viernes, 26 de abril

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Opinión

Tiempo de siembra

Por Fermín Gassol Peco

Imprimir noticia

“Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, solo será cuestión de tiempo recoger sus frutos”. Esta frase tan bonita la dijo hace ya mucho tiempo un literato que además era matemático y teólogo, amplia mezcla de saberes; se llamaba Thomas Carlyle, ingles para más señas, un pozo de sabiduría en muchas cosas pero que de agricultura debía saber muy poco, al menos de la de ahora, cosa natural por otra parte.

Estamos en el mes de la siembra. Un mes en el que tradicionalmente la tierra recibe las semillas que con un poquito de humedad germinarán y tras largas noches de incertidumbre nos darán al final de la primavera el pan que todos merecemos. En este otoño, los agricultores que se resisten todavía a “doblar la rodilla” entierran un año más sus cada vez más mermadas ilusiones y maltrecha economía.

La siembra del cereal en España se ha convertido en un acto de fe con bastante menos de esperanza y mucho amor  a una agricultura a la que nadie nunca dio importancia y el sistema despreció. Porque una cosa se desprecia cuando no se estima en lo que vale no dándoles el valor que tienen, en este caso un valor económico acorde con los gastos y riesgos que conlleva. El autor inglés en cuestión hizo de la siembra un acto de fe pero sustentada como buen matemático en la perseverancia, en el mantenimiento correcto del cultivo; esta curiosa ecuación positivo-existencial nos daría según Carlyle el resultado correcto al recoger los frutos.

Si algún agricultor lee estas líneas y aguanta su lectura hasta este punto no es de extrañar que haya soltado ya una carcajada o un exabrupto. Y los exabruptos en la agricultura de hoy suenan fuertes cuando se pronuncian los precios del gasoil, de los abonos y fertilizantes, de los aperos y de las simientes. Y este exabrupto se convierte en insulto si a continuación se pronuncia el precio que tienen la cebada, el trigo, avena o cualquier cultivo.

Porque nada es más ofensivo para un sector productivo que mantenerlo condenado a un estado de permanente y continua congelación en unos precios que resultan ruinosos. Hoy mismo nos encontramos en nuestra tierra con la penosa realidad de que todos los cultivos se encuentran sumergidos, ahogados en unos precios que no llegan a ver ni de lejos el umbral de rentabilidad.  Cualquier cultivo que ustedes quieran.

Quijotes de estas tierras, ilusos más que soñadores van quedando ya muy pocos. Los jóvenes se alejan a toda prisa de un sector que no ofrece futuro y sin recambio, sin relevo ya sabemos lo que pasa, que nuestro campo se está muriendo ahora mismo poco a poco.

Las ayudas europeas son las que mantienen a este enfermo con una vida que es artificial. Si no fuera por ellas, el campo en primavera luciría lleno de bonitas amapolas para contemplación de paseantes, excursionistas y ecologistas, pero la tierra permanecería sin dar frutos, sin dar el pan que todos necesitamos para vivir.