viernes, 19 de abril

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Haciendo las américas

Líneas para el verano: ¿Un mitin cualquiera?

por Lola Romero (Houston)

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Parecía imposible, o casi, que saliera elegido presidente cuando asistí al mitin de Trump aquí en The Woodlands. Era junio de 2016 y ni siquiera estaba decidido todavía quién sería el candidato republicano, pero el espectáculo que prometía su irrupción en el mundo de la política y todas las miradas puestas en su campaña, avivaron mi alma de periodista y me insuflaron valor para “colarme” en aquel mitin. Lo recuerdo aquí este verano porque en su día me impresionó la experiencia, y porque a pesar de que han pasado dos años, la sensación de peligro no ha desaparecido.

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Lo publicaron apenas tres días antes de que sucediera, supongo que por motivos de seguridad: Donald Trump iba a visitar The Woodlands, nuestra ciudad-bosque al norte de Houston. El magnate está “de gira”, recaudando fondos para una más que previsible ya campaña presidencial, y también votos, claro, pues con las élites del partido Republicano sin querer apoyarle, sólo el apoyo popular podría encumbrar a Míster Trump.

Como ocurre en España estos días, que sólo se habla de elecciones, campañas, partidos, debates, aquí también tenemos una sobredosis de política, y creo que podría afirmar sin equivocarme que Trump está en el centro de todas las miradas. Y de todos los canales de televisión, radios y periódicos. Así que, cuando leí que estaría tan cerca pensé que estaría bien verlo con mis propios ojos y, de paso, experimentar un “mitin” al estilo americano. Llamadme periodista… O loca.

El caso es que al final quedé con mi amiga Sandra (que no es periodista, pero le pega) y allí que nos plantamos las dos en la “fiesta” del señor Trump. Primer hecho: no nos podíamos creer la longitud de la cola de gente esperando para entrar en el hotel donde se celebraba el acto. Soy muy mala calculando distancias, pero yo diría que al menos era una cola de dos horas de espera. Por supuesto, en ese momento pensamos que ni de broma íbamos a esperar tanto. Teníamos mucha curiosidad, pero no tanta. No somos simpatizantes ni estábamos allí para acudir a un mitin a “reafirmarnos”.

Estuvimos a punto de darnos la vuelta, pero en ese momento se abrió una puerta cerca de donde nosotras estábamos y, perdonad el topicazo, ¡uy!, casi sin darnos cuenta estábamos dentro… Es de agradecer, claro, que el americano sea tan educado que aunque haya visto la jugada, no te increpe…

Tras pasar por un arco detector y sufrir un exhaustivo registro de los bolsos (cosa que viviendo aquí se agradece a veces), entramos al salón donde ya estaba todo casi preparado. Segundo hecho: no era una sala muy grande, por lo que aunque tenías que estar de pie, la “cercanía” con el candidato, era evidente. Yo, además, me quedé con la imagen de la tribuna de prensa, de un tamaño que creo que no he visto en mis ocho años en la tele y la radio. No hace falta que cuente la envidia que me asaltó…

Tercer hecho: saltaba a la vista que todos los asistentes eran “blancos”, y muchos (muchísimos) vestían camisetas con la bandera de Estados Unidos y de Texas. Un buen porcentaje también, llevaba elementos de la campaña de Trump: gorras, carteles de apoyo, caretas y, por supuesto, camisetas. Había bastantes niños.

Cuarto hecho: salieron tres “speakers” antes que Trump, para calentar el ambiente. Y vaya si lo calentaron. Sandra y yo empezamos a hablar más bajito. Inconscientemente, supongo que pensamos que si la gente de alrededor nos oía hablar en español, no íbamos a ser precisamente bien “miradas”.

Y por fin salió Trump. Y aquí ya agrupo todos los hechos siguientes, porque no hay medias tintas o exageraciones cuando se retrata a Donald J. Trump: es como se ve, habla como lo imitan, no insinúa, dice lo que parece, y sí, es su pelo.

Perdí la cuenta de las veces que dijo “Vamos a hacer América grande otra vez”, el eslogan de su campaña. Y de las veces que repitió que iba a devolver a los americanos los trabajos que les estaban robando (los mexicanos, los extranjeros), mientras la gente le coreaba “Build the Wall!”, “¡Construye el muro!” haciendo referencia al muro propuesto por Trump en la frontera con México.

Después de oírlo un rato, de ver la exaltación con la que muchos asistentes jaleaban las palabras del candidato republicano, Sandra y yo decidimos que era suficiente. No necesitábamos una hora de discurso para tener idea de lo que es y representa Donald Trump. Y ante las miradas un poco extrañadas de la gente que nos veía marcharnos, abandonamos aquel hotel. En la calle todavía la cola se mantenía a la espera, pues hubo un momento en que cortaron la entrada por aforo completo, pero nadie se movió por si las moscas. Y en medio de la calle, junto a los puestos de merchandising de Trump, un buen puñado de personas “protestaba” contra él.

He leído que hubo altercados, leves, entre “supporters” o defensores de Trump y algunos “protesters” o detractores. Me pregunto qué pasará dentro de unos meses si la sociedad americana sigue polarizándose. Y si los partidarios de Trump son tantos como empieza a parecer.

Lo que sé seguro es que no me gustó lo que oí en el mitin de Trump. Sonaba a odio, racismo y demagogia, y eso sólo conduce a una cosa: guerra. Mal asunto.

 

Foto: Lola Romero