viernes, 19 de abril

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Sábado, 18 de agosto

Imprimir artículo

Foto: Mila Kunis y Kate McKinnon en El espía que me plantó/The spy who dumped me

-Me olfateaba que este no solo iba a ser un fin de semana escaso de estrenos, sino bastante yermo en cuanto a su calidad. Lo que voy viendo no está haciendo sino ir ratificando dicha impresión. Es lo que me sucede con el segundo de ellos, el lamentable EL ESPÍA QUE ME PLANTÓ (THE SPY WHO DUMPED ME):

Podría jugar con el título de esta cosa, EL ESPÍA QUE ME PLANTÓ, apostillando… no me extraña, y así finalizar al momento su crítica. Pero entiendo que les debo un mínimo respeto a ustedes lectores y al menos justificarme mediante unas mínimas líneas, pero no mucho más merece esta producción estadounidense de reciente cuño.

Estarán ya hartos de escuchar mi pasión y fascinación por el cine norteamericano de siempre, aquello de que juega en otra liga diferentes a las demás cinematografías y etcétera. No es cuestión volver a repetirme, pero sí matizar que cuando se ponen a fabricar películas se bastan solitos para ofrecer también las más cretinas. Algo que en los últimos tiempos se produce con una no muy elevada pero constante frecuencia.

Tal es el caso de esta atropellada desde el primer minuto, infaustamente desbocada y desafortunada “actioner” supuestamente humorística. Que ni funciona en ningún momento como parodia de espías ni como comedia de acción. Y como muestra, si tienen el valor de acercarse a verla, reparen en los verdaderamente sonrojantes diálogos que la “adornan”, en las memeces de todo tipo que la salpican y en cómo están resueltas las disparatadas y ridículas situaciones de cualquier tipo que ofrece.

Hablar en este caso de interpretaciones se torna gratuito. Todas ellas son desaforadas, excesivas sin razón o encanto, en fin, un desperdicio.

Ni tan siquiera la variedad de escenarios o localizaciones de diversas capitales europeas (París, Viena, Budapest...) alivia la tortura.

Por supuesto, las secuencias de acción están muy bien rodadas, coreografiadas más bien, pero es lo menos que se puede esperar de una producción de estas características, no precisamente barata. El problema no es ese, sino al servicio del que han sido puestas. De una nada alopécica, que tira de espaldas, dando como resultado una patochada sin gracia alguna.

Desde este momento la propongo a una de las mayores sandeces de 2018 vista en una sala por quien esto escribe. Y aquí lo dejo por el bien de todos. Tan solo informar que el último cuarto de hora no aguanté más y abandoné mi butaca (el hacerse veterano no sé si le hace a uno ir siendo más selectivo, pero sí desde luego intentar desaprovechar el tiempo lo menos posible, salvo causa laboral o de fuerza mayor… pero hasta ciertos límites).