viernes, 26 de abril

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Barricada Cultural

 

La mente del asesino

por Mercedes De Miguel González

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¿Qué rondará por la mente de un asesino cuando comete un crimen o cuando está planeándolo? ¿Sentirá que su conciencia le frena o, por el contrario, le empuja con virulencia y sin remordimientos?            

Cuando comencé a escribir la novela del mismo título, esa fue la primera reflexión que me hice, y tal vez podría decir que la única, puesto que no tracé una trama antes de empezarla ni tampoco elaboré una descripción pormenorizada de mi personaje principal: EL ASESINO. No sé si ese fue mi acierto o mi error. Dicen (y de hecho, a Pirandello le ocurrió) que muchas veces los personajes están ahí y solo esperan agazapados a que un humilde escribidor los traslade al papel para que puedan cobrar vida. Es en ese momento exacto, cuando el autor se da cuenta de que su misión es únicamente contar lo que ellos quieren que cuente. Si, por un aquel, le da por introducir variantes en el íter que ya existía antes de su intervención, el protagonista (que le ha elegido a él y no a otro para narrar su historia) entablará una suerte de pulso con su mentor para convencerle de que debe dejarse llevar por los acontecimientos sin tratar de influir en el resultado final.            

Confieso que estuve a punto de meter la pata, tratando de ganar una batalla perdida de antemano. Federico Sáez de Madariaga no era realmente un asesino, pese a que yo tratase de convertirlo en un matarife en serie, sino un hombre honrado traicionado por su socio que, de la noche a la mañana, pasa de ser un empresario de éxito a un presidiario durante más de quince años. Es a lo largo de esos años de encierro cuando maquina su venganza y decide convertirse en UN ASESINO.  

mrdemiguelproc@hotmail.com