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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Jueves, 15 de noviembre

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Foto: Danny Glover, Kevin Kline, Scott Glen, Kevin Costner y Linda Hunt en Silverado/Silverado

-No es disparatado afirmar que SILVERADO (SILVERADO), aparte de un estupendo y reconstituyente divertimento, no deja de ser un western moderno, adelantadillo a su tiempo y plenamente disfrutable visto en cualquier época:

Resultó muy placentera, toda una bocanada de aire fresco, la aparición en 1985 de este western reciclador y evocador del más clásico de toda la vida, debido a uno de los guionistas y cineastas más preparados y capacitados con los que ha contado el cine norteamericano en las décadas de los 80 y 90.  

Me refiero a Lawrence Kasdan, firmante de los libretos de las impagables EL IMPERIO CONTRAATACA y EN BUSCA DEL ARCA PERDIDA. A lo largo de su no demasiado extensa pero dilatada y fértil filmografía, como cineasta ha alternado trabajos muy personales y magníficos (REENCUENTRO, EL TURISTA ACCIDENTAL, GRAND CANYON) con otros que suponen su reconstituyente reconocimiento de ese cine de género que conformara su educación y formación. El propio SILVERADO, FUEGO EN EL CUERPO, FRENCH KISS o WYATT EARP son su constatación.  

En este admirable compendio y cruce de tópicos, Kasdan echa mano del sentido del humor y de un ritmo de lo más ágil, inclusive liviano, que pienso le viene muy bien a la historia y a lo por él pretendido. Lo que provoca que sea contemplada, al menos en mi caso, con enorme agrado.  

No es una obra cumbre o fundamental, ni falta que hace, pero ofrece una cualidad imprescindible, está impecablemente narrada dentro de un tono más o menos jocoso y de pura reconstrucción. Es un western serio que no renuncia al sentido del humor, o al revés si prefieren. Y muestra complicidad a la hora de repasar sus claves, tanto desde la distancia, la cinefilia y el sincero respeto.  

Reúne un reparto verdaderamente estelar del momento: Kevin Costner, Kevin Kline (actor-fetiche del director), Danny Glover, Rosanna Arquette, John Cleese, Jeff Goldblum, Brian Dennehy, Linda Hunt, Scott Glenn… ¿Quién da más, señoras y señores?  

Disfruten pues de un espectáculo aliviador en el que se suceden cabalgadas, camaradería, tiroteos, duelos al amanecer, tunantes, pistoleros de postín, defensores de la ley, chicas de carácter y mucha, mucha sana diversión. No reinventa nada, se limita a triturar hábilmente en la túrmix, desde el respeto y el cariño, referentes, secuencias, momentos y situaciones con las que tanto de nosotros hemos crecido pegados una pantalla grande o pequeña y hemos sido muy felices. 

-Es tan bonita, tan gratificante LA SOCIEDAD LITERARIA Y EL PASTEL DE PIEL DE PATATA (THE GERNSEY LITERARY AND POTATO PEEL PIE SOCIETY) que verla por segunda vez en un corto espacio de tiempo, supone prolongar la placentera impresión causada en su estreno. Escucharla en versión original (en mi caso subtitulada) debe ser ya el colmo:

Adorable, encantadora, guapa deslumbrante… Me refiero a la actriz Lily James, inglesa (de Esher, Surrey), 29 años. En la cresta de la ola, en su esplendor en la hierba (CENICIENTA, BABY DRIVER, EL INSTANTE MÁS OSCURO, LITTLE WOODS, MAMMA MIA: UNA Y OTRA VEZ…). Diría más, una estrella que como las de antes, de parecido fulgor.

Esmerado, pulcro, elegante, sólido narrativamente, impecable caligráficamente, sobriamente emotivo… Me refiero al director Mike Newell, más bien a su forma de hacer cine. También inglés (St Albans, Hertfordshire), 76 años. Casi a la altura de sus colegas de las Islas más destacados de siempre: David Lean, Carol Reed, Michael Powell…

Junto a la aquí reseñada cuenta con otras cuantas masterpieces rodadas a caballo entre su Gran Bretaña natal y Estados Unidos, puede que incompartibles para muchos, pero me da igual: CUATRO BODAS Y UN FUNERAL, DONNIE BRASCO, LA SONRISA DE MONA LISA, BAILAR CON UN EXTRAÑO, HARRY POTTER Y EL CÁLIZ DE FUEGO, UN ABRIL ENCANTADO, UNA INSÓLITA AVENTURA…

Estos dos nombres son el principal sustento de esta preciosa película. Claro que a fuer de ser justo, también lo son unos magníficos secundarios con los veteranos Penelope Wilton y Tom Courtenay a la cabeza, la delicada banda sonora de Alexandra Harwood, la justificadamente relamida fotografía de Zac Nicholson, el primorosa y medido guion de Thomas Bezucha y Don Roos (según la novela de Annie Barrows y Mary Ann Shaffer), unos paisajes naturales de ensueño ubicados en la isla Guernsey (enclavada en el Canal de La Mancha, al oeste de la costa de Normandía) y otros varios factores más.

Y ésta bien podría ser la carta de presentación, admito que un poco alargada, de una película que me va atrapando casi sin darme cuenta, que se me acaba enroscando hasta atraparme del todo.

Contemplándola acuden felices e inevitables recuerdos de la reciente e igualmente cautivadora y muy “british” LA LIBRERÍA. Aunque para ser del todo justo, supongo que tendría que indicarlo a la inversa, pues la espléndida obra de Isabel Coixet era más bien la que homenajeaba, seguía la estela e imitaba acertadamente el estilo de cierto y reconocible cine británico: esmerado, evocador, nostálgico. La comparativa no queda solo ahí, lo que ya no sería poco, pues en ambas producciones percibo un muy parejo amor hacia la literatura, hacia los libros, hacia el carácter terapéutico y sanador de estos.

Pero, además, despliega una serie de historias convergentes, más o menos convencionales (aun así, ese debate afectivo de Juliet a mí me interesa muchísimo y está muy bien perfilado), de aflicción algunas y sentimentales otras, que están perfectamente ajustadas y que discurren con esa gratificante placidez y meticulosidad –ambiental, coloquial, actoral- propia de las producciones de esas latitudes.

Como aparte meramente anecdótico pero sustancioso, comparto ese guiño reivindicativo a la menos alabada de las referenciales hermanas Brontë. A Anne, seguramente no la más brillante estilísticamente, pero puede que la más moderna en cuanto a planteamientos vitales.

Tengo que admitir, de lo contrario mentiría, que disfruto considerablemente de esta nueva –aunque se cimiente en formas y contenidos manoseados me resulta en este caso irrelevante-, algo que a algunos críticos y espectadores parece cansarles por parecerles formulario. Y cierto que parte de unos ingredientes bastante recurrentes, pero que como en tantas ocasiones continúan resultando de lo más efectivas y ofreciendo abundantes detalles de distinción.

Destila fragancia. Su manera de contar procede de tiempos pasados. Sus ecos no pasan de moda. Es cálida, entrañable, elegante, luminosa (pese a dentelladas profundamente tristes), lo que provoca que me resulte imposible no caer rendido, no poderme sustraer ante su irresistible contenido y embalaje.

Francamente deliciosa.