Barricada Cultural

 

17/04/2018

Cuatro películas... Figuras ocultas (IV)

por Alicia Noci Pérez

Siempre he creído que lo que diferencia fundamentalmente una buena película de otra mala es el guión. Por supuesto, hay muchos elementos que convierten una historia en un obra maestra, pero si en la base no hay un relato potente, creíble, sostenido en buenos diálogos... ya puede tener efectos especiales a cascaporrillo, una fotografía deslumbrante o una música envolvente que, probablemente, hará aguas.

Sin embargo, y a pesar de su importancia, los guionistas son bastante desconocidos, al menos para los que conformamos el gran público. Imaginen que si en lugar de “el guionista” queremos decir “la guionista” esta situación se multiplica. Y lo curioso es que hay montones de films “hipermegafamosos” que se deben a la creatividad de una mujer.

En 2016 se estrenó “Su mejor historia”, una película dirigida por la danesa Lone Scherfig, la que fuera directora de “Italiano para principiantes” (ejemplo del movimiento Dogma que a mí me gustó muchísimo). Basada en la novela de Lissa Evans “Their finest hour and a half”, nos cuenta la historia de Catrin Cole, una secretaria que, casi por casualidad, acaba en la División de Cine del Ministerio de Información y Propaganda Británico durante la Segunda Guerra Mundial, colaborando con los guionistas con la misión de escribir diálogos de mujeres. El personaje está inspirado en la guionista galesa Diana Morgan, que trabajó para los estudios Ealing y que también fue contratada inicialmente para escribir “diálogos femeninos”.

Refleja con ello el cine propagandístico que se utilizó en la época como forma de animar a una población inglesa que, tras el desastre de Dunkerke, vivía bajo los continuos bombardeos nazis. Y, además, también como manera de animar a los americanos a entrar en la guerra, para lo que Churchill envió a muchos de sus directores para trabajar en EE.UU., igual que el ejército norteamericano alistaría posteriormente realizadores de los más famosos para este tipo de películas y para documentales (por ejemplo, el trabajo de John Ford sobre Pearl Harbor). En Inglaterra destacaron las producciones de la que nació como escuela documentalista, la GPO Film Unit, que en 1930 se convirtió en la Crown Film Unit y que acabó controlada por ese Ministerio de Información y Propaganda Británico que les comentaba.

Pero no es éste su único objetivo, ni mucho menos. Lo es, al mismo nivel, el poner en valor el trabajo de las mujeres que, durante el conflicto, se quedaron en casa realizando el trabajo que habían tenido que abandonar los hombres que ahora estaban en el frente, cuestión que supuso, sin duda, un giro importante en el papel femenino en el mundo laboral. De hecho, las imágenes que acompañan a los títulos de crédito con los que se inicia la película es de una fábrica en la que vemos un montón de mujeres en la producción de balas.

Y, como tercera pata, nos deja una idea de lo que debe ser el trabajo de los escritores de guión. Y es que desde que nace una idea hasta que llega a la gran pantalla parece que ni ellos mismos saben lo que va a pasar.

El resultado es una agradable historia, divertida, emotiva, feminista sin grandes alegatos, pero con un mensaje sencillo y claro. Un homenaje a todos aquellos que sufrieron aquel gran conflicto y que hicieron lo posible por acabar con él de la mejor forma posible.

Y un homenaje también a esas mujeres cuya opinión no se valoraba en demasía, cuyo trabajo no podía pagarse con el mismo sueldo (perdón, no puede a día de hoy, vaya usted a saber por qué), cuyo pensamiento se denostaba, cuya capacidad se ponía en duda.

Les cuento una anécdota: dicen que Howard Hawks confesó que cuando contrató a Leigh Brackett para escribir el guión de “El sueño eterno” no sabía que era una mujer. Supongo que, si lo hubiera sabido, nos habríamos perdido uno de los mejores filmes sólo por una cuestión de género. Absurdo ¿no les parece? Después escribiría el guión de dos de sus grandes películas, “Río Bravo” y “El Dorado”. Y pondría su firma a “El Imperio contraataca”, considerada la más sobresaliente de toda la saga de “La Guerra de las Galaxias”. ¿Quieren sorprenderse un poco más? Vamos a conocer a algunas de las mejores guionistas de la historia del cine para ver cuál fue su mejor historia.

