La película de la tele

 

El hombre de Kentucky (1955)

Director: Burt Lancaster

Intérpretes: Burt Lancaster, Dianne Foster, Diana Lynn, John McIntire, Una Merkel, John Carradine, John Litel, Rhys Williams, Edward Norris, Walter Matthau, Donald MacDonald

Sinopsis: En 1820, Big Eli (Burt Lancaster) y su hijo deciden abandonar Kentucky para empezar una nueva vida en Texas. Antes de llegar a su destino, se detienen en el pueblo, donde vive el hermano mayor de Eli, y surgen entonces ciertas dificultades. A pesar de ser un gran cazador, Eli no encuentra oportunidades. Además tiene un altercado con el sheriff, que lo encierra en prisión.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Este miércoles 10 de diciembre a las 18:15 h. en CMT.

El sensacional actor y gimnasta neoyorquino Burton Stephen Lancaster, o sea Burt Lancaster, se puso tras las cámaras dos veces a lo largo de su extensa -45 años- carrera. La primera sería con este muy atractivo y colorista western producido en 1955. Para la segunda incursión tenemos que ir a diecinueve años después, 1974, con un policíaco de considerable tensión y nervio titulado EL HOMBRE DE MEDIANOCHE.  

En EL HOMBRE DE KENTUCKY (THE KENTUCKIAN) se asiste a un evocador espectáculo de un Oeste poblado de cazadores, montañas, barcos de vapor y paletas, tipos que manejan látigos, exploradores y una bonita relación paterno-filial. También hay una historia de amor, claro, para que no falte ingrediente tan fundamental para acabar de poner la salsa.  

Para arropar esto, una pléyade de secundarios de gran nivel: el “fordiano” John Carradine, el recio John McIntire, la temperamental y guapa Dianne Foster o un insólito pero ya “pulgoso” Walter Mattahu, en una de sus primera apariciones para la gran pantalla.   

Lancaster volvió a exudar talento, sudor y vigor. Ha sido uno de esos privilegiados que poseían un magnetismo y una energía arrolladora. Como Kirk Douglas, otro ejemplo inmejorable. Capaz de encarnar al más ligero aventurero o pirata o al más profundo y decadente personaje viscontiniano. Aquí se le nota relajado, desenvuelto y con las mismas ganas de agradar de siempre. Puro nervio y portento atlético.  

Si continúan fisgando en la ficha técnica se encontrarán con nombres de mucho prestigio. Por ejemplo, el imprescindible músico “hitchcockiano” Bernard Herrman, o el gran fotógrafo Ernest Laszlo, que se recrea tanto en exteriores frondosos como abiertos y fluviales, mediante un –en todos los sentidos- luminoso trabajo.  

La película es pródiga en grandiosos exteriores, en lances de todo tipo, en dinámicas secuencias de acción y en amenidad narrativa. No es el típico western pese a situaciones manidas, presenta cierta singularidad debida a esa peculiar y sensible relación padre-hijo que nos muestra.  

Muy distraída y gratificante. 

José Luis Vázquez

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