Barricada Cultural

 

04/03/2020

El mundo tiene remedio

por Ignacio Gracia

Después de un par de semanas de despotricar sobre pasado y presente hoy toca ser justo y comentar algo sobre personas que te devuelven la confianza en que todo no se está yendo al carajo, por fortuna. La persona de la que quiero hablaros fue alumno mío y hoy es amigo y colaborador. Se llama Luis y es de la Pedroñeras: efectivamente es el Luis de los ajos.

Desde pequeño su padre le transmitió la pasión por esta planta como sólo se entiende en ciertas poblaciones rurales, en aquellas personas pobres que se sienten orgullosas y recompensadas sólo por ver crecer sus cultivos. Las mismas que se emocionan al ver llover. Si no lo habéis entendido ya no os lo puedo explicar con mil palabras más, lo lamento.

Sin embargo, Luis no entendía este amor por los ajos de la misma forma que su padre. Para él al principio sólo representaban esfuerzo y sacrificio, madrugones tremendos y trabajo duro con poca recompensa económica. Es ley de vida que no seamos capaces de entender muchas cosas hasta que no maduremos, y quizás por esta circunstancia Luis tuvo unos años dispersos en los estudios, vamos, que tuvo que tripitir COU. Pero sus padres supieron ser pacientes con el más querido de sus cultivos, y las cosas se empezaron a encauzar. Poco a poco, a medida que vas cumpliendo años te vas dando cuenta de ciertas cosas importantes y llegó el tiempo de Luis, que en el caso de los ajos y del estudio fue el de una redención completa. Empezó a prestar atención a una planta especial y al estilo de vida que asocia, e incluso se llegó a fascinar por las implicaciones de salud y la historia milenaria que conlleva. De Almadén se trasladó a Ciudad Real para acabar los estudios de Ingeniería Química.

Cuando tuvo que hacer el proyecto fin de carrera tuvo la valentía de plantear un proyecto por su cuenta, aunque no era lo más habitual. Sabía que los investigadores del Hospital Ramón y Cajal de Madrid estaban haciendo un estudio en su pueblo sobre los efectos del consumo del ajo en la población. Había leído además un artículo sobre ciertos extractos acuosos con propiedades beneficiosas y quería ver si era posible reproducirlos con el ajo de su pueblo, el morado. Tanteó a algunos profesores hasta que llegó a uno que nunca dice que no, este que hoy os escribe. Empezó ese proyecto como una cosa personal, puso en contacto a los investigadores de Madrid y Ciudad Real y fue el responsable de que se gestara un proyecto de investigación que nos enamoró y fascinó a todos desde el principio. Las propiedades de estos extractos eran mejores que las de los medicamentos experimentales que se estudiaban en el Hospital, en multitud de aplicaciones.

De esta forma se demostró que el ajo morado era el que más efecto causaba debido a su contenido en alicina casi cinco veces mayor que el de otras variedades. Y que era efectivo frente a Helicobácter Pylori, antibiótico, antioxidante, antiinflamatorio, vasodilatador, antitrombótico o antitumoral entre otras cosas. Se estabilizó la composición de los extractos (hecho que imposibilita la comercialización práctica de otros productos del mercado), mediante un procedimiento patentado y las investigaciones cada vez eran más prometedoras.

Luis acabó su tesis doctoral mientras trabajaba en una empresa, pero aquello le sabía a poco porque siempre había creído en su idea y pensaba que se debía sacar un producto comercial al mercado. Durante más de diez años estuvo dando vueltas y perfeccionando las aplicaciones, los experimentos. Pruebas y más experimentos poniendo dinero de su bolsillo. Hoy, fruto de casi dos décadas de investigaciones, tras dos patentes y numerosas publicaciones acaba de poner en el mercado un producto del que se encuentra más que satisfecho. Se llama ALYCIN®, es un complemento nutricional basado del ajo en dos versiones, una para fortalecer las defensas y otro cardiosaludable, con unas características y una base científica que no es habitual encontrar por desgracia. Y la cosa continua, en investigaciones, en desarrollo y mejora de un producto que es el ajo morado al fin y al cabo. Y a buen seguro nunca acabará, o acabará antes con tu cuenta corriente, pero no le importará. No me extraña, porque esto no es ni ha sido nunca una cuestión de dinero. Es por tradición, por amor a tu tierra, por devolver parte de lo recibido o por cabezonería Manchega. Es una cuestión personal, el mismo concepto tan sencillo que intentaba transmitirle su padre con sencillas palabras. Hoy estaría más que orgulloso de ti, Luis.

 

Foto: es-la.facebook.com

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