viernes, 29 de marzo

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Cultura

Alamillo a mediados del siglo XVIII

Imprimir noticia

Carlos Mora Mesa. Cronista Oficial de Guadalmez.- Gracias al detallado informe que nos ofrece el Catastro del Marqués de Ensenada, podemos realizar una radiografía, bastante exhaustiva,  de cómo era el Lugar del Alamillo a mediados del siglo XVIII, una aldea dependiente de Almadén, en el Campo de Calatrava y provincia de La Mancha,  que en 1752 contaba con 108 vecinos. A diferencia de hoy en día, que el crecimiento urbano de los siglos XIX y XX se ha desarrollado a lo largo de la Calle Nueva, en el siglo XVIII, la Plaza Mayor y la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Concepción, eran el corazón de la aldea, de donde partían las calles que conformaban el núcleo de población. Así pues de la Plaza partían las siguientes arterias: Calle Nueva, Calle de la Laguna, Calle de la Fuente, con la plazuela de Portugalejo, Calle del Retamal, Calle de Barrionuevo y el Callejón de Chicharro. Como vemos, nombres que, en su mayoría, aún se mantienen en la actualidad. También se encontraba en la plaza la Casa del Concejo, que era a su vez Pósito y Cárcel Pública,  pero lindando con la Calle de la Fuente y la casa de Alonso Pizarroso, es decir, en el lado contrario en el que se encuentra hoy en día el Ayuntamiento.

La parroquia estaba atendida por D. Francisco Salbago, teniente de cura, de 35 años, y por D. Francisco Rodríguez, sacerdote secular de 25 años. Con D. Francisco Salbago vivían una hermana, mayor de 18 años,  y una criada, Ana Romero, de 25 años, y para el cuidado de los bienes raíces y ganado propiedad de la parroquia, contaba con los siguientes criados: los gañanes Benito González y Andrés López, Salvador Romero como mayoral del ganado lanar, ayudado por Tomás Romero. Alfonso Romero y Pedro Bravo, ejercían de zagales, y José Bravo como mayoral del ganado de cerda. La iglesia también era la propietaria de un horno para cocer teja y ladrillo en el sitio de La Fuente, y otro horno donde se cocía la cal, en el sitio de Los Casares, a medio cuarto de legua de la población.

A espaldas del templo parroquial, existía una casa solitaria de 36 varas de frente y 14 de fondo, con tres cámaras, ocho jaulas para garañones (semental del asno), dos caballerizas, un pajar, patio y corral, propiedad del Excelentísimo Duque de Medinaceli, y que se había utilizado antes de 1752 para la cría de muletos (mulos jóvenes). En ese año se encontraba alquilada por 8 ducados al año a un particular.

Sólo un hidalgo habitaba en la aldea, D. Pedro Díaz de Alcántara, que a sus 80 años, se encontraba ciego e impedido. Su mujer contaba con 55 años.

En este año de 1752, el alcalde del Lugar era Miguel Martín Arenas, un labrador de 62 años, casado con una mujer de 50 y padre de dos hijos, que vivía en la Plaza Mayor. Para su asistencia contaban con una criada, Josefa Pérez, de 22 años. El regidor era Antonio Rivera, de 32 años, y D. Pedro Tomás Bejarano, natural de Villanueva del Duque (Córdoba), de 48 años, ejercía de cirujano y sangrador. También el sacristán Juan Francisco Javier López, de 35 años, hacía de sangrador en sus ratos libres.

Francisco Trujillo, de 35 años, trabajaba de herrero, y Alonso Moreno, de 40 años, era el albañil, al que ayudaba un aprendiz de 15 años, Benito Sánchez. El resto de la población o bien eran jornaleros o labradores. Entre los labradores, los había que contaban también con ganado, y criados para su cuidado, como el propio alcalde, Miguel Martín Arenas, Domingo Carmona de la Hidalga, Juan Rivera o Juan González.

Tras la muerte de Eugenio Jurado y su esposa, sus hijos menores, Francisco de 9 años, José de 6 y Diego de 5, quedaron bajo la tutela de Juan Montes Jurado, y se veían obligados a pedir limosna para sobrevivir, además del ducado y medio que les pagaba anualmente Sebastián Alcudia, por la propiedad de media casa en la Calle de la Laguna. Ellos vivían en la Calle Nueva, entre la casa de María Gómez de la Hidalgo y la de Miguel González Serrano e Inés Montes, vecinos de Almadén.

En la Plaza Mayor, como era denominada en esa época, tenían su casa, partiendo desde la Calle Nueva,  María López, Francisco Pérez de la Hidalga, Eugenio Sánchez Cisneros y Francisco de la Fuente, Juan de Rivera, María Antonia Pedrajas, Manuel Rivera, Juan de la Fuente, Alfonso Pizarroso y María Pinara, Pedro Romano, Julián Fernández, Juan Sánchez Redondo y Diego Palomo, Miguel Martín Arenas, Pedro y Francisco Rivera, Miguel García Bejarano, Alonso Fernández y Catalina Martín, Domingo Carmona, Antonio Flores y María Sánchez de Yegros, Josefa María Pérez y Francisco Cisneros.

En la Calle Nueva, partiendo desde el Ejido de la Terrera, eran propietarios de casas Juan Martín Bravo, Manuel Rivera, Lucas del Olmo, Juan y Antonio Fernández, María Gómez de la Hidalga, los herederos de Eugenio Jurado (Francisco, José y Diego), Miguel González Serrano e Inés Montes, Juan Rivera, Juan González, Sebastián Muñoz y Miguel Romero, Benito Iruela, María Jiménez Cisneros (cuya casa ya lindaba con la plaza), Juan Alfonso Redondo, Bartolomé López, María Pérez, Alfonso Sánchez Redondo, Diego Palomo y Josefa Rivera, Antonia Ruiz, Manuel de Flores, y Diego Fernández, Juan y María Zornoza, casa que daba también a la Plaza Mayor.

En la Calle de La Laguna tenían casa Josefa Rivera, Juan Casimiro y Miguel Martín Arenas, Catalina Martín, Benito García, y Sebastián de Alcudia junto a los herederos de Eugenio Jurado.

En la Calle de la Fuente encontramos las casas de Miguel Martín Pérez, Isabel Fernández, Juan Casimiro Flores, Manuel García Bejarano y Luisa Sánchez, José Bravo, Alonso Fernández, casa perteneciente a la parroquia, Alonso Pizarroso, Sebastián Ruiz, un cuarto bajo perteneciente al Concejo, Cristóbal Mateos, Miguel Martín Pérez, Juan García Aperador, Casa del caudal de Nuestra Señora de la Concepción, propiedad de la parroquia, Francisco Sánchez Chamero y Simón Jurado, Antonio Rodríguez y el pajar de María Jiménez, que linda con el callejón de Chicharro.

En la Calle del Retamal, los propietarios de casas eran Francisco Antonio de la Hidalga, Juan García Bejarano, Manuel García Bejarano, Pedro Ruiz Arévalo, Francisco Delgado, Juan Chamero, Juan Delgado, Juan González, Luis de Espejo, Juan Pablo Ruiz Arévalo, Juan Tirado Aguilar, Manuel Pizarro, José Romano, Manuel Villegas, José Villegas, José Romano, Bartolomé Rodríguez y la casa de María de Flores, una casa cubierta de retama.

Y en la Calle de Barrionuevo, que lindaba con el Ejido, todos los que tenían casa se llamaban Juan: Juan Iruela, Juan Galán, Juan Montes Jurado y Juan Gómez Delgado.

DOCUMENTOS ADJUNTOS