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Sociedad

Los nuevos crímenes del heteropatriarcado

Las parejas homosexuales no están exentas de violencia, se precisan formas jurídicas específicas para prestar reconocimiento y apoyo a las víctimas de violencia intragenero

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Fuente imagen: https://img2.codigonuevo.com/0f/20/ef/gay-violencia-codigo-nuevo-jpg.jpg Crédito de la imagen: Broken Rainbow UK.

Agustín Mora Palomares.- El abuso y el maltrato en relaciones interpersonales y de pareja afecta a todos los segmentos de la población. La feminista Kate Millet dejó escrito que tal y como otras ideologías dominantes hacían, el patriarcado ejercería un control insuficiente de no tener en cuenta el uso de la violencia.

Como he expuesto en otra parte, en las relaciones de pareja, el romanticismo y otros mitos, donde los celos y los conflictos se llegan a ver como algo inevitable y cotidiano, llegan a ponerse en práctica conductas que son el germen mismo de esas violencias, cuya forma más radical concluye en la muerte (dígase el asesinato) de uno de los integrantes.

La violencia de género quedaba definida en Viena en 1993, es la que sufren las mujeres al sustentarse sobre la construcción cultural que es el género, entendiendo que, por el mero hecho de serlo, esto constituye un factor de riesgo. Cuando se profundizó en la violencia machista, desligándola de la violencia doméstica, se visibilizaron realidades. Así hemos podido saber que no es lo relevante dónde se producía la violencia, sino la incidencia del género.

Agredir a una mujer durante 20 años es inexplicable como violencia doméstica, lo mismo que quemarla viva o impedirle trabajar, o violarla, o echarle ácido a la cara... (Nuria Varela – Feminismo para principiantes)

El feminismo ha reivindicado de buena razón y desde hace tiempo, que la profundización en tipos legales de protección no solo era pertinente sino además necesaria para combatir un problema social que hasta entonces se negaba y ocultaba.

Se ha avanzado en el desarrollo de instrumentos de apoyo y protección, los neomachistas utilizan las nuevas realidades sociales para cuestionar la violencia de género y con ello rechazar que existan recursos específicos con perspectiva de género, para éstos -pocos, a los que no merece la pena aquí dar voz- la violencia queda en casa.

En 2019 tuvimos la cifra más alta de asesinatos machistas en un lustro. En lo que va de año sabemos que 12 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en España, 1.045 desde 2003, casos que no son “violencia doméstica”, sino vidas truncadas, asesinatos, violencia de género.

Lo que exige nuestro tiempo: abordar la violencia en parejas del mismo sexo

¿A dónde se dirige un hombre gay cuando su novio le agrede? ¿Quién y con qué recursos atiende a una mujer lesbiana cuando es agredida por su pareja?

Poner luz a una realidad que nos es más habitual es hablar de la violencia que se da entre parejas y exparejas del mismo sexo. La violencia intragenero es la que se produce entre ellas y como otras violencias van más allá de la agresión física o verbal. Puede ser psicológica, sexual o económica.

Se producen conductas violentas que se manifiestan en la relación donde uno/a de los/as integrantes la emplea para controlar y someter a la otra persona. En la violencia de género la clave apunta al sexismo, mientras que en el caso de la violencia intragenero se señalan otros factores (la orientación sexual de los miembros, especialmente) y, desde una óptica interseccional podría ser relevante la raza, el nivel de estudios, la nacionalidad, el acogimiento o rechazo familiar o la homofobia interiorizada, entre otros. Hay que poner luz en estos factores ya que sólo si atendemos su especificidad podremos combatirlos de origen.

La violencia intragenero no se conceptualiza entorno al sexismo ni a una desigualdad histórica de género, puesto que se produce en los binomios hombre-hombre / mujer-mujer y la orientación sexual es un factor relevante. Aunque algunas manifestaciones sean manifiestamente iguales (agresión física, violencia económica…) las especificidades importan. Importa haber salido del armario o tener un grupo de apoyo, tanto como contar con una forma jurídica que te proteja y reconozca como víctima.

Las víctimas de la violencia intragenero no pueden utilizar los recursos como el 016 o acogerse a la LO 1/2004, hay víctimas que aún están en situación de desamparo y que habrían de recurrir a lo tipificado bajo la violencia doméstica, con los inconvenientes que ya supimos ver que ello conllevaba cuando ésta tapaba la realidad y necesidades de la violencia de género.

Evitar los nuevos crímenes del heteropatriarcado es poner en marcha la ayuda a mujeres y hombres homosexuales que sufren maltrato, con atención profesional, apoyo psicológico y jurídico, con la experiencia que ya contamos y que se presta a las mujeres víctima de violencia de género.

El apoyo debe iniciarse desde las instituciones, primero reconociendo jurídicamente su existencia específica, visibilizando una realidad lamentable, asumiéndolo como el problema social que es y destinando recursos concretos para combatirlo. Para ello, todo pasa por el desarrollo de estudios que cuantifiquen las dimensiones del problema al que tenemos que enfrentarnos.

No conviene dar respuestas viejas a problemas nuevos. Desde la aprobación del matrimonio igualitario hasta las últimas leyes de igualdad y derechos de las personas LGTBI la visibilidad, la convivencia y las nuevas formas de pareja nos obligan a no taparnos los ojos y, con una mirada atenta como nos demuestra el feminismo, ver que es preciso actuar para prevenir las violencias en las nuevas parejas.

Esta es una reivindicación de colectivos LGTBI, y que se ha ido incorporando a las leyes autonómicas. Hay nuevas formas de violencia y se dan entre parejas del mismo sexo, cuanto más tardemos en reconocerlo, más tarde actuaremos.