jueves, 28 de marzo

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Opinión

La verdad

Por Fermín Gassol Peco

Imprimir noticia

Siendo niño, sentía con frecuencia la necesidad de oír hablar a las personas mayores, convencido, así lo creía, que al hacerlo estaba escuchando, más que sabias palabras, razonamientos que no eran sino el fruto maduro de la experiencia en quienes ya habían vivido mucho tiempo. Hoy, medio siglo después, he de confesar con cierto desencanto que en buena parte de los casos he podido comprobar que la edad y la madurez personal no van siempre de la mano.

En una época en la que con mucha frecuencia todo se relativiza, donde cada cual parece poseer su particular verdad y querer llevarla a cabo a toda costa, observamos que los encontronazos y desencuentros entre esas “distintas verdades y libertades” son continuos y en muchas ocasiones demasiado dolorosos.

En una época en la que tanto verdad como libertad se han convertido en meras proyecciones de una claustrofóbica subjetividad, estos pensamientos de Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, suponen altruistas y elevados conceptos de ambas realidades: “Mi libertad consiste en tomar de la vida lo que me parece mejor para mí y para todos”. “Tu verdad no, la verdad y ven conmigo a buscarla”.

En una época, en fin, donde parece imperar la otrora bíblica confusión de lenguas, Juan Pablo II nos dice algo ilustrativo, cierto y admirable: “Solamente la libertad que se somete a la Verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la Verdad y en realizar la Verdad”.

De las múltiples ideas vertidas por labios o plumas de tantos pensadores con muy distintas perspectivas a la hora de enfocar la vida, hay una que me resulta como la más profunda, liberadora y útil para culminar ese trayecto y proyecto que es llegar a ser un hombre auténtico: Aquella que Jesús pronunció: “La Verdad os hará Libres”. Una frase que denota en su autor un gran conocimiento de la idiosincrasia y trascendencia del comportamiento del ser humano porque se trata de una afirmación trasversal, no solamente de carácter meramente religioso o espiritual, que también, sino de un aserto que puede ser experimentado por cualquier persona que busque honradamente el fin de su existencia, la verdad de quien es, del porqué existe, el para qué de su libertad.

Si nos interrogáramos sobre aquellas características que más apreciamos tanto en nosotros mismos como en los demás, aquellas virtudes o bondades que nos gustaría, fueran moneda corriente y cotidiana…creo que la respuesta bien podría ser esta: conocer siempre la verdad para poder saber y ser completamente libres para poder realizar todo aquello que sabemos y conocemos. Saber elegir de entre todos aquellos que la vida ofrece, ese camino que posibilita a cada cual llegar a ser lo que su futuro espera de él. Ortega y Gasset lo expresaba diciendo: “Quien en nombre de la libertad renuncia a ser lo que tiene que ser, ya se ha matado en vida: es un suicida en pie. Su existencia consistirá en una perpetua fuga de la única realidad que podía ser”.

Es decir, aquello que va esculpiendo nuestro futuro y haciendo madurar  nuestras personalidades, es ese grado de pureza, de autenticidad que con los años las personas deberíamos ir adquiriendo a base de conocimiento y de libertad; eso que nos hace a cada hombre o mujer en concreto, un ser irrepetible y perfectamente definido, una continua y exclusiva promesa del mañana que cada día queda hecha realidad desde que comenzamos a tener uso de razón hasta el último instante de nuestra vida. La realización del trayecto y proyecto que la Historia tiene diseñada para cada uno de nosotros.

Llegar a ser uno mismo no es tarea fácil. Mantener la honradez mental a través de los años supone un ejercicio de permanente libertad personal. No convertirse en aborto o caricatura de lo que uno debió ser o en fotocopia estandarizada de otros, supone apostar de manera permanente y contundente por la verdad que en cada momento la vida nos pone delante y una gran entereza para poder llevarla a cabo con entera libertad.  Una libertad que Albert Camús define acertada y profundamente como “una oportunidad para ser mejores personas”. 

Verdad y libertad: dos tesoros que todo hombre recibe y que le posibilitan llegar a convertirse en aquello que escribió Kipling: “Si llenas un minuto envidiable y certero de sesenta segundos que te lleven al cielo...toda esta tierra será dominio tuyo y aún mucho más, serás un hombre, hijo mío”.