Director: Guy Ritchie
Intérpretes: Mena Massoud, Naomi Scott, Will Smith, Chico Kenzari, Billy Magnussen, Nasim Pedrad, Numan Acar, Navid Negahban, Amir Boutrous
Sinopsis: Aladdin (Mena Massoud) es un adorable pero desafortunado ladronzuelo enamorado de la hija del Sultán, la princesa Jasmine (Naomi Scott). Para intentar conquistarla, acepta el desafío de Jafar (Marwan Kenzari), que consiste en entrar a una cueva en mitad del desierto para dar con una lámpara mágica que le concederá todos sus deseos. Allí es donde Aladdín conocerá a l Genio (Will Smith), dando inicio a una aventura como nunca antes había imaginado. (FILMAFFINITY)
“Cuanto más ganes fingiendo, menos tendrás en realidad” (Will Smith/Genio)
“La gente ve lo que quiere ver” (Will Smith/Genio)
Entre otros, leo sobre esta nueva puesta de largo de la multinacional del ratón Mickey y referidas concretamente a su director, el relativamente iconoclasta y mareante Guy Ritchie (recuerden: LOCK & STOCK, SNATCH: CERDOS Y DIAMANTES, ROCKNROLLA, el díptico de SHERLOCK HOLMES protagonizado por Robert Downey Jr.), reproche del tipo de que “no hay rastro del autor” o “sin la menor implicación”.
No necesariamente conviene a veces que sea remarcada la personalidad del autor, sin ir más lejos con algún que otro insufrible trabajo del propio Ritchie como el último sobre el REY ARTURO, pero aparte de este matiz, no tengo claro que no haya momentos puntuales a lo largo de su metraje que no muestren su huella.
Sin ir más lejos, su trepidante comienzo, en el que el sello del británico queda patente: espectacularidad, ritmo endiablado, no precisamente fracturado montaje… pero casi, personajes vivaces o alguna toma –no abundantes como es habitual en buena parte de su cine- en las que la imagen se detiene para inmediatamente mostrar un acercamiento rápido a los personajes…
Cierto que el grueso de la película se somete a la todopoderosa maquinaria del estudio, pero ello no considero que suponga desdoro alguno, sino más bien todo lo contrario. Anda que no están repletas las páginas doradas de Hollywood de grandísimos títulos de cineastas “impersonales” o “artesanales” (entrecomillo los calificativos con toda intención) bajo la égida de la productora de turno.
El caso es que, ya que eso es al fin y al cabo es lo que cuenta, que quien asista a la sala para ver el no muy lejano, pero añorado ALADDIN, vuelto a recrear en pantalla con algunos añadidos, puede que no quede defraudado. Y ya desde ese precioso comienzo a ritmo de ARABIAN NIGHTS es fácil meterse en materia y activar la inmediatamente la operación nostalgia, pues a ello contribuye el haber sido respetadas las maravillosas canciones originales (de Alan Menken, Benji Pasek y Justin Paul… estos dos últimos participantes en los temas de EL GRAN SHOWMAN y LA LA LAND) con alguna que otra incorporación, en especial ese guiño al empoderamiento que es SPEECHLESS, supongo que en aras a adaptarse a los nuevos tiempos y a ser políticamente correcto, algo que no me parece mal, aunque visto con carácter retrospectivo, chirríe un tanto lo de sultana. Pero los cuentos están para ser revisados, ¿por qué no, si muestran gracia, donosura o talento?
A esto sigue una primera parte repleta de lances y aventuras, enérgica, briosa y –de esto están impregnadas en todo momento sus más de dos horas- de preciosismo visual, de colorido.
Y aunque los componentes de la pareja principal –surge también otra, que no desvelaré- no resulten especialmente carismáticos, aunque sí se muestren guapetones y voluntariosos, cumplen aseadamente con sus cometidos. En la versión original notarán que ella –la anglo-india Naomi Scott- canta mejor que él –Mena Massoud-.
Pero, sin duda, la estrella de la función interpretativa, con la que los guionistas (el propio Ritchie y el especialista en fantasías burtonianas –LA NOVIA CADÁVER, FRANKENWEENIE, CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE- John August) han volcado mayor derroche de ingenio y chispa es con el personaje del Genio, estupendamente interpretado por un –esta vez sí- espléndido Will Smith. Suyos son los mejores aforismos y réplicas. Descacharrante resulta su presentación en palacio con Aladino (me traiciona la infancia, en mi imaginario siempre concibo esta historia como la de ALADINO Y LA LÁMPARA MARAVILLOSA, que gozó de una simpática versión hollywoodiense de 1945 con un simpático Phil Silvers).
Y, desde luego, los otros reyes de la función son los inevitables CGI, los efectos digitales que, al fin y al cabo, aunque más de uno se queje, ¿no es acaso esta una de las cosas que esperamos cuando vamos a ver un “blockbuster” de estas características? ¿O deseamos acaso un ensayo filosófico de ascética expresividad y ambientación en una única estancia? Pues eso.
Por no incidir en la brillantísima dirección artística que, no hace sino potenciar la imaginería que ya de por sí contiene esta fábula, pues que no deja de serlo también, en la que se cuestiona ese fingimiento que no nos hará más felices, o ese ver lo que queremos ver.
Por tanto, este nuevo, reluciente, francamente entretenido y atinado “remake” con personajes reales del extenso catálogo Disney de clásicos animados, sin ser lo más redondo surgido en la factoría en los últimos tiempos, en lo sustancial vuelve a dar en la diana.
José Luis Vázquez
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