jueves, 18 de abril

Ciudad Real

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Opinión

El barrio del Torreón del Alcázar: Ciudad Real

Artículo de opinión de Emilio Nieto López, Primer Decano de la Facultad de Educación UCLM

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Foto: Emilio Nieto

Por estas fechas se cumplen noventa y seis años, concretamente en 1923, fue cuando se modificó el mapa administrativo de la capital de la provincia, destruyendo todo el sistema creado por Alfonso X el Sabio al fundar la villa de Ciudad Real entorno a tres grandes barrios (Cristiano, Judío y Morisco) continuados con las iglesias enclavadas en sus territorios como San Pedro para los cristianos, Santa María para los moriscos y Santiago para los judíos. Esta configuración histórica y posiblemente natural, al albergar a tres grandes culturas asentadas en los tres diferentes barrios, fue rota y maltratada por la división en cinco distritos, como después veremos.

Ciudad Real era una ciudad uniforme en su territorialidad, multicultural en su expresión religiosa y gobernable en su diferenciación cultural. Los tres barrios tenían unos límites claros y determinados y casi siempre respetados por los demás componentes de la ciudad. Son contados los problemas entre los habitantes de los tres barrios y la convivencia salvo en los últimos años del siglo quince y por supuesto antes de la llegada de los Reyes Católicos, podrían contarse como anecdóticos.

Es cierto que el recinto amurallado ha servido para configurar una ciudad tal como la pensó el rey fundador y también para potenciar el centro urbano en perjuicio de los posibles habitantes externos a las murallas a los que se les negaba absolutamente todos los beneficios que poseían los habitantes del interior de las murallas. Parece que este espacio totalmente delimitado por el arado tirado por los bueyes, según mandó el Rey Sabio realizar, para hacer la elipse por donde debían colocarse la primeras piedras de las murallas, por cierto destruidas por la incapacidad de algunos alcaldes, imposibilitaron por algún tiempo el crecimiento de la capital.

Por orden del alcalde Manuel Lázaro Arche (1922-1923) o tal vez por su sucesor Bernardo Peñuela (1923-1924) la ciudad quedó dividida en cinco distritos. El primer distrito ocupa todo el Torreón (Barrio Cristiano) y una parte indeterminada del antiguo barrio judío y otras partes de la ciudad. El distrito se subdivide en diez secciones que desfiguran lo que fueron estos dos barrios. El distrito segundo se corresponde con el antiguo barrio de la Morería o de Santa María fundamentalmente, más otras partes de la ciudad y se subdivide en 22 secciones. El distrito tercero se corresponde con la Puerta de Toledo y la Atalaya y se subdivide en seis secciones. El distrito cuarto se corresponde con el barrio judío, el Perchel o de Santiago y una parte determinada de la ciudad y se subdivide en catorce secciones. Y por último el distrito quinto que se forma por los pueblos de Valverde, Las Casas y la Poblachuela y solamente tiene una sección compuesta por unos 1.572 ciudadanos.

Aquellos tres famosos barrios que constituían la ciudad, hoy se han convertido en veinte barrios que ni se configuran como distrito ni mucho menos como sección, en definitiva el barrio ha perdido su identidad social y se ha convertido en un conjunto muy variopinto de ciudadanos, instituciones y otros elementos que nada o muy poco tienen que ver con los rasgos que históricamente les pertenecían. No debemos olvidar que los pueblos castellanos se formaron entorno al castillo o entorno a la iglesia configurando una estructura central y radial de sus calles.

¿Se podría hacer en la actualidad otra distribución de la población en Ciudad Real que respetara la identidad histórica de la ciudad? Pues claro que se puede hacer si los antiguos barrios ( Cristiano, Judío, y Morisco) pasaran a ser distritos uno, dos y tres y todo los construido fuera del recinto amurallado, es decir fuera de rondas, se configurara entorno a distritos diferenciados por la posición entre carreteras que los dividen, tal como indica Ángel María Rico pero con algunas diferencias sustanciales. En definitiva habría que aumentar los distritos urbanos pero respetando la tradición histórica de su fundador.

El barrio del Torreón del Alcázar, históricamente perteneciente al barrio cristiano y a San Pedro, es el único que ha tenido un diseño, una planificación acorde con la nueva ciudad que se debería haber construido. Ciudad Real se ha hecho casi toda nueva. No se ha conservado su historia, sus monumentos ni su arquitectura. Todo se lo ha llevado la piqueta desordenada e interesada de unos pocos con el beneplácito institucional que no ha sabido o no ha querido conservar para la posterioridad nuestro acervo cultural, social, institucional y arquitectónico.

