Director: Robert Parrish
Intérpretes: Robert Mitchum, Julie London, Gary Merrill, Pedro Armendariz, Albert Dekker, Charles McGraw, Jack Oakie
Sinopsis: Después de matar al hombre que había asesinado a su padre, Martin Brady huye de Estados Unidos y se establece en México, donde trabaja como pistolero al servicio del político Cipriano Castro. Su patrón le encomienda la misión de cruzar el Río Grande hasta Puerto (Tejas) para comprar armas, pero se fractura una pierna, al caerse del caballo, lo que le impide regresar con la mercancía. Durante su convalecencia se le presenta la oportunidad de empezar una nueva vida en su país natal.
Este martes 15 de septiembre a las 15:30 h. en CMT.
El estupendo y subvalorado cineasta estadounidense Robert Parrish, firmante de este trabajo, comenzó sus pasos artísticos en la industria como montador de prestigio, responsabilizándose de algunos trabajos del mismísimo John Ford y de rebeldes del sistema como Robert Rossen, cuyo CUERPO Y ALMA le proporcionaría un Oscar en 1947. En 1951 dio el paso a la dirección con dos trabajos de serie B espléndidos, el “thriller” de Guerra Fría EL PODER INVISIBLE y el policiaco CRY DANGER.
A lo largo de su prolongada carrera, su último film lleva la firma de 1974, una crepuscular historia de gangsters titulada CONTRATO EN MARSELLA, tan solo parió dos westerns, memorables y bastante desconocidos hoy en día para las nuevas generaciones. MÁS RÁPIDO QUE EL VIENTO (SADDLE THE WIND) y este MÁS ALLÁ DE RÍO GRANDE, en el original THE WONDERFUL COUNTRY.
Ambos, teñidos de un escepticismo, un desencanto y una tristeza que le confieren un estilo propio, muy personal. En concreto, el que aquí me ocupa, protagonizado por un –como siempre- sensacional y cansado Robert Mitchum, está teñido de una capa de melancolía y desarraigo que se van incrustando casi sin darse cuenta mientras discurre su contemplación. Lo dicho, Mitchum sencillamente borda ese personaje que le va como anillo al dedo y que marca las características anteriormente indicadas: desplazado, errático, inadaptado, desubicado.
Le acompaña en este relato sentimental bella y sutilmente perfilado por Parrish y el guionista Robert Ardrey, esa maravillosa actriz y cantante de baladas/country que respondía al nombre de Julie London, la imponente mujer que acompañaba a Gary Cooper en su ocaso, éste aún más físico, en ese referente del género que es HOMBRE DEL OESTE.
Resulta igualmente apasionante ese retrato fronterizo de mejicanos, gringos y revolucionarios, algo que acabaría de definir todavía más el Richard Brooks de la antológica LOS PROFESIONALES, por no hablar del Peckinpah de GRUPO SALVAJE. Pero esta aproximación no tiene ni un solo ápice sobrante, aunque insisto, lo que más me engancha es ese retrato del protagonista a caballo entre dos bandos o su relación amorosa.
Continuo con el calificativo de marras que tan bien define este trabajo, en este caso el de crepuscular asociado igualmente a una fotografía que le viene que ni pintada, debida a Alex Phillips y Floyd Crosby, o esa música entremezclada por acordes de ambos lados del río compuesta por Alex North (ESPARTACO).
Si se fían un poco de mi criterio, mi consejo es que hagan todo lo posible por descubrirla quien aún no lo haya hecho.
José Luis Vázquez