viernes, 19 de abril

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Haciendo las américas

Comodidades

por Lola Romero (Houston)

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Esta semana he hecho un poco de trabajo “de campo” y he estado preguntando a mis amigas y amigos de aquí y a otros compañeros españoles qué echarían de menos de Estados Unidos o Texas si mañana, o pasado mañana, volvieran a vivir a España. Más o menos todos coinciden (coincidimos) en lo mismo, y es que hay ciertas cosas que para nosotros son ya del todo cotidianas, aunque realmente ninguna sea tan indispensable como para no poder vivir sin ella…

Quizá lo primero a destacar, al menos en Texas, es el espacio en las casas. O más bien, las casas grandes, con jardín y “walking closets” o armarios-habitaciones. Y es que más que muchas habitaciones o baños, que no es el caso, las viviendas en esta parte de Estados Unidos tienden a ser muy espaciosas, con dormitorios muy amplios en los que es muy fácil “meter” camas de tamaño King que dicen aquí, que miden casi dos por dos metros (creo que la medida exacta es 1,80 x 1,90). Además, los dormitorios principales cuentan con esos armarios que en España llamaríamos vestidor, pero diría que aquí son incluso más amplios, casi como una habitación más de la casa. Y también es muy frecuente que haya una habitación de juegos para los niños, armarios empotrados en los pasillos para toallas, sábanas y abrigos, y una despensa en la cocina. Así, aún con diferentes plantas y distribuciones, todas estas características se repiten casi casa por casa. Insisto, al menos en Texas…

Sin abandonar la casa, hay otra cosa que choca mucho al llegar, y es el triturador de la pila de la cocina. Sí, ese que en las películas de miedo siempre atrapa la mano de un incauto o de una incauta que intenta coger algo que se ha quedado atascado. Al principio da un poco de repelús tener ese aparato ahí, y recuerdo que cuando se colaba una cucharilla intentaba sacarla con unas pinzas o algo así con tal de no tener que meter la mano. Sin embargo, en realidad tiene un interruptor aparte que no está tan al alcance, así que realmente tienes que querer encender el aparato. Vamos, que no se va a encender solo…

Y ya he contado aquí antes que en Texas se necesita el coche hasta para ir a por el pan, así que también se agradece que haya aparcamientos gratis para todo. Hay excepciones, como en Houston ciudad, en lugares como los museos o ciertas calles o eventos especiales como el Rodeo, donde sí hay que pagar, pero por regla general puedes llegar y aparcar en casi cualquier sitio libremente. Y los aparcamientos son tan grandes y están tan preparados que es difícil que lleguen a llenarse.

La lista sigue: el papel film transparente para la comida, que aquí no se retuerce ni pega; determinados productos de limpieza que asombran por su efectividad; la variedad de todo en los hipermercados; la atención al consumidor y las políticas de devoluciones, que te permiten devolver compras incluso sin ticket; los sistemas de alertas al móvil que lo mismo te avisan de un tornado que de un vehículo robado en tu zona; el hecho de que los carteros y servicios de transporte te puedan dejar paquetes en la puerta de tu casa, a la vista de todos, y nadie se los lleve…

Y luego todos, sin excepción, mencionan otra cosa: que el sueldo es semanal, o quincenal como mucho (por norma general). Y a esto sí que es muy fácil acostumbrarse…

Hay más ideas y preferencias, claro, casi tantas como personas, aunque esto que he recogido hoy es más o menos en lo que está de acuerdo mi pequeña muestra de población (incluyendo a la que esto escribe). Algunas de estas “comodidades” se nos ocurren a la primera, pero otras ya nos resultan tan habituales que ni somos conscientes de lo convenientes que son o de lo que nos facilitan la vida en el día a día, aunque no sean precisamente bienes de primera necesidad…

 

Foto: Lola Romero