lunes, 20 de enero

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Opinión

Objetivo 2 de la Agenda 2030: Hambre cero

Teresa Utrilla (Máster en Economía y Derecho del Consumo)

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Una de las características de la Agenda 2030 es su pretensión de crear un marco común en los Estados suscribientes, en el que se integren políticas que antes hacían la guerra por su cuenta: las medioambientales contra el cambio climático, las económicas de desarrollo sostenible y por último las sociales. Sobre estos tres pilares giran como ejes centrales las personas, el planeta, la prosperidad, la paz y las alianzas como fórmula para alcanzar los objetivos.

Hoy quiero hablarles del objetivo 2: hambre cero, cuya finalidad es poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria, la mejora de la nutrición y promover una agricultura sostenible.

Según Naciones Unidas el rápido crecimiento económico y el aumento de la productividad agrícola en las últimas dos décadas han propiciado que el número de personas desnutridas disminuya casi a la mitad. Muchos países en desarrollo que sufrían hambrunas están ahora en condiciones de cubrir las necesidades nutricionales de las personas más vulnerables. Hablamos de Asia Central y Oriental, América Latina y el Caribe.

Pero el hambre y la desnutrición siguen estando presentes en muchos países, estimándose que 821 millones de personas sufrían de desnutrición crónica en el año 2017, en muchas ocasiones como consecuencia directa de la degradación ambiental, la sequía y la pérdida de biodiversidad. Estamos hablando de África y América del Sur, donde millones de niños menores de cinco años tienen un peso muy bajo y la inseguridad alimentaria es una realidad diaria.

El objetivo pretende conseguir que estas personas y especialmente los niños puedan acceder todo el año a una alimentación suficiente y nutritiva, para lo que es primordial promover prácticas agrícolas sostenibles, mediante el apoyo a los pequeños agricultores y la promoción de su acceso a la tierra, la tecnología y los mercados. Asimismo la cooperación internacional es indispensable para conseguir la inversión necesaria para mejorar las infraestructuras y tecnologías agrícolas.

Asimismo se deben revertir las situaciones de desigualdad que puedan generar problemas de hambre y desarrollar los servicios sociales y redes de apoyo como sistemas de prevención.

Por otra parte no se debe perder de vista que los problemas alimentarios pueden venir derivados de hábitos de vida no saludables, por lo que este objetivo confluye con otros de la Agenda 2030, que pretenden promover la producción y el consumo responsable, la reducción del desperdicio alimentario y la introducción en la enseñanza de una educación alimentaria saludable.

Aunque el problema parezca lejano a nuestro país, según el Gobierno de España el 3,7 % de la población española sufre carencia material. Según el Instituto Nacional de Estadística la carencia material es la proporción de población que vive en hogares que carecen al menos de tres artículos de los nueve items que se marcan en su encuesta de condiciones de vida:

1) No puede permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año.

2) No puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días.

3) No puede permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada.

4) No tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos (de 650 euros).

5) Ha tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal (hipoteca o alquiler, recibos de gas, comunidad...) o en compras a plazos en los últimos 12 meses.

6) No puede permitirse disponer de un automóvil.

7) No puede permitirse disponer de teléfono.

8) No puede permitirse disponer de un televisor.

9) No puede permitirse disponer de una lavadora.

Pero es más, debemos afrontar también la otra cara de la malnutrición: según la Encuesta Nacional de Salud del año 2017, un 18,2% de hombres de 18 y más años y un 16,7% de mujeres padecen obesidad. En relación al peso insuficiente, destaca la prevalencia del peso insuficiente en las mujeres de 18 a 24 años, un 12,7% de mujeres frente al 3,5% de hombres.

Como ya explicamos, cada objetivo tiene una serie de metas a cumplir de aquí al año 2030, que en el caso del hambre cero son:

- Poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas, particularmente los pobres y las personas en situación de vulnerabilidad, especialmente los niños, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año.

- Poner fin a todas las formas de malnutrición, incluso logrando en 2025 las metas convenidas internacionalmente sobre el retraso en el crecimiento y el adelgazamiento enfermizo de los menores de cinco años. Asimismo abordar las necesidades de nutrición de las adolescentes, las mujeres embarazadas, así como las lactantes y las personas mayores.

- Duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos a pequeña escala, en particular mujeres, los pueblos indígenas, los agricultores familiares, los ganaderos y los pescadores mediante un acceso seguro y equitativo a las tierras, otros recursos y elementos de producción así como a los conocimientos, servicios financieros, mercados y oportunidades para añadir valor y obtener empleos no agrícolas.

- Asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y la producción, contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres, y mejoren progresivamente la calidad de la tierra y el suelo.

- De aquí a 2020, mantener la diversidad genética de las semillas, las plantas cultivadas y los animales de granja y domesticados y sus correspondientes especies silvestres, mediante una buena gestión y diversificación de los bancos de semillas y plantas a nivel nacional, regional e internacional, y promover el acceso a los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos y los conocimientos tradicionales conexos y su distribución justa y equitativa, según lo convenido internacionalmente.

- Adoptar medidas para asegurar el buen funcionamiento de los mercados de productos básicos alimentarios y sus derivados y facilitar el acceso oportuno a la información sobre los mercados, incluso sobre las reservas de alimentos, a fin de ayudar a limitar la extrema volatilidad de los precios de los alimentos.

Como siempre, la consecución de este objetivo depende no solo de los gobiernos, las empresas y la sociedad civil; también cada uno de nosotros, con pequeños gestos, podemos contribuir a acabar con el hambre y la desnutrición, pues como dice Eduardo Galeano,

«Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo»