jueves, 18 de abril

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Opinión

Siete tipos de españoles hoy reducidos a tres

Por Fermín Gassol Peco

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“Dar ejemplo no es la mejor forma de influir sobre los demás, es la única manera de hacerlo” Albert Einstein.

Pio Baroja y Albert Einstein se conocieron con ocasión de la visita que este último realizó a España pero a buen seguro que no hablaron de temas relacionados con esta frase atribuida al autor de la teoría de la relatividad. Pertenecían a dos mundos tan distintos como son la novela y la física, si bien hubieran coincidido fácilmente sobre su contenido porque nada convence más sino el comprobar que quien predica sobre algo lo pone en práctica con su vida. Pues bien, como genios que fueron en las disciplinas que ejercieron por vocación, Baroja fue un médico sin ella, tenían el mismo pensamiento sobre el saber.

Einstein se fue de España pero nuestro novelista vasco se quedó en ella recorriéndola de manera generosa. Cuentan las crónicas que un buen día a principios de siglo, Baroja apareció en la tertulia que existía en el nuevo café de Levante en la madrileña calle Arenal, una tertulia a la que asistían autores e intelectuales, ahora sí, de la talla de Valle Inclán, Unamuno, Zuloaga, Penagos, Pérez Galdós…en fin, una maravilla de contertulios.

Esa tarde de mayo apareció después de uno de sus múltiples viajes por nuestra piel de toro, el hipercrítico Baroja mientras la tertulia charlaba sobre las distintas clases que había de españoles; fue entonces cuando a modo de un Moisés sin tablas pero con la experiencia vivida, soltó lo siguiente. “Verdad es que en España hay siete clases de españoles sí, como los siete pecados capitales. Los que no saben, los que no quieren saber, los que odian el saber, los que sufren por no saber; los que aparentan que saben, los que triunfan sin saber y los que viven gracias a que los demás no saben”. 

Dicen los allí presentes que Unamuno y Benito Pérez Galdós aplaudieron a Baroja, sobre todo por este último punto, "los que viven gracias a que los demás no saben". Estos últimos se llaman a sí mismos "políticos" y a veces hasta "intelectuales". Han pasado cien años largos y hoy podemos analizar cómo les ha ido a estas siete clases de españoles, si ha variado algo esta especie de “heptálogo barojiano”.

De todas ellas creo que su número se ha visto reducido a dos o tres y con distinto peso y por causas distintas que antes tuvieron. Ha desaparecido del mapa el grupo de “los que sufren por no saber” y es que uno de los avances sociales sin discusión en este siglo ha sido el hecho de que quien desea saber, acaba sabiendo. Como consecuencia de esto, aquellos que no saben es porque, o no quieren u odian saber. Estamos hablando sobre todo de una parte importante de la juventud que engrosa al fracaso escolar, de esos jóvenes que aun teniendo posibilidades de aprender decide tirar por la calle de la falta de interés por la cultura. Y una rama muy peligrosa de esta clase de ignorantes es aquella que componen los que creen saber haciendo bueno el dicho de que la ignorancia es muy atrevida. Y por último siguen estando aquellos que triunfan sin saber y aquellos que triunfan gracias a que los demás no saben. Pio Baroja se refería entonces a los políticos en una España inculta. La pregunta surge: ¿En qué grado se encuentran actualmente? Seguramente que con suertes muy distintas, pero de aquel que no quiere saber a los que viven y triunfan porque los demás no saben solamente hay un paso.