En el año de 1970, concretamente en el mes de diciembre se publicó el expediente de expropiación del Polígono del Torreón del Alcázar que afectaba a 142 edificios en los que vivían 1.436 personas de origen muy modesto. El desalojo de unas 367 familias se llevó a efecto entre el Ministerio de la Vivienda y el equipo Municipal, eso sí con la firme promesa de volverles a construir en ese mismo lugar las viviendas necesarias para potenciarles la vuelta. En el año 1973, es decir tres años después la misma corporación que había hecho el desalojo aprueba el Plan Parcial de Ordenación del Polígono del Torreón del Alcázar que nada tenía que ver con el cumplimiento de lo prometido a los antiguos propietarios. La primera licencia de construcción fue concedida a la Cooperativa de Viviendas del Magisterio Manchego aunque las viviendas no fueran solamente para este colectivo como así fue. Me recuerda las grandes obras de destrucción llevadas a cabo por Nicolae Ceausescu cuando mandó destruir doce iglesias, dos sinagogas, tres monasterios y más de 7.000 casas para construirse el mayor palacio de Rumanía y del mundo.

El barrio del Torreón que no coincide ni con el distrito número uno ni con las diez secciones administrativas en que queda divido administrativamente, es el barrio mejor ordenado y estructurado de la ciudad, con zonas verdes y un entramado social bien estructurado pero con problemas de bares, disco bares y multitud de chiringuitos que distorsionan la vida de su habitantes, debido a la poca sensibilidad de las autoridades municipales que han venido concediendo licencias como el que daba caramelos a la puerta de la escuela.

Es el Barrio de Ciudad Real con mayor historia muerta de la capital que en su día albergó el gran Alcázar Real mandado construir por Alfonso X el Sabio y en su aposentos se albergaron las Cortes de Castilla y León en 1346, órgano máximo de gobierno y de representación de las ciudades y la nobleza de Castilla y León gobernando el reino Alfonso XI. Igualmente Sancho IV, segundogénito de Alfonso X pasó unos días en el Alcázar. Enrique IV concede la ciudad como señorío a su mujer Doña Juana. En 1405 muere en el Alcázar Real la Reina de Portugal Doña Leonor de Téllez y Meneses. Juan I de Castilla concede la villa como señorío a su mujer Doña Beatriz de Portugal. Los reyes Católicos Isabel y Fernando pasan alguna temporada en el Alcázar. En definitiva esta fortaleza fue uno de los edificios más relevantes durante toda la edad media de España.

Sin lugar a dudas la mayoría de los edificios importantes que albergaron instituciones de prestigio en Ciudad Real se establecieron en el barrio cristiano o Barrio del torreón del Alcázar como ocurrió con la Chancillería Real, órgano de gobierno de la Corona y Tribunal Superior del Reino. La casa de la Moneda establecida en la calle de la Mata por Fernando I de Castilla. El Palacio de la Inquisición ubicado a los pies de San Pedro. La primera Escuela de maestros sita en la calle Ruiz Morote y después en la calle la Mata. Del Alcázar Real, según muchos historiadores partirían las inmensas galerías subterráneas que recorren buena parte del recinto amurallado comunicando los principales centros religiosos. El único vestigio que nos queda de la famosa muralla se encuentra en el Barrio del Torreón. Así no dudamos en manifestar que esta zona alta de la ciudad fue un elemento de unión constante con el poder central de Castilla y de León y que poco o nada nos queda de aquel pasado histórico glorioso. No existe en todo el barrio ninguna placa que señale donde se instalaron las instituciones que antes he mencionado. Los recuerdos son recuerdos y se olvidan, la escritura permanece y nos hace recordar lo que fuimos; Ciudad Real carece de historia y nada hace que podamos recordarla.

En el magnífico libro La Ciudad del Rey ,de un buen amigo Marcelino de Santiago Yustre, nos recuerda que por la puerta de la calle la Mata, magnifica construcción de piedra y baluarte defensivo, intentaron entrar las huestes del maestre de calatrava para adueñarse de la ciudad y los ciudadrealeños se lo impidieron a base de sacrificio y de muchas vidas ofrecidas para salvar la ciudad. Siempre Ciudad Real debería ser la Ciudad del Rey y trabajar por este insigne privilegio.