jueves, 18 de abril

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Sociedad

Abre las puertas en Ciudad Real el primer taller de construcción artesanal y restauración de instrumentos musicales de arco y clásicos

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Recientemente contamos en la capital con el uno de los pocos del país y único en la provincia, artesano constructor de violines, violas, cellos, y demás instrumentos de arco, un oficio minoritario, tradicional, y rodeado de misticismo.

Para traer un poco de luz a este mundo que siempre ha permanecido en las sombras se ha ofrecido a responder a las preguntas que más suelen cuestionarse cuando se habla de esta profesión. 

Su nombre es P. Simón Soldevila Lominchar, nacido en Madrid pero criado en Ciudad Real, a los 17 años comenzó su formación con conocidos nombres del sector como son Sergi Martí y Asier de Benito (Valencia), diplomado más tarde como Técnico en Construcción y Restauración de Instrumentos por el Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga (Bilbao) tras 4 años de estudio con los maestros Jabier Guraya, Luis Artola y Ander Arroitajauregi y el físico acústico Unai Igartua. Tras terminar los estudios inicia un periodo de práctica como aprendiz de Juan Antonio Mancheño, presidente de la GLAE (Gremio de Luthiers y Arqueteros de España) y más tarde resulta becado por el programa europeo Erasmus Plus para estudiar en la Scuola Internazionale di Liuteria, en Cremona, ciudad natal del célebre constructor de violines Antonio Stradivari, donde aprendió con maestros de talla internacional como son Claudio Amighetti, Angelo Sperzaga, Daniele Scolari o Massimo Ardoli, y trabajando como auxiliar de laboratorio en el taller de Massimo Negroni.

Tras este periplo regresa a España y desde hace dos meses establece en nuestra ciudad el primer taller de luthería artesanal dedicada especialmente al violín y su familia.

- ¿En qué consiste el trabajo de un luthier?

Un luthier es una persona que se dedica profesionalmente a la construcción de instrumentos de forma artesanal.
Si nos ponemos técnicos las raíces de palabra procede de la alemán “luth” o laúd y el sufijo francés “ier” que se refiere a un oficio, así que una traducción literal sería “persona que hace laudes” o “laudero” palabra que se ha intentado imponer de vez en cuando a lo largo de la historia. Hoy en día se aplica a cualquier constructor de instrumentos, incluidos los de viento y de percusión, pero esto es bastante moderno.

- ¿Cómo comenzaste en esto de la luthería?

De adolescente me apasionaba la música, y empecé a coleccionar instrumentos, y estos siempre requieren un mantenimiento, así que cuantos más acumulaba más acuciaba la necesidad, y como veía que la única opción era viajar a otras ciudades para solventar estos problemas empecé a interesarme por este mundo tan hermético y oscurantista del que a penas había información y cuyos secretos se guardaban con recelo. Empecé haciendo reparaciones experimentales en mis instrumentos y más tarde, de manera altruista en los de mis amigos, y más tarde, buscando bastante encontré algunos cursos de construcción de instrumentos medievales, que acabaron siendo el puente a más conocimiento.
La verdad es que fue difícil entrar, pero una vez tienes un pie dentro todo se va haciendo más fluido.

- ¿Cuánto tiempo se tarda en terminar un instrumento?

Cuando estudiaba solíamos hablar entre los compañeros de unas 200 horas de trabajo efectivo para tener un instrumento “en blanco”, esto es completo, pero sin barnizar, aunque como ahora no me dedico a construir instrumentos de uno en uno, sino que trabajo en varios al mismo tiempo esto hace que en lugar de en un mes o dos, puedo tardar varios meses más, pero con algo más de volumen de instrumentos.
Luego tendríamos que hablar del barnizado y el montaje, en el primer proceso puede tardarse un mes, y el montaje: ajustar un puente, cuerdas, alma, clavijas… es cosa de días. En resumen, igual se toma medio año en sacar unos pocos instrumentos.

- ¿Qué instrumentos tienes en camino ahora?

Estoy trabajando en un par de violas de 42, una basada en un modelo de Stradivari y otra de Andrea Guarneri, y también en tres violines, dos de un modelo que me fascina de Pietro Guarneri y otro de Stradivari. Para los profanos no hay a penas diferencia, pero nosotros tenemos el ojo hecho y vemos tremendas diferencias entre constructores, épocas, escuelas, materiales…

- ¿Qué maderas se utilizan? ¿En qué te basas para escoger una u otra?

