miercoles, 24 de abril

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Opinión

Nosotros mismos

Por Fermín Gassol Peco

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“El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable, para los temerosos lo desconocido, para los valientes es la oportunidad.” Víctor Hugo. 

Cierto día el hijo de un amigo hubo de ir al lugar donde trabajaba su padre como empleado de una empresa. En el preciso momento de encontrarse con él, recibía una orden del jefe. Le entregó aquello que su madre le había dado y se marchó sin poder mediar palabra. El chaval unió esta imagen en su mente con el hecho de que muchos días el padre regresara a casa quejoso del trato que recibía en el trabajo. Quizá sacara la conclusión de que su progenitor estaba sufriendo una especie de condena, porque llegada la noche, sentados ambos en el sofá, el hijo le manifestó su consecuente deseo: A mí me gustaría trabajar sin tener que dar explicaciones ni depender de nadie. Y el padre, tras esbozar una sonrisa, lo abrazó y le respondió con una sola una frase: Hijo mío, para eso tendrás que saberte decirte ¡no! a ti mismo muchas veces. Es el único y alto precio que habrás de pagar por no depender económicamente de nadie, sólo de tu esfuerzo y responsabilidad.

El paso de súbdito a ciudadano, el cambio en la concepción de vivir como una persona políticamente dependiente a ser ciudadano libre y autónomo es el hecho trascendente que marca el paso de una dictadura a una democracia.

 La democracia tiene la enorme virtud de posibilitar el ejercicio de todos nuestros derechos que son como esos deseos de ser libres de muchas cosas para poder realizar otras y ser dueños así de nuestro destino colectivo como nación que al fin y a la postre es como decir de nosotros mismos. Porque haciendo uso de esta situación de dignidad y libertad somos nosotros los que hemos de trazar el futuro concreto más conveniente entre los muchos posibles, sin más armas que la responsabilidad, la honradez de pensamiento, la ilusión y las ganas de trabajar. Es decir, nosotros mismos.

 Si como el hijo de mi amigo, pretendemos ser autónomos y no tutelados en ningún momento por nada ni nadie, habremos de recurrir a nuestro sentido del esfuerzo, deber y responsabilidad de manera permanente. A querer enfocar la vida como un reto y no como una costumbre. A saber decir “no” a esos reclamos que nos invitan a suplir la ilusión por la rutina; a querer ser emprendedores de ese futuro que todos en el fondo deseamos y que vislumbramos.

Pretender ser a la vez ciudadanos y súbditos de un sistema libre y subsidiado es como querer ser unas aves con hermosas alas que solo pretenden volar en un limitado corral; querer vivir en una libertad…limitada, en una aparente libertad que a la postre se sustenta en el pesebre…de los estómagos agradecidos, de la falta de ideas e iniciativas, de los subsidios y subvenciones.

No hay autonomía ni libertad posible sin renuncias a esos falaces reclamos que nos invitan a la comodidad, ser burgueses de la mediocridad y el tedio, a dejarlo todo para más tarde…o para nunca. Porque pensando y obrando así jamás llegaremos a culminar ese futuro que nos está esperando y que todos tanto ansiamos, sino que entre todos también lo acabaremos abortando con nuestro inmaduro comportamiento de súbditos, es decir de personas políticamente demasiado dependientes. ¡Menudo viaje el que habremos hecho entonces durante estos últimos cuarenta años!.