La primera a la que debemos citar en este breve repaso es Alice Guy. Asistió a una de aquellas primeras sesiones de los Hermanos Lumière, en el ejercicio de su trabajo como secretaria del inventor Léon Gaumont. Ella, auténtica visionaria, pensó que aquel invento podía tener posibilidades contando historias y lo demostró con la primera película con un auténtico guión: “El hada de los repollos”. Llegaría a filmar hasta 900 filmes en los que fue introduciendo diversas innovaciones técnicas, pero la historia le hurtó su autoría en favor de sus directores de fotografía.

June Mathis, jefa del Departamento de Guión de la Metro en torno a 1920, a ella se le debe una gran influencia en la evolución hacia el guión moderno con instrucciones detalladas, notas de localización e insistencia en la unidad de la trama y el tema. Participó en la versión de 1921 de “Los cuatro jinetes del Apocalipsis”, en la que insistió con Rodolfo Valentino, gracias a la cual se convirtió en la gran estrella que fue.

Frances Marion fue la guionista de “Anna Christie”, la primera película en que se escuchó la voz de Greta Garbo. Llegó a escribir unos 300 guiones, destacando como adaptadora de obras literarias al cine. Fue la primera guionista en ganar dos Oscar por “The big house” y “The Champ” y también la primera en formar parte del Sindicato de Guionistas Americanos. Preocupada por preservar su trabajo, siempre procuró estar pendiente de todos los aspectos de la producción cinematográfica.

Anita Loos, otra prolífica escritora que participaría en innumerables guiones, algunos de ellos nada más y nada menos que para las exitosas películas de Douglas Fairbanks. Escribió también para revistas como Vanity Fair o Harper’s Bazaar. E, igualmente, fue autora de diversas novelas, una de ellas seguro que les suena, “Los caballeros las prefieren rubias”, llevada dos veces al cine, una de ellas protagonizada por Marilyn Monroe.

Ya hablamos en artículos anteriores de Dorothy Arzner o Rosario Pi porque también fueron directoras pioneras que, como Ida Lupino o Ana Mariscal, escribían o participaban en los guiones que luego dirigían.

Y, precisamente, junto a Ana Mariscal, Margarita Aleixandre, que fue una de las primeras mujeres guionistas en ingresar en la Escuela Oficial de Cine. También la citamos en el segundo artículo de esta serie.

Suso Cecchi D’Amico, “la reina de la Cinecittà”, fue la guionista más famosa del cine italiano. Con más de 100 largometrajes desde los años 40, fue guionista (agárrense) de “Ladrón de bicicletas”, “Rocco y sus hermanos” o “El Gatopardo”.

Melissa Mathison fue la creadora de “E.T. el extraterrestre”, por la que casi se lleva el Oscar. Callie Khourie, la autora de la mítica “Thelma y Louise”, que sí que se llevó la preciada estatuilla. Diablo Cody escribió la más reciente “Juno”, su primer guión, ganador de Oscar, Bafta y nominado a los Globos de Oro (seguro que para ella sí que fue su mejor historia).

Es evidente que la creatividad femenina ha formado parte de los anales del cine desde sus mismos comienzos, aunque desgraciadamente han tenido que pasar muchas décadas para que comience a reconocerse. Y ya ven que múltiples películas de las más conocidas han tenido mucho que ver con esas pioneras que, aunque frecuentemente no vieran valorados sus nombres, sí que lograron el reconocimiento a los trabajos que realizaron. Lo único que nos queda es ver esas películas sabiendo quiénes las hicieron. Yo he intentado acercarles un poquito a esta labor en la sombra. Les animo a que pongan ustedes el resto de la luz y vean sus películas interesándose por esas figuras ocultas para que dejen de serlo.

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