Se usan principalmente 3: abeto, arce y ébano. Para la tapa usamos abeto, y necesitamos una madera con equilibrio entre elasticidad, rigidez y densidad muy especial, por eso hay que mencionar que no nos vale el que crece en nuestro país, se necesita un árbol que haya crecido en unas condiciones concretas, con inviernos y veranos duros, lo que retrasa su crecimiento y nos muestra unos anillos anuales muy estrechos, con la veta muy recta y fina, lo más ligera posible, pero a su vez resistente. Un abeto de la misma especie crecido con abundancia de nutrientes, sol y lluvia dará un árbol de crecimiento rápido, con vetas anchas y madera más blanda, y esto no nos sería útil, es por esto que los mejores bosques se encuentran en zonas montañosas de los Alpes y los Cárpatos, donde he tenido que viajar en distintas ocasiones para abastecerme de las mejores maderas. Del arce puedo decir que es una madera dura y buscamos que tenga “dibujos”, es lo que se llama “arce rizado” porque crece serpenteante y esto le confiere un aspecto de tigre o de llamas, muy pocos arboles crecen de este modo, por eso es una madera codiciada en la ebanistería de alta gama.

- ¿Qué precios puede tener un instrumento? ¿Por qué la diferencia de precios?

Hoy en día, y desde la industrialización, hay instrumentos desde 90 a millones de euros, ¿cuál es la diferencia? Los más económicos son fabricados en cadena, con ayuda de máquinas, con formas y espesores idénticos, materiales baratos, etc. Esto hace accesible a cualquiera el tener un instrumento y aprender, pero estos instrumentos muchas veces suenan, como habitualmente se suele decir, “a lata”. Esto es porque en su construcción no se le da la importancia que tiene al material, que no deja de ser un organismo, no es homogéneo como el metal, que, si cortas una plancha en trozos idénticos, todos ellos tendrán las mismas propiedades. La madera es caprichosa y hay que entenderla, por eso no puedes construir dos instrumentos con las mismas medidas ni utilizando madera del mismo árbol para ambas, pues es distinta en una parte del tronco y de otra. Un luthier experimentado sabe “escuchar” o sentir qué necesita la madera en cada una de sus partes, para dejar un espesor más delgado o más grueso, y estamos hablando de milímetros.

En la construcción de un violín hay mil detalles a tener en cuenta, en cada una de sus piezas: el tamaño de las efes afecta a una resonancia que se llama de “Helmholtz”, el peso de la voluta, la bóveda, el tamaño de “los ojos” del puente… todo suma para obtener el sonido perfecto. Es como un sistema de engranajes, cuantos más domines mejor será el resultado.

Claro que un violín artesanal no es para cualquiera, igual que ocurre con los vehículos y los profesionales del motor: cuanto mejor sea el equipo mejor trabajarás, pero si no eres profesional no es necesario tener un instrumento de 10000€ para aprender a tocar.

- ¿Qué sientes cuando el cliente entra en contacto con tu instrumento por primera vez?

Es un tópico, y yo no tengo hijos, pero imagino que debe ser parecido a verlos partir de casa, al final los he criado yo, les he dado parte de mi vida y llevan “mi alma” impregnada en ellos, de hecho me apasiona seguirles la pista, saber que traen al mundo música, que hacen un mundo mejor, menos loco…

- También dedicas tiempo a otras cosas ¿Qué diferencia hay entre restauración, ajuste y reparación?

El ajuste consiste en optimizar el sonido de un instrumento que generalmente está mal montado y/o mal construido, y consiste en retocar levemente puente, clavijas, diapasón, cambiar cuerdas, etc. Estos simples cambios pueden mejorar el sonido de una forma muy significativa, y de un mal instrumento hacer uno bueno, de uno normal hacer un sonido muy bueno, y de uno bueno hacer uno excelente.

La reparación es el arreglo de un daño ocasionado recientemente, casi siempre roturas, rajas y desencolados, y si se tratan con tiempo pueden evitar muchos problemas y que su precio se eleve. La restauración por otro lado se utiliza cuando hablamos de instrumentos antiguos, que han estado estacionados por periodos de tiempo grandes o con problemas sin solucionar desde hace años, que suelen incluir deformidades, suciedad, deterioros de materiales, ausencia de piezas y demás.

