jueves, 28 de marzo

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Opinión

Los cuarenta y cuatro votos de Marinaleda

Por Fermín Gassol Peco

Imprimir noticia

Quién iba a decir que cuarenta y cuatro votos depositados en las pasadas elecciones andaluzas acabarían siendo objeto expreso de un programa de televisión. ¿Lo fue acaso porque ir a votar en cuclillas o gateando, disfrazados o disfrazadas de lagarteranas o en bolas que ahora es una manera habitual para reivindicar algo? Si hubiera sido por una de estas razones la cosa habría pasado como una noticia divertida dentro de los telediarios, que en Andalucía, la gracia te la encuentras en cualquier esquina. Pero desgraciadamente quienes tuvieron esa iniciativa lo hicieron desde una visión lúdica mucho menos jocosa y mucho más peligrosa: ir a la caza y captura informativa de cuarenta y cuatro personas que votaron libremente a un determinado partido político.

Cuando alguien se cree intrínsecamente, genéticamente gracioso pensando que lleva la gracia siempre encima, aunque sea sonándose los mocos con la enseña nacional, cuando una cadena de televisión mantiene una estrategia diaria de diversión a costa de una parte de la ciudadanía a la que pone en entredicho y no pocas veces ridiculiza…poquito a poco, elevándose sobre la confianza que les da pensar que son los que, no solamente representan la ironía inteligente, la gracia y chispa, sino a los demócratas fetén, cogen el coche y se largan hasta Marinaleda con el propósito divertido propósito de reconocer y marcar a cuarenta y cuatro ciudadanos y ciudadanas que han ejercido libremente su derecho a voto.

Lo realizado por esta cadena de televisión con la ayuda de algunos vecinos de aquel paraíso comunista, que se ofrecieron para “delatar” a quienes ellos pensaban habían votado a ese partido, es de lo más infame que un medio de comunicación desde que existe nuestra democracia se ha atrevido a emitir. Un programa que de haber sido en sentido contrario, cosa que hasta ahora no ha sucedido ni de lejos, habría sido contestado de la acostumbrada manera que todos sabemos, y en esta ocasión no sin razón, en la calle.

Pero no nos llevemos a engaño, lo sucedido en Marinaleda no puede ser considerado como un error del que ya ha pedido disculpas la responsable, no. Aquí lo que subyace es algo muchísimo más preocupante: desde aquel deplorable cordón sanitario a estilo nazi, la izquierda piensa que tiene en su poder el gen de la democracia, tanto más cuanto más extrema y a la derecha, ni agua. Ocurrencias como las de esta cadena de televisión con los y las cuarenta y cuatro votantes de Marinaleda, lo sigue certificando.

Esa izquierda más extrema, graciosa y chulesca que llega al sumun y está representada en el Parlamento con ese humorista de la política apellidado Rufián que utiliza el hemiciclo para contar unos chistes que solo hacen reír a unos cuantos como él y a algún presentador de televisión que se las da de ser el más inteligente y que hacer poner en duda si esa izquierda se puede considerar verdaderamente democrática aunque la voten miles de personas, exactamente igual que sucede con ese partido al que quieren descalificar.

Lo sucedido en Marinaleda es la consecuencia de una deriva utilizada por algunos medios de comunicación visuales y escritos por la que todo lo que hace la izquierda, además de legítimo resulta muy gracioso. Luego no entienden que se les corte la sonrisa cuando aparecen de sopetón no cuarenta y cuatro, sino cuatrocientos mil votos en unas elecciones autonómicas, que de seguir con esta estrategia tan jocosa, a buen seguro que mañana vendrán más.