sábado, 27 de abril

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Opinión

El diálogo

Por Fermín Gassol Peco

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Dialogar o no dialogar esta es la cuestión. El diálogo es siempre positivo, fuente de acercamiento, signo de inteligencia, método para la construcción cívica, medio de entendimiento a todos los niveles, familiar, profesional, espiritual y social. ¡Bravo pues por quienes siempre apuestan por el diálogo cuando lo requiere el tema o la ocasión! Sin embargo, para que el diálogo sea posible existe de antemano una condición necesaria e insalvable: que exista alguien con quien o quienes hacerlo (que después vendrá la consideración sobre si el tema en cuestión tiene chicha para que el diálogo se deba dar). Porque la intención de dialogar con otros no conlleva el éxito seguro de la empresa propuesta, que con la intención no basta. Menos aún si quien eso pretende lo hace a modo de esas conversaciones mantenidas por el genial Gila hablando por teléfono de manera festiva…consigo mismo.  

El ex juez Baltasar Garzón a pregunta realizada en una cadena de televisión acerca del asunto catalán, el cofundador del partido Actúa se descolgó con una respuesta que llevamos oyendo de manera machacona e invariable hace años instalada en lo políticamente correcto pero que sin embargo vemos un día tras otro que se antoja como algo estéril y una formidable pérdida de tiempo y por supuesto de dinero, de nuestro dinero, del dinero de los demás españoles que asisten a este espectáculo dantesco del hijo mimado y consentido que en pago a los privilegios quiere abandonar la casa: hay que dialogar, recalcó Garzón.

En otra entrevista aparecida en un medio escrito, el expresidente Zapatero alentaba a Sánchez a que siguiera dialogando. El ex juez de la Audiencia Nacional hablaba de lo que haría si tuviera la responsabilidad de gobernar, pero el ex Presidente del Gobierno, en su línea habitual confundía los términos porque tendría que haber dicho “intentar dialogar”. Porque es evidente que si bien dos no riñen si uno no quiere, no es menos cierto que nadie puede dialogar con alguien que ni siquiera lo pretende.

El diálogo que todos los gobiernos españoles han intentado con los separatistas acerca del derecho a la autodeterminación como cauce legal para la independencia, ha sido estéril como por otra parte no puede ser de otra manera ya que el diálogo se establece para tratar asuntos de interés común. El diálogo en este tema tan grave al contrario se está convirtiendo en una herramienta sin ninguna función que solo sirve de momento para seguir mareando la perdiz y prolongar una situación que desgraciadamente no tiene visos de solución, al menos por esta vía.

Los catalanes han logrado del Estado un nivel de competencias y dinero que para sí quisieran otras regiones de España. Hasta este momento, los dolores de cabeza los calmaba el Gobierno aplicando dosis de terapia económica. Pero las bases ya no desean esto, sino directamente la independencia, cuestión que ya se torna absoluta, dejando la relatividad de anteriores situaciones y demandas muy atrás.

Sin embargo, Sánchez insiste una y otra vez en dialogar. Y Torra, en su interior estupefacto, accederá a hacerlo para hablar sobre la goleada del Barcelona en el campo del Levante. Pero lo más preocupante de todo, es que nuestro presidente siga respondiendo a los silencios de Torra, con ofertas  y más ofertas que nada tienen que ver con aquello que los independentistas pretenden y desean. Y en resto de la ciudadanía, de mirones, de convidados de piedra.