sábado, 4 de mayo

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Estreno en Royal City

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Calabuch ()

Director: Luis García Berlanga

Intérpretes: Edmund Gwenn, Valentina Cortese, Franco Fabrizi, Juan Calvo, Félix Fernández, José Luis Ozores, José Isbert, Francisco Bernal, Manuel Alexandre, Pedro Beltrán, Manuel Beringola

Sinopsis: En plena Guerra Fría, el profesor Hamilton, un sabio ingenuo que creía en las bondades de la energía nuclear, al darse cuenta de su error, huye y se lleva consigo todos sus secretos. Encuentra refugio en Calabuch, un pueblo mediterráneo que a él le parece maravilloso porque la gente se limita a vivir y conserva el sentido del humor y de la amistad.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Perteneciente al primer y más prestigioso período berlanguiano es, posiblemente, el trabajo menos reconocido o valorado por parte de la crítica especializada y los estudiosos de su obra, con puntuales excepciones. Para mí, sin embargo, es mi película favorita de esa y de cualquier otra etapa de su carrera. Precisamente por aquello por lo que se la suele relegar. Por ser algo menos ácida (aunque adoro PLÁCIDO y EL VERDUGO, dos incuestionables obras maestras) y más tierna y sentimental. Justo por ello adoro CALABUCH.  

También porque pertenece a un subgénero muy particular, que yo solito conmigo mismo me he montado, el de los espacios imaginados, idílicos. En alguna ocasión ya he hablado de esto. De sitios como Innisfree, Shangri-La, Bali Hai, Brigadoon, Rainbow Valley, Camelot, lugares ensoñados en los que el ser humano consigue un refugio permanente u ocasional para alejarse de los malos rollos de este mundo.  

En Calabuch, idealizado pueblecito mediterráneo recreado en la muy cinematográfica Peñíscola (recuerden, EL CID, o varios rodajes más) los mejores y más campechanos sentimientos y las situaciones más adorable y cotidianamente surrealistas son posibles: ese cura que se pasa las mañanas jugando por teléfono al ajedrez con el farero (siempre genial Isbert), esa puerta de la cárcel que siempre está abierta, ese sabio norteamericano que huye de ese mundo belicista y que fabrica el cohete más elevado para competir con los del pueblo de al lado o el bueno de José Luis Ozores –conocido cariñosamente por Peliche- que ruega a los lugareños que no mojen a su vaquilla, con la que se pasea de pueblo en pueblo, para que no coja un constipado. Y así, todo un sin parar de situaciones delirantes y plenas de ternura.  

CALABUCH recoge el espíritu de la mítica ¡BIENVENIDO MISTER MARSHALL!, lo regurgita bien regurgitado, expulsándolo convertido en un pequeño fresco utópico de inmejorables emociones.  

Aquí el genial director valenciano, mi favorito de todos los tiempos del cine español junto al gran Ladislao Vajda, no resulta tan apabullante en sus personalísimos y genuinos movimientos de plano-secuencia, pero cuando lo hace, resultan admirables. Es más bien la suya una dirección norteamericana, prácticamente “invisible”, puesta al servicio de una historia especial y emotiva, de esas que se han quedado adheridas en lo más profundo de mi ser.  

El inolvidable Papá Noel de la preciosa DE ILUSIÓN TAMBIÉN SE VIVE (MILAGRO EN LA CALLE 34/MIRACLE ON 34TH STREET) o adorable falsificador de EL CASO 880, Edmund Gwen, encarna inmejorablemente al anciano protagonista. A su alrededor, un interminable reparto de esos maravillosos secundarios españoles de la época y que Berlanga sabía utilizar tan prodigiosamente. Nombres ya todo desaparecidos, pero por siempre inolvidables, como los citados Pepe Isbert y José Luis Ozores, el genial Manuel Alexandre, Félix Fernández, Juan Calvo o Pedro Beltrán. Buena aportación italiana, era una de esas coproducciones que tanto abundaban en la época, a cargo de Valentina Cortese y Franco Fabrizi.  

Intemporal e imprescindible. Entrañable.

José Luis Vázquez