La película de la tele

 

Odio en las entrañas (1969)

Director: Martin Ritt

Intérpretes: Sean Connery, Richard Harris, Samantha Eggar, Frank Finlay, Anthony Zerbe, Bethel Leslie, Art Lund, Anthony Costello, Philip Bourneuf, Brendan Dillon, Frances Heflin, John Alderson, Malachy McCourt, Susan Goodman

Sinopsis: En 1876, en Pennsylvania, un grupo de mineros decide crear una sociedad secreta, "The Molly Maguires", que comete sabotajes para presionar a los patronos y conseguir así mejorar sus condiciones laborales; pero los propietarios contratan a un detective para que se haga pasar por minero, se infiltre en la sociedad y la destruya.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Este domingo 9 de agosto a las 16:00 h. en Paramount.

Olvidado hoy en día, el estadounidense Martin Ritt fue uno de los más destacados miembros de esa primera generación de cineastas procedentes de la televisión, junto a otros colegas de idéntica o superior talla como Robert Mulligan, Sidney Lumet, Sydney Pollack, John Frankenheimer, Delbert Mann y varios más.

Profesionales entrenados en dramáticos y todo tipo de programas que demostrarían una enorme cualificación y preparación en su salto a la gran pantalla. ODIO EN LAS ENTRAÑAS tal vez sea uno de sus trabajos más destacados, junto a DONDE LA CIUDAD TERMINA, LA GRAN ESPERANZA BLANCA, HUD, RISAS Y LÁGRIMAS, CINCO MUJERES MARCADAS, EL ROMANCE DE MURPHY y EL ESPÍA QUE SURGIÓ DEL FRÍO.

Recoge la historia de una sociedad secreta minera –los Molly Maguire a los que alude el título original- de inmigrantes irlandeses, existente en la Pennsylvania del siglo XIX, turbulenta época de revueltas y reivindicaciones sociales. Un infiltrado contratado por los patronos será el encargado de poner fin a las mismas granjeándose la confianza de su líder.

Se basa en un excelente guión muy comprometido del represaliado por el “maccarthysmo” Walter Bernstein. Una frase pronunciada por la protagonista femenina refleja perfectamente el espíritu que la invade: “Existe lo que está bien y lo que está mal”. Hay mucha rabia y furia relativamente contenida en esta historia de delación, de héroes y traidores, de una ejemplar solidez narrativa y una gran puesta en escena, sin alharacas, alejada de cualquier atisbo efectista.

Esa solidez se traspasa a otros apartados técnicos, desde una banda sonora evocadora y puntualmente tensa de Henry Mancini, hasta una brillante fotografía de tonos apagados de James Wong Howe.

Continúa manteniéndose como un excelente drama protagonizado por un Sean Connery que ya había trabajado a las órdenes de Hitchcock en MARNIE, LA LADRONA, un Richard Harris que al año siguiente consolidaría su status con dos papeles para el recuerdo, el del líder republicano Oliver Cromwell y el del inglés sometido a torturas mil por una tribu india de UN HOMBRE LLAMADO CABALLO. Por su parte, Samantha Eggar había perturbado a cinéfilos de medio mundo como la secuestrada de la brillantemente retorcida y malsana EL COLECCIONISTA. Todos ellos, en momentos felices, muy afortunados de sus carreras.

Quien no la conozca que haga todo lo posible por recuperarla. Puede que les sorprenda por su vigencia y su reivindicación de los eternamente machacados. 

José Luis Vázquez

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