sábado, 20 de abril

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Estreno en Royal City

Compartir en Facebook Compartir en Twitter Imprimir crítica

Sorry we missed you ()

Director: Ken Loach

Intérpretes: Kris Hitchen, Debbie Honeywood, Rhys Stone, Katie Proctor

Sinopsis: Ricky (Kris Hitchen) y su familia han estado peleando para salir adelante económicamente desde la crisis de 2008. Un día se presenta una nueva oportunidad cuando aparece una brillante furgoneta antigua, ofreciendo a la familia la posibilidad de crear su propio negocio. Sin embargo, la tarea no será fácil, especialmente debido al trabajo de su mujer (Debbie Honeywood) como cuidadora. Aunque los lazos de la familia son muy fuertes, pronto aparecerán las primeras fisuras... (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Que el octogenario Ken Loach continúa en forma no me cabe la menor duda contemplando su último, airado y reivindicativo trabajo, SORRY WE MISSED YOU, algo así como LAMENTAMOS QUE NO ESTUVIERA (que por supuesto, tiene su razón y lógica). Que vuelve a ofrecer más de lo mismo, también. Como Woody Allen, Guérdiguian y tantos otros autores actuales que no hacen una y otra vez sino variaciones sobre asuntos  y formas reincidentes, prolongadas en el tiempo. El hándicap mayor de su cine puede ser, de hecho lo ha sido en algunas ocasiones para quien esto firma, que lo que cuenta es tan duro, trágico y tremendo, tan agobiante y demoledor, tan realista, que bien puede acabar provocando un poco de repelús y cansancio o saturación.

No es el caso esta vez, pues consigue un notable, muy vivo y lacerante trabajo, aunque no por ello suponga uno de mis cuatro o cinco favoritos suyos (algo que correspondería a LLOVIENDO PIEDRAS, SÓLO UN BESO, MI NOMBRE ES JOE, AGENDA OCULTA y LADYBIRD LADYBIRD), pese a lo cual dada su trayectoria es mucho decir respecto a los supuestamente mejores de otros colegas.

Vuelve a sacar la garduña de ese realismo social británico, lacrado principalmente durante el legendario y agitador “free cinema”, al que él ha acabado otorgándole definitiva carta de naturaleza. Basado casi siempre en un estilo depurado, directo al grano, caracterizado por una veracidad a prueba de poderes fácticos y por su inconformismo social. Sin duda es un cineasta valiente, útil, pero que entiendo que a muchos pueda resultar pesado. E igualmente maniqueo en ocasiones. Y en este momento de asistir a la sala para evadirse, no es el más indicado para proporcionar escapismo sin más.

Esta vez pone su foco en la precariedad del mercado laboral, más bien en su deriva negrera, esclavista. De nuevo el centro de su atención es una familia de tantas que tratan de sobrevivir cómo pueden desde la dignidad, asfixiada por el estado de las cosas. El esposo (Kris Hitchen, respira credibilidad) se dedica a entregar paquetes a domicilio, ella (Debbie Honeywood, transmite mucho sentimiento) a asistir con afección y espíritu vocacional a gente mayor que ya no se puede valer por sí misma.

Salir adelante es para ellos una permanente agonía, una lucha diaria, mientras afrontan los problemas de dos hijos en una edad difícil, especialmente el chaval, adicto al móvil y embargado por la entendible reivindicación propia de su rugiente juventud.

La angustia vuelve a apoderarse de estos seres humanos anónimos, otros números más en este rebaño despiadado en el que se han convertido tantas sociedades actuales.

Loach describe a cada uno de ellos con afecto, pero sin tregua y sin espolvorearles con ningún tipo de edulcorante, en carne viva; su acorralamiento y desesperación resultan veraces, desoladoras. Más de lo mismo, sí, pero todavía necesario (y me huelo que así será siempre mientras la especie seamos como somos), testimonial si me apuran y combativo. No menos cierto es que hacer permanentemente de la anécdota generalidad posee una legítima trampa.

Notable, francamente recomendable. Puede que no aporte nada, de acuerdo, pero una vez más viene servido con aplomo, sobriedad y parcialmente emotividad.

José Luis Vázquez