Barricada Cultural

 

17/06/2017

Un hombre sube a un monte

por PL Salvador

Hablemos de lo que nadie quiere hablar. De uno de esos temas controvertidos. Tan literario… A quienes les importa, también suele molestarles. Que se hable de algo tan. Muchos zanjan el asunto con una frase. Con treinta palabras. Yo utilizaré quinientas.

Al asunto lo llaman: El fondo y la forma. Unos dicen que son inseparables. Que lenguaje y contenido son una misma cosa. Otros piensan que no. Que una cosa es qué se cuenta y otra bien distinta cómo se cuenta.

Ahora te estarás preguntando: «¿Y tú que piensas?». Vale, tal vez tú no te lo estás preguntando. Pero sí sabes que te lo voy a decir. Que te voy a decir lo que pienso yo sobre este delicado asunto.

«Un hombre sube a un monte». Este es el fondo. El contenido. El qué. Busquemos ahora escritores que quieran desarrollar esta idea. Que quieran darle forma. Que estén ansiosos por mostrarnos su estilo. Su cómo.

Ya saben qué tienen que contarnos. Ahora falta saber cómo nos lo contarán. Ya veo sus caras. Están nerviosos. Pues sus estilos van a ser comparados. Ahí están, temerosos de que su estilo no tenga estilo.

«Un hombre sube a un monte». ¿Qué más se puede decir? El tema está claro: un hombre sube a un monte. Se podría pensar que da igual cómo lo cuentes. Que da igual cuánto de ti añadas. El hombre sube al monte y se acabó.

Eso piensa la mayoría. Y presenta un trabajo que trata de un hombre. De un hombre que sube a un monte. Presenta un trabajo cuidado. Pulcro. «Correcto». Con su planteamiento. Su nudo. Su desenlace.

Algunas obras son románticas. Otras, sociales. Algunas, misteriosas, con su niebla y todo. Una roza la ciencia ficción. Otra retrocede hasta la Edad Media. Incluso hay una poética. Sí, la de terror no podía faltar.

La lectora las lee con detenimiento. Las estudia. Las disecciona. Reflexiona. «¿Pero qué han escrito? ―Y se responde―: Se han limitado a ampliar el qué». Solo una contiene un cómo personal. Solo una.

Ahora toca explicarlo. Y que lo entiendan. Aunque si aún no lo han entendido… Tal vez no hay que entenderlo. Tal vez hay que sentirlo. Pues ¿qué es el arte sin sentimiento? Es ―se dice―: cualquier cosa menos arte.

Reúne al grupo. El momento de la verdad ha llegado. Algunos dirán que el momento de su verdad. Que lo que opine será subjetivo. Una opinión más. Pero: entonces: ¿cualquier opinión es una opinión más?

La lectora les dice que lo ha leído todo. Y que solo un texto pasa su criba particular. «Como ya sabéis, la obra en cuestión trata de un hombre que sube a un monte ―explica―. Pero lo que más me ha gustado de este trabajo es todo lo demás. El hombre y el monte son irrelevantes. Cierto que la historia gira en torno a ese hombre y a ese monte. Y, sin embargo, en ningún momento he pensado ni en el hombre ni en el monte. Pues el autor consigue que su cómo se coma al qué. O para ser más precisa: el autor consigue que su cómo devenga en qué. Y el qué primigenio desaparece. La obra entera es un cómo. Un cómo que también es qué».

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