Sociedad
Excmo. Cabildo Catedral y sacerdotes con celebrantes. Ilmo. Sr. Vicario General de la Diócesis. Sr. presidente y hermanos de la Hermandad de nuestra señora, Santa María del Prado. Sra. presidenta y Camareras de la Corte de Honor de la Virgen del Prado.
Ilmas. autoridades que nos acompañan en esta Eucaristía.
Saludo también al Pandorgo y a la Dulcinea y sus damas de estas fiestas.
Queridos hermanos todos, devotos de nuestra señora, la Virgen del Prado, que habéis querido celebrar desde la fe la fiesta de nuestra señora bajo la advocación de la Virgen del Prado.
Cada año, la celebración de la fiesta de la Virgen del Prado, nuestra patrona, nos brinda la oportunidad de fijar nuestros ojos y centrar nuestro corazón en nuestra madre, la Virgen María, bajo la advocación de nuestra señora la Virgen del Prado y en la fiesta de su asunción a los cielos.
Su persona y su vida nos actualizan lo que significa ser creyente, que consiste en vivir los dos mandamientos principales que constituyen nuestra identidad de cristianos y seguidores de Jesús: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a nosotros mismos.
En María encontramos perfectamente vividos ambos mandamientos. Su vida fue un auténtico canto al amor a Dios sobre todas las cosas. El amor a Dios fue para ella siempre lo primero y lo más importante que condujo toda su vida.
Por amor a Dios:
- En los momentos buenos
- En los momentos de dificultad y de dureza.
1. Su manera de actuar interpela la nuestra y, a veces, choca frontalmente con nuestra vida produciéndose un verdadero contraste que debe llevar a que nos preguntemos:
Y eso en las distintas facetas de la vida:
- En nuestra vida personal.
- En la vida de nuestras propias familias
- En nuestro trabajo.
- En nuestra vida social
2. La forma de vivir de María nos actualiza y nos hace revisar cómo estamos viviendo el segundo mandamiento de amar al prójimo.
Cristo nos pone este segundo mandamiento como el mandamiento nuevo: «Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros como yo os he amado».
María es un auténtico modelo en el cumplimiento de cuanto pide este mandamiento nuevo. Ella amó y estuvo siempre al servicio de los demás:
María fue una auténtica servidora y amante de los hermanos, de los demás. Su comportamiento con los demás, cumpliendo el mandamiento nuevo, la sitúa en ser un verdadero ejemplo y testimonio de alguien que cumple dicho mandamiento nuevo.
Su comportamiento con los demás nos anima a nosotros a imitarla en nuestra vida en nuestra relación con los demás traduciendo dicho amor en:
En María encontramos el modelo perfecto de alguien que vivió este estilo de vida de Jesús. Para ello:
Vamos a pedir a la Virgen Madre, nuestra señora del Prado que nos ayude a vivir como ella vivió los dos mandamientos que resumen todos los demás, para que nosotros también, desde nuestro ejemplo y vida, seamos para los demás un auténtico testimonio que ayude a otros a vivirlo como ven que nosotros lo vivimos.