- ¿Dónde se puede aprender este oficio?

En España la única formación publica la ofrece el conservatorio de Bilbao, pero también hay un curso de luthería antigua en la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Vigo, hay otra escuela privada en Zaragoza y algunos luthiers aceptan aprendices, pero es difícil entrar por esta vía, porque requiere mucho tiempo y esfuerzo formar a alguien, que cuando ya podría ofrecerte una recompensa con su trabajo puede irse y montar su taller.

- ¿Qué futuro tiene un oficio con tintes prácticamente medievales, hay posibilidad de innovación?

No hay mucho margen de movimiento, está todo inventado y estanco desde hace casi 300 años que se estandarizó la forma del instrumento, sí que es cierto que las nuevas tecnologías resultan de enorme ayuda, ya que ahora utilizamos software y equipos específicos para análisis acústicos y de materiales, que nos permiten entender mejor cómo funcionan los instrumentos y como optimizar su construcción. Pero si te sales de las formas tradicionales es sorprendente que todo empeora, no sé muy bien como hace centurias pudieron llegar a la conclusión de que ESA eran la forma y tamaño ideales, sin equipos científicos ni conocimientos avanzados. Supongo que por eso se le otorga cierto aire mágico a Stradivari, Amati, los Guarneri y compañía, hicieron un instrumento óptimo, si te paras a pensarlo es sorprendente como un violín, siendo tan pequeño puede oírse a distancias impresionantes.

- ¿Da para vivir el tener un taller de luthería? ¿Hay mucha competencia? ¿Cómo es la relación con los compañeros de gremio?

De momento he trabajado más para otros que para mí. Estoy esperando a ver cómo avanza igual que los tiempos, siempre oigo las batallitas de los veteranos que recuerdan cuando los músicos no se despeinaban en ir al banco, pedir un crédito de 8000€, que encima les concedían, y se compraban un instrumento de autor, pero hoy en día la deceleración se nota también en este sector, parece que ganamos miles de euros, pero no se cuenta con el precio de los materiales y el tiempo dedicado, en realidad no creo que nadie se haga rico así, pero al menos espero poder vivir.
En las cercanías no hay otros artesanos, como se decía antes es un oficio minoritario, no es la competencia entre nosotros la que nos preocupa, aunque siempre hay gente a la que le gusta hablar mal de otros para alzarse ellos, creo que un problema que tenemos es que se nos fugan los músicos, y acaban comprando instrumentos en Italia a precios inflados, y de peor calidad de lo que podrían haber comprado “en casa”, con su consiguiente posibilidad de seguimiento personalizado.

- ¿Cuál es el instrumento más inusual que ha pasado por tus manos?

Quitando mi especialidad, los instrumentos de cuerda frotada, he trabajado con arpas, armonios de principios del XIX, acordeones, laudes, banjos y bastantes más, pero recuerdo especialmente un charango hecho con el caparazón de un armadillo, con sus pelitos, sus orejas, su todo. Obviamente conocía el instrumento, pero me produjo impresión ver los restos del animalito formando parte de ese guitarrín.

- ¿Que género musical te gusta más? ¿Tienes conocimientos musicales?

Pues desde pequeño aprendí a tocar bastantes instrumentos, especialmente de cuerda pulsada, con especial cariño al banjo, teniendo varios tipos, de 5 cuerdas, tenores, banjolina, etc, pero también tuve que aprender a tocar violín, viola, cello y contrabajo, porque terminar un instrumento y no saber cómo suena ni si es cómodo sería absurdo, no soy ningún virtuoso, pero cuando puedo le dedico un ratito. En realidad, me gusta mucho el barroco, el renacimiento, el folklore global, y he formado parte de bandas de country cuando estudiaba en Bilbao.

- ¿Dónde podemos encontrarte?

En Avenida Lagunas de Ruidera 30, a unos pocos metros del Conservatorio Marcos Redondo y de la Escuela de Música Moderna. Espero haber resuelto posibles curiosidades y poder aportar algo al tejido cultural de la ciudad, Muchas gracias.