Opinión

11/08/2019

La Mancha en agosto

Por Fermín Gassol Peco

Cae a plomo el Sol en esta tierra, angosta y agrietada está su alma,         pendiente de un futuro siempre incierto, ausente de frescor y de esperanza. Enjuta, sedienta, sometida al aire de una crisis que montada sobre sus lomos la atenaza.

Solo allá en el horizonte se adivinan diminutas motas verdes de racimos,         que dentro de unos días, en setiembre, serán cosechados y en los lagares hechos vino.

La Mancha en estos días, pleno estío, muestra su pajiza y seca piel recién segada, en la espera que una reja fecunda la penetre para volvernos a dar el pan y la esperanza, empapando desde el cielo los sembrados, abonando la ilusión de otro mañana.

Mientras llega la esperada sementera, rebaños de ovejas, desde el alba la pastean, levando tras sus pasos unos nimbos polvorientos, suspendidos entre la tierra y el sol en las majadas.

Tierras de veredas, caminos y cañadas, tierra plana, tierra firme, tierra ancha, tierra a veces, demasiadas, no apreciada, ¡qué digo! Casi siempre despreciada.

Luz temprana, luz entera, luz anclada, Gente amable, gente humilde, gente llana. Así son las tierras, las personas y el verano en esta inmensa llanura que es La Mancha.

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