escribir estas letrillas,
al tiempo que buscaba en el cajón del escritorio
pluma o bolígrafo ,
apareció una bolsita de anises,
de esas que al uso se reparten en el cetro
y que yo guardé para el recuerdo.
De pronto se abrió mi mente
como un libro ojeado por el viento,
y empezaron a revolotear, juguetones
recuerdos de aquí y de allá,
tan dulces como aquellos anises
que aún guarda esa bolsita
que amarilleó el tiempo.
Con la venia de todos ustedes,
nobles corraleños,
doy comienzo.
Abrazado al Guadiana,
en el campo de Calatrava,
y bajo un cielo que es de todos,
en esta tierra nuestra,
Vive mi pueblo.
Tierra empedrada, en otro tiempo
acariciada de un agua
que fue y está,
aunque no se ve;
de ella bebe la encina
que está y se ve,
y el trigo y la avena
y la cebada.
Agua que da de comer
pan candeal a mi pueblo.
Casa bajas, de gigantes
habitadas,
calles anchas, salpicadas
de braseros humeantes
en espera de abrigar, del frio
a mi pueblo.
Corral de paz
en campos de Calatrava
camino de la Alcudia,
puerta de Andalucía.
Castilla Nueva de brazos
fuertes,
blandeando banderas blancas.
Y la Paz nos viene de Madre:
que “quien nace en el Corral,
lleva en su pecho gravado,
como divisa filial,
en nombre de Paz sagrado”.
Y no hay más que hablar,
que el nombre lo dice todo
pues es el Corral
Mi pueblo.
En enero de las noches largas,
sale La Paz a la calle,
para romper la noche
a cohetazos,
para adelantar el día
sembrando de estrellas el cielo,
para hacer sonar el silencio
en música
y adelantar primaveras.
Tierra era de nadie
esta calatrava extensa,
Cuando llegó Alfonso el de Castilla.
Y ofreció estas tierras
a aguerridos nobles castellanos
de origen y porte;
pero no quisieron estas tierras
sin castillos ni nobleza.
Pública subasta hizo el rey Alfonso
de estas tierras
que aceptó recibir,
entre sornas de castellanos,
un monje navarro,
de nombre Raimundo,
y su hermano de religión, Diego,
que a la sazón, había sido
en otro tiempo,
aguerrido soldado.
Llegaron monje y discípulo a Calatrava,
que así sonaba en castellano
los que los moros habían llamado
“Qual´at Rabat”.
Feroces incursiones de aguerridos moros,
venidos de Al´Andalus,
sometían a saqueos y violencias
estos campos de Calatrava,
ahora en manos del Abad Raimundo y sus monjes navarros.
No quisieron los nobles castellanos
estas tierras y estas gentes,
faltos de títulos y nobleza.
Pero la nobleza no está escrita
en papel o pergamino,
que se lleva en el alma
como preciado tesoro.
Y la ve quien la ve.
Y el calatravo es noble de alma,
grande de corazón,
inmenso por dentro.
Al igual que en estas tierras el agua no se ve,
pero está, y en abundancia.
Tierra barbecheada,
preñada de vida,
que revienta en fruto
para quien confía en ella.
Y supieron estos monjes navarros
confiar en las gentes de esta tierra;
gentes de corazón valeroso,
sin nobleza de títulos.
Pueblos de casas bajas
habitadas por gigantes.
Y cuentan las crónicas,
que lograron juntar
un valeroso ejército
de más de 20.000 hombres
celosos de una tierra a la que amaban.
Narran los romances
que pusieron a la morisma en huida
sin entablar batalla,
tal era la fiereza del aspecto
de labradores y pastores.
Y llamaron y llaman a aquellos hombres
calatravos,
y a esta tierra,
Calatrava.
Ante tan valerosa hazaña,
el rey Alfonso concedió titularidad de estas tierras
a aquellas gentes.
desde la Alcudia hasta el Guadiana.
