Opinión
Actualmente, cuando nos encontramos al Partido Popular en pleno proceso de primarias para la designación de su presidente nacional, nos vienen a la mente las declaraciones del portavoz del grupo popular en el Ayuntamiento de Ciudad Real, D. Miguel Ángel Rodríguez, respecto de las elecciones a primarias en el PSOE.
Decía entonces el Sr. Rodríguez que “mientras el PP sigue preocupado del empleo y la recuperación, el PSOE se mira el ombligo y sólo habla de primarias y candidatos”; algo “lamentable”, a su juicio, ya que se trataba de una forma de hacer política “egoísta” cada vez más alejada de la realidad y de lo que verdaderamente importa a los ciudadanos. Argumentaba D. Miguel Ángel que los ciudadanos “nos han elegido para ser servidores públicos y no para perder el tiempo enredando con listas, candidatos, cargos o primarias”. Un canto a la cooptación o designación a dedo.
Lo que no sabía el Sr. Rodríguez, ¿o sí?, es que las primarias pueden dinamizar la vida interna de los partidos, movilizar a sus afiliados y simpatizantes y romper las tendencias oligárquicas de sus organizaciones. Tampoco se imaginaba que, a la vuelta de la esquina, su partido iba a recurrir a este proceso tan denostado por él. Dada la situación, si no querías caldo, toma dos tazas.
Como lo pensábamos antes y también ahora, deseamos expresarle al portavoz del grupo popular en el Ayuntamiento de Ciudad Real, y a los que piensan como él, que los procesos de primarias dentro de los partidos políticos son una prueba de transparencia interna y salud democrática cuando son de verdad y no impuestas Nos congratula haber sido los primeros en hacerlo en este país, algo que ya es tendencia. Y nos agrada sobremanera que el PP haya tomado nota y, a regañadientes, haya cambiado su posición permitiendo a sus militantes dejar de ser actores pasivos.
Las declaraciones del Sr. Rodríguez vienen a decir que todo proceso de primarias cuando se realiza en otros ámbitos que no es el suyo significan división, descomposición de un partido político, falta de liderazgo e ideología dispersa. Suponemos que en estos momentos si tuviera que volver a hacerlas, creemos que no se atrevería, hablaría de contraste de ideas, democracia interna y enriquecimiento como entidad.
Sr. Rodríguez, ¡qué puñetero es el refranero!