viernes, 29 de marzo

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Opinión

Sentimientos y Emociones

Por Fermín Gassol Peco

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Sentimientos y emociones son dos palabras que expresan los movimientos afectivos que se dan en nuestro interior y que sin embargo y curiosamente no aparecen como términos sinónimos en el diccionario, aunque por su parecido significado las confundamos con mucha frecuencia en nuestro lenguaje cotidiano.

Resulta difícil, así a bote pronto, distinguir entre sentimientos y emociones; y no porque apelemos a ellas con frecuencia de manera bastante común, que normalmente cuando nos expresamos no nos vemos obligados a afinar tanto como para definir académicamente cada extremo, en este caso aquello que nos conmueve íntimamente; al fin y al cabo ambas hacen referencia a nuestra afectividad, a nuestra capacidad de repeler o empatizar con situaciones, acontecimientos o personas. Pero es cierto que si las analizamos existen bastantes diferencias entre ambas porque responden a unas sensaciones con orígenes, espacios y consecuencias diferentes.

Los sentimientos son sensaciones que nacen como una fuerza en nuestro interior hacia algo o alguien y que suelen permanecer prisioneras en nuestro corazón por tiempo distinto, dependiendo en gran parte de nuestra forma de ser. Son como la expresión de aquello que se cuece en las entrañas y que las distintas experiencias y avatares de la vida hacen aflorar y crecer de manera espontánea, escapando al control de la inteligencia y voluntad.

Y es que los sentimientos aparecen como las respuestas más instintivas que el ser humano proporciona, tanto ante los imprevistos de la vida como al permanente posicionamiento que toma como su filosofía más vital. Si nos preguntarán porqué “somos así” porqué nos comportamos, porqué reaccionamos de una determinada manera…tendríamos que responder con un  encogimiento de hombros y un lacónico no lo sé y además no sé cómo evitarlo…en caso de disentir con ello.

Sentimientos de odio y de venganza, de irascibilidad e irritabilidad ante lo que acontece, presenciamos y nos afecta…o al contrario, de bondad, comprensión tolerancia o afirmación. Todo o casi todo depende de no entendemos qué, de algo que no sabemos ni como se llama.

Cierto es que la vida nos va domando…o haciendo más salvajes en la expresión de los sentimientos. Quizá sea debido al grado de triunfo o de fracaso con que pasamos por ella…o al nivel de conflictos a los que hemos de hacer frente.

Las emociones sin embargo son más fugaces que los sentimientos porque no llegan a permanecer en el corazón por mucho tiempo que de lo contrario éste estallaría o infartaría; penetran en él como un alfiler para salir al momento e instalarse en el estado de ánimo; por ello suelen disiparse cuando el reclamo desaparece, o el estado de ánimo cambia.

Las emociones son siempre aceptaciones al reclamo que desde el exterior algo o alguien también nos ofrece, las respuestas apasionadas a esas realidades cósicas o personales que nos envuelven, (ya sean artísticas, estéticas, religiosas, creativas, humanitarias o de mero comportamiento), que hacen estremecernos, vibrar, que nos alteran y encandilan. Nadie tiene emociones de alegría, llanto o éxtasis si no contempla, si no percibe la presencia de ese algo o alguien que le conmueve.

Las emociones fuertes llegan a desestabilizar nuestro siquismo, mientras que los sentimientos hacen lo propio con el comportamiento, por eso estos últimos pueden llegar a controlarse en alguna medida con más facilidad que las primeras.

Los sentimientos y emociones son a modo de componentes líquidos y gaseosos de nuestras afectividades. Los primeros siempre abarcan los mismos espacios aunque cambien de forma y dependen mucho de nuestra visceralidad; las emociones tienen más de altruismo y son tan imprevisibles e indeterminadas que pueden llegar a envolvernos por completo.

Se podría decir en fin, que los sentimientos son como bombas incontroladas de emociones que en la mayoría de las ocasiones, por distintas circunstancias activamos sin querer, explotando muy a menudo dentro de nosotros mismos.