Cantores de gesta forjaron romances
que cantaron las heroicidades de aquellas gentes durante siglos.
Sin ser caballeros, sin títulos ni nobleza,
conquistaron tierras
cual quijotes sobre rocinantes,
soñando aventuras
y doblegando a gigantes.
Hombres y mujeres valerosos
caballeros y damas.
Calatravos los llamaban.
Una cruz negra sobre el pecho
que tornó en roja
y floreció en lis.
Plantaron olivos sobre piedras,
fuertes bajo el hielo,
enraizados en roca,
enhiestos frente al viento;
contadores de historias,
pues no en vano
vieron pasar generaciones,
que acariciando sus ramas,
lograron ese aceite,
que los hace tan fuertes como ellos.
Hicieron fértil esta tierra
que es roja, negra y blanca;
rompiendo durezas,
abriendo cortezas y sacando
de dentro lo bueno y lo bello,
eso que la tierra guarda
cual tesoro escondido, para los valientes
que atraviesan murallas,
no con espadas, sino con arados.
Y la tierra produjo sus frutos,
que por estas tierras son:
avena, trigo y cebada;
austeros y pobres frutos, sí…
para quienes no saben
que florecen en esa flor de harina
que embellece la mesa de los pobres.
Que por estas tierras pasa un rio al que llaman Guadiana,
río de patos, dicen significar,
Un río que mueve piedras,
de molino,
donde entran en sagrada procesión
granos de trigo y cebada
que allí abren sus entrañas
floreciendo en esa flor de harina
que alimenta a hombres y animales
en estas tierras de Calatrava.
Camino del río se oye esta coplilla:
“De los cuatro muleros,
de los cuatro muleros,
de los cuatro muleros
mamita mía
que van al río,
que van al río”…
Cargados al amanecer de costales de grano,
regresan, cayendo el sol a su espalda,
cargados de flor de harina.
Flor del campo
hecha flor de harina
por un río que mueve piedras,
con el ingenio de gentes,
que sin títulos ni honras,
supieron sacar pan de campos empedrados
donde antes reinaba la abulaga y la carrasca.
Flor de harina y agua,
trabajada y moldeada,
tal como el creador modelo al hombre de la tierra;
para hacer pan blanco,
pan candeal, abizcochado.
Y bollos y tortas de manteca,
rosquillos y barquillos…
y pan frito.
Fruta en sarten.
Que en esta tierra no hay naranjas,
pero si hay mucho pan y mucho aceite.
En estos campos de calatrava,
camino de la Alcudia,
surgió este pueblo de casa bajas
habitado por gigantes.
Paso de quienes venían de Castilla
o de quienes a ella iban;
como Teresa de Jesús o Juan de la Cruz,
poetas de llanuras y páramos,
que rompían sus versos
en quejidos confiados,
frente a la morena sierra
que ante ellos se alzaba.
Vinieron también de Castilla,
pastores con ovejas y vacas,
buscando abrigo y mies
pues Castilla yace bajo nieve y frío
en los meses de invierno.
Montaban sus majadas,
compraban pan, vino y aceite,
y cantaban romances que aun hoy
suenan en cantos de esos niños que fueron.
Como aquel romance de la loba parda
que si no recuerdo mal sonaba asi:
“Estando yo en la mía choza,
pintando la mia cayada,
las estrellas altas iban
y la luna rebajada;
mal barruntan las ovejas
no paran en la majada.
Vide venir siete lobos
por una oscura cañada,
venían echando suerte
cual entrará en la majada.
Le tocó a una loba vieja,
patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos
como puntas de navaja.
Dio tres vueltas al redil
y no pudo sacar nada,
a la otra vuelta que dio
sacó la cordera blanca”.
Cantaban en torno a la lumbre
en la felicidad de quienes
sin tener nada, vivían
sin faltarles de nada.
En los últimos días de enero,
cuando las noches aun son largas
y oscuras,
cuando los amaneceres
pintan de blanco el suelo,
y el avefría corretea los barbechos,
las chimeneas perfuman el aire,
en humo de encina y olivo.
Cuando los braseros
reúnen en torno a una mesa
a varias generaciones, como libros de historia…
En esos días,
La Virgen sale, vestida de sol,
la luna bajo sus pies
y coronada de estrellas,
con una bandera blanca en la mano,
para llenar de Paz
los corazones
de las gentes de este pueblo.
La noche es oscura y fría,
calmada.
El hielo cae a plomo
sobre los tejados,
sobre las calles de este pueblo,
que sopla,
abrigada entre sus manos,
una mecha encendida,
para que no se apague,
pues ha de encender,
cohetes,
uno tras otro,
hasta colorear un cielo,
que de negro que era,
ya nos pesaba demasiado.
Y ese ruido que no es ruido,
sino música,
par quien lo entienda.
Enciende los corazones en ígneas pasiones
que, cual antorchas,
alumbran el camino de nuestra Madre,
La Virgen de la Paz,
Reina y Señora de estas Tierras.
Quien se atreva,
que entre en la plaza esa noche,
que allí está mi pueblo;
ardiente, valeroso, grande,
inmenso.
Capaz de poner en fuga la noche
y el frío
para que entre su Reina,
su Madre,
La Paz.
Desde hace más de una década,
a este corraleño que os habla,
lo acoge la terra valenciana,
allí donde el cielo se une con la tierra
en un horizonte azul
al que llaman Mediterraneo,
allí donde las noches no son tan frías,
ni el cielo pinta de blanco los campos.
Y cuando llegan
los últimos días de Enero,
sueño con ese frío,
con ese cielo iluminado de fuego
y con esa Paz
abrazando los corazones de sus hijos
en un solo corazón
de nombre
Corraleño.
Y cuando “els valencians” me preguntan de dónde soy,
pues mi acento y lengua me delata,
con voz clara, digo:
“Soy del Corral”
Así, sin apellidos,
pues esa palabra, basta y sobra:
“del Corral”
Y cuando la extrañeza del oyente
se delata en su gesto,
yo reafirmo,
casi silabeando
con el afán de que so se escape
ni una sola letra,
que todas son necesarias:
“del Corral”
De un corral empedrado
tapizado en manzanilla
cuando apunta la primavera,
que mi padre barría cada domindo
con una escoba de esas
que nunca vi en otro sitio.
De un corral de piedras
baldeadas manotazos
desde un cubo lleno de esa agua
que en mi pueblo no se ve,
pero está;
piedras que rezuman frescor en verano,
y en el invierno,
calentadas al sol,
son la patria de lagartijas juguetonas,
perseguidas de juguetones niños,
en el afán de domesticar lo indomesticable.
De un corral de piedras que cantan,
al paso de cabalgaduras y carros,
anunciando que padre ya está en casa.
De un corral de piedras
donde se amontona el grano,
en verano
y donde se mata el cerdo,
en invierno.
Este es el Corral de donde yo soy,
y no hacen falta apellidos,
aunque los hay, y lo digo,
pues me enorgullece:
“de Calatrava”.
Corraleños y corraleñas,
ya se barrunta el veinticuatro de enero.
Vivamos con orgullo
lo que somos y tenemos,
que es mucho.
Despertemos nuestra pasión
a cohetazos;
iluminemos la negrura de esta noche
que parece que no acaba,
a cohetazos;
alumbremos la esperanza,
provoquemos al sol,
a cohetazos,
para que salga, reclamando su sitio,
y haga de la noche, medio día.
¡Gritad conmigo, corraleños!
¡VIVA LA VIRGEN DE LA PAZ!
¡VIVA LA REINA DE LOS ÁNGELES!
¡VIVA LA PATRONA DE CORRAL!
¡VIVA ESTE PUEBLO!