Haciendo las américas

 

06/01/2020

Regalos

Enero ha llegado con su frío implacable a España, como manda la tradición. Y como manda mi tradición, aquí estoy sentada en el avión, escribiendo, de vuelta a Houston después de la Navidad. Huyendo del frío, podría añadir, aunque en el fondo lo eche de menos...

Hemos viajado con tres maletas grandes esta vez (¡por fin!), y aunque ninguna ha llegado a pesar el tope de los 23 kilos permitidos, hemos estado cerca. Porque nunca es suficiente, siempre hay cosas que traer, algunas indispensables y otras menos importantes, algunas necesarias y otras meros caprichos. Pero no falla que por mucho que haya cabido en la maleta, siempre hubieras metido más latas de conservas, nocilla, esponjas... y, al volver de Navidad, regalos.

Y es que tampoco falla, por mucho que recomendemos a familia y amigos que los juguetes no ocupen mucho, que los libros no sean muy grandes, ni nosotros mismos podemos resistir la tentación. Y al final acabamos haciendo el tetris en el equipaje porque todo nos gusta, nos viene bien y nos lo queremos llevar. Envuelto, en algunos casos, lo que complica aún más la película, ya que entonces además del tetris hay que jugar al escondite y al despiste para que todo llegue “vivo” al 6 de enero. A ser posible sin tener que dar explicaciones improvisadas a un niño de 6 años...

Tampoco vinimos con las manos vacías, todo hay que decirlo. Casi siempre, para evitar (más) carreras de última hora, procuramos llevar a España tantos regalos como podemos, aprovechando también que hay cosas más baratas en Estados Unidos que sabemos que marcarán la diferencia bajo el árbol de Navidad: ropas de marca, perfumes, “manzanitas” y muchas chocolatinas, además de algún detalle americano para mis sobrinos. Pero, a pesar de que nosotros llevamos cosas para doce o trece personas, y nosotros sólo somos tres, los regalos y el peso que traemos de vuelta se multiplican exponencialmente, o eso me parece a mí cada vez que saco la báscula de equipaje y veo cómo los números van sobrepasando el 20 al ritmo de “Ya vienen los Reyes Magos, caminito de Belén”... Caminito de Houston...

Pero ya está. Una vez más, prueba superada: maletas cerradas, por debajo de los 23 kilos y en la bodega del avión (¡o eso supongo!). Hasta julio, puedo relajarme un poco...

¡Ah! Y acabo de recordar que hoy precisamente hace seis años que nos subimos a un avión rumbo a Houston. Del proceso de las maletas de aquel día no me acuerdo, pero sí de las despedidas, y como ya dije una vez, no mejoran con el tiempo. En absoluto.

P.D. Las maletas han llegado bien y todo lo de dentro, sano y salvo...

 

Foto: Nuestros regalos de Reyes en Houston. Algunos traídos de España, clar

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