viernes, 19 de abril

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Opinión

¿Existe el centro político?

Artículo de opinión de Emilio Nieto López, Primer Decano de la Facultad de Educación UCLM

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Conocido es que muchas de nuestras palabras proceden del latín y del griego y como no podía ser de otra manera la palabra centro proviene del latín CENTRUM que significa el eje del compás sobre el que gira la otra manilla. Esta palabra latina a su vez procede de la palabra griega Kentron con significado de pincho, punzón aguijón, dardo etc. ¿Será el centro el aguijón o la manilla del compás sobre el que todos los partidos quieren girar?

Parece que el centro político, siempre que haya existido, ha sido considerado como algo situado en un espectro o terreno de nadie, sin principios determinados o concretos, sin fundamentos filosóficos e ideológicos determinados, con esperanzas basadas en la bondad y en el bien hacer de las teorías kantianas y Aristotélicas y sin arriesgar en sus postulados activos y muy inclinado al acuerdo entre las partes, tomando de cada una de ellas algo que le conviene o mejor dicho deseables para el individuo. Al considerar al hombre como un animal político tal como dice Aristóteles, las ideas, o mejor dicho los deseos del centro político se encauzan o dirigen mucho más al consenso, al diálogo racional y a las prácticas ambivalentes de signo cambiante según lo hace la sociedad en la que vive el ser centrista.

Como hemos indicado, las posiciones ideológicas del centro político son muy vagas y sin grandes principios filosóficos en los que apoyar su doctrina ya que en la práctica, elemento éste de suma relevancia para el centro, los gobiernos que quieren gobernar desde el centro social y político se apoyan en políticas de centro derecha y de dentro izquierda, sabiendo que en este punto imaginario y utópico se encuentra la mayoría de la sociedad tanto activa como pasiva. Deberíamos tener muy en consideración aquellas palabras muy certeras de Margaret Thatcher cuando habla del centro político y dice: estar en el centro de la carretera es muy peligroso; te atropella el tráfico de ambos sentidos.

Parece oportuno estudiar lo que es el centro político desde diferentes perspectivas como pueden ser: la vertiente económica, las relaciones internacionales, los aspectos militares o en actuaciones concretas del ámbito social para comprender si el centro político tiene una identidad propia o por el contrario se apoya en otras ideologías o principios filosóficos.

En el campo económico una programa de centro combina el liberalismo económico propio de los partidos de centro derecha, la libre empresa, la competencia de los mercados con el intervencionismo selectivo del Estado en algunas de las grandes áreas sociales como la educación, la sanidad, el reparto social propias del centro izquierda, por lo que en este apartado los centrismos ni aumentan ni disminuyen el estado del bienestar de los ciudadanos; más bien copian del liberalismo económico aquellos principios que rigen en la economía de mercado y en la libre circulación de mercancías a nivel mundial e intervienen en servicios usados o demandados por todos los ciudadanos.

En el campo de las relaciones internacionales o diplomacia internacional los gobiernos de centro optan por el apoyo sin fisuras de la Unión Europea y de la mayoría de las instituciones mundiales mientras que los partidos de extrema izquierda o derecha se oponen al normal desarrollo de estas instituciones europeas y mundiales porque su objetivo es totalmente diferente como ocurre con todos los partidos populistas que en este siglo han experimentado cierto auge.

El centrismo político no es militarista pero sí apoya, como lo han hecho todos los gobiernos europeos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) frente a otras organizaciones políticas, estados, regímenes cuyo objetivo es el poderío militar y si fuera posible la conquista, por la fuerza, del poder. Parece lógico entenderlo así porque el centrismo, como hemos repetido no es una ideología, no parte de una concepción del ser humano y del Estado tal como lo hacen el liberalismo o el socialismo.

Esta tercera vía de gobierno que, bien podríamos decir que parte o se sustenta en posiciones ideológicas de la derecha o de la izquierda, puede defender una cosa o la contraria dependiendo de la situación y de la propuesta de uno u otro grupo ideológico. Además se adapta perfectamente a los cambios que las otras ideologías vayan haciendo conforme cambia la sociedad, así el centro político se irá acomodando a ese otro centro que antes poseía. En este sentido y por lo tanto dentro de la teoría politóloga de Otto Kirchheimer y Maurice Divergir los partidos centristas, dentro de la retórica ambigua de capturar votos a izquierda y derecha abrazan sin ningún problema la teoría de atrápalo todo.

En Europa y muy especialmente en los años setenta y ochenta hubo muchos partidos cuya característica más significativa, aunque solamente sea de nombre, de tipo centrista como el UDF francés, los liberal demócratas ingleses, partidos italianos coaligados en la Margarita, el Centro Democrático y Social o el CDS y el actual C´s en España, el famoso PRI que gobernó en México más de setenta años pero todos ellos tuvieron que dar el paso a partidos ideologizados de derechas o de izquierdas.

Parece cuando menos curioso que todos los partidos centristas han sucumbido o bien ante partidos de centro derecha o bien de centro izquierda cuando no departidos ultra. Y parece casi evidente que esto haya ocurrido así porque como venimos indicando el centro político, en sí mismo, no existe ni puede existir porque los partidos tienen que tener ideología y filosofía política de uno o de otro signo. Es muy difícil poder gobernar dependiendo, en cada momento del pensamiento ideológico de otro y haciendo realidades sociales que no son propias. Dar gusto al otro no es posible siempre y menos cuando se trata de la cosa política.

Y esto es lo que ocurre y lo que ha ocurrido con los llamados partidos de centro que ellos solos se han ido desdibujando y cayendo paulatinamente, bien porque no han sido capaces de adaptarse a los cambios ideológicos sociales, casi siempre bien entendidos por los partidos con ideología o bien porque los votantes se han dado cuenta que esos partidos no han sido capaces de permanecer en el fiel de la balanza y sin querer o queriendo se han ido escorando hacia un lado o hacia el otro.

Podríamos decir, sin ánimo de disgustar a los que aún siguen creyendo en ese centro político ideal para el consenso y para la virtud, que esa política no es propia, que es casi imposible llevarla a feliz término y que, en la mayoría de las ocasiones, se gobierna mirando a la derecha o la izquierda para saber lo que se debe hacer y eso demuestra poco o nada de criterio propio por lo que, casi siempre, los errores se pagan en las urnas.

En muchas ocasiones hemos oído hablar y decir que la inmensa mayoría de los ciudadanos ocupan ese centro que no es de nadie y que es de todos y que cuanto más se acerca un partido a esa clase de ciudadanos no ideologizados cuyo único objetivo es tener una vida saludable, estable y a ser posible alejada de los políticos y de sus ideas o ideologías, tanto mejor para conseguir su beneplácito y por lo tanto su voto, y en España esto ha ocurrido así al menos en dos ocasiones: El PP se acercó al centro ciudadano y consiguió una mayoría absoluta en marzo de 2000 y lo mismo pasó en noviembre del año 2011 con Rajoy y sus compromisos de unir a todos los españoles en un gran proyecto de nación, así como solidarizarse con los más necesitados, pero en ambas ocasiones se perdió el gobierno de la nación y cayó en manos de un partido muy ideologizado como es el PSOE.

En definitiva, parece que a los ciudadanos les agradan mucho las políticas centristas pero se cansan muy rápidamente de ellas y vuelven a votar a partidos con ideología liberal o socialista.