Opinión

22/09/2023

Caza y ética

Por Juan de Dios García, delegado provincial de la Federación de Caza de Castilla-La Mancha en Albacete.

Los cazadores estamos viviendo una época en la que estamos saturados de vídeos de “caza”, algunos de ellos recogen  con más o menos fortuna la realidad de una actividad noble y apasionante, otros,  bajo mi punto de vista solo nos muestran la habilidad de unos personajes de los que ahora se denominan “ influencer” que se limitan a hacer blanco sobre animales a distancias increíbles  y que parece que promocionan éste tipo de actuaciones, es decir, los disparos a distancias límite, casi imposibles, donde se hace difícil distinguir al animal objetivo, a no ser que se disponga de unos materiales ópticos de última generación y de gran calidad.

Particularmente entiendo, como diría Ortega y Gasset, que para que exista la caza, es fundamental, que el cazador sepa desarrollar todas sus habilidades para poder llegar a la pieza objeto de caza y ésta pueda tener la oportunidad de defenderse al desarrollar todo su instinto de huida. Es decir para que exista caza, entiendo debe darse el hecho que los cazadores de verdad, denominados “la emoción del lance”. El verdadero cazador debe buscar siempre el abatimiento de la pieza procurándole el menor sufrimiento posible y en situaciones de “igualdad” razonable. Entiendo que hay modalidades de caza mayor,  donde el disparo necesariamente tiene que realizarse a cierta distancia, personalmente soy partidario de no superar nunca los doscientos cincuenta o trescientos metros en un rececho, en montería esa distancia ni me la planteo, por mucho tiradero que tengamos, porque seguramente lo único que haremos será provocar disparos mal colocados  ocasionando sufrimiento innecesario al animal, además de quitar oportunidades a los puestos vecinos.  Qué emoción puede sentirse al disparar sobre un animal a más de quinientos  metros, una modalidad que al parecer se está poniendo de moda, distancia  en la cual, el animal objetivo, ni siquiera ha sido capaz de detectar el peligro y por supuesto no ha podido desarrollar toda su capacidad de defensa. Personalmente no le encuentro ningún sentido a esto y quien sea partidario de éstas prácticas, por supuesto ayudándose de magníficos accesorios ópticos, yo personalmente no le denominaría cazador, sino que será un perfecto francotirador.

Recuerdo cuando de pequeño cuando acompañaba en sus jornadas de caza a mi padre y su cuadrilla tras la caza menuda, perdices, conejos y liebres,  supe apreciar los consejos de los mayores, los cuales hablaban siempre  del respeto a los animales y sobre todo inculcaban lo que ellos tenían muy claro, que  las perdices y liebres tenían su “distancia de tiro”, todo ello con el fin de poder aprovechar su carne, en cuanto a los conejos, he visto rehusar el disparo sobre muchos de ellos por  ir muy enmontados y no ofrecer un blanco claro, además de suponer un riesgo para los perros perseguidores. Es cierto, que circunstancialmente, he tenido que cazar con algunas personas que he podido comprobar no tienen el más mínimo respeto por las especies de caza y únicamente por el afán de “matar más”, que el compañero, les he visto abatir perdices y conejos, que una vez cobrados sus restos, más parecían un estropajo, que una  noble especie cinegética. No hay nada que me provoque más indignación.

Este afán por abatir más piezas de que el compañero, que poco tiene de ético,  es una nueva moda que se está extendiendo y que también se ve plasmada y fomentada  en los innumerables reportajes de los llamados “campeonatos de caza”. Probablemente desde la Federación, quizá estamos dando un visión equivocada de lo que es la caza en su pura esencia y quizá sin pretenderlo estamos fomentando un tipo de “caza”, que nada o muy poco tiene que ver con lo que realmente es esta actividad, una actividad de eminente carácter social, de compañerismo de compartir lances y de pasar jornadas en armonía y sobre todo de respeto con el campo y lejos de avaricias, ansias y egoísmos, que provoca la competición. Opino, que no llevamos buen camino, pero esto ciertamente es una opinión muy personal.

Otro asunto que merece ser tratado por su  ética cuestionable, es el empleo de sistemas de visión nocturna o térmica. Ciertamente esta tecnología empleada en circunstancias concretas  puede ser una herramienta valiosa, pero hacerlo con carácter general no me parece ético. Cualquier cazador experimentado generalmente sabe distinguir en un aguardo el tipo de animal que le está entrando y con una buena óptica y nuestra linterna acoplada o el foco de siempre, entiendo son más suficientes para disparar con seguridad a nuestra especie objetivo. Es un hecho, que de un tiempo a esta parte y al amparo de unas autorizaciones cada vez más generosas para supuestamente paliar daños en cultivos tenemos nuestros campos convertidos en verbenas nocturnas donde multitud de “cazadores” dotados de artefactos de tecnología militar de última generación se dedican a poner patas arriba cualquier animal que les cuadre. Es cierto que hay cazadores que hacen un uso correcto de ésta tecnología, pero me da la impresión, que son los menos.  De no poner los medios, a corto plazo estaremos poniendo en serio riesgo la pirámide poblacional de algunas especies, particularmente jabalíes, ciervos y corzos. De seguir así, será más fácil ver al Sr. Puigdemont jurar la Bandera Nacional, que un guarro de porte medio en una montería.  

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