Barricada Cultural

 

18/01/2017

Victimismo Vs. Resiliencia

por Luis Mariano Carmona Rodríguez

Estas Navidades nos han dejado noticias impactantes sobre la capacidad bondadosa del ser humano pese a estar inmersos en una sociedad que poco se da a prestar atención al lado amoroso de la vida. Pero como solemos incidir en las noticias menos amorosas, no voy a ser diferente y quisiera hacerme eco sobre una de ellas, la muerte de Salva, un sin techo famoso de la plaza de Colón de Madrid que murió la noche del 2 de enero entre cartones intentando sobrevivir al frio. Lo que me ha llamado la atención más allá del titular es una parte del contenido: “Salva era un madrileño de 57 años; como todas las personas que viven en la calle, llegó a ella después de sufrir una concatenación de hechos traumáticos: un conflicto personal con su pareja y el fallecimiento de su hija le llevaron a una depresión y le incapacitaron para continuar en su trabajo”. Desde la perspectiva psicológica más tradicional, podemos afirmar que potencialmente toda persona expuesta a una situación traumática puede desarrollar un trastorno de estrés postraumático (TEPT) u otras patologías, entre las que está la depresión como principal trastorno y sus consecuencias, “a perro flaco, todo son pulgas”, como le ocurrió a Salva. Salva fue un claro ejemplo de reacción negativa ante sucesos traumáticos que si se dan en un número de 3 o 4 en poco tiempo, pueden llevar a la persona a una situación de vulnerabilidad que va aumentando.

Pero esta visión victimista, que es cierto que puede atrapar a la persona que sufre situaciones traumáticas pero en un porcentaje bajo, ha dejado paso a una perspectiva más natural y optimista, lo más extendido es que las personas resistan con insospechada fortaleza los embates de la vida. La Psicología positiva nos recuerda que el ser humano tiene una gran capacidad de adaptación a las situaciones negativas e incluso que sale fortalecido y con aprendizaje de éstas o si no, como ya mencioné en artículos pasados, la vida volverá a ponerle frente a ellas, son experiencias de aprendizaje y también posibilidades de crecimiento.

Las reacciones que pueden darse ante situaciones traumáticas son: trastorno, trastorno retardado, recuperación, resiliencia (o resistencia) o crecimiento postraumático (también conocido como resiliencia pero desde una perspectiva francesa, diferente a la americana que no supone cambio y crecimiento sino simplemente resistencia). La resiliencia supone cambios, en uno mismo, en las relaciones y en la espiritualidad y filosofía de vida. Es una capacidad innata ampliamente extendida pero que ha estado desatendida desde la psicología tradicional y también desde la cultura popular, que ha prestado más atención y apoyo, tipo beneficencia a esas personas que se agarran al victimismo como estrategia de afrontamiento para conseguir resultados deseados, siempre que cuenten con una red de apoyo social y/o familiar fuerte.

El orden mundial actual necesita de personas resilientes que sean capaces de afrontar de manera personal sus sucesos sobrevenidos ,llamados comúnmente traumáticos, sin necesidad de tener que recurrir a apoyos externos que, de no existir, pueden llevar a un decaimiento profundo a todos los niveles, ya no somos ricos para ayudar a los necesitados.

El ser humano es fuerte y con una capacidad de adaptación y aprendizaje innata soberbia, sólo basta con reconocerla, entrenarla y ponerla en práctica. La victimización de las experiencias traumáticas no está de moda, los personal coach y la resiliencia es lo que puede salvarte y crecer mucho más que el victimismo tipo “pobrecito, cómo no va a estar como está después de haberle pasado lo que le ha pasado”. ¡Esto es Esparta!

Para más información, pueden consultar: LA EXPERIENCIA TRAUMÁTICA DESDE LA PSICOLOGÍA POSITIVA: RESILIENCIA Y CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO, Beatriz Vera Poseck, Begoña Carbelo Baquero y María Luisa Vecina Jiménez.

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