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Barricada Cultural

 

El nacimiento del Bien Amado

por María Delgado

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El 15 de Febrero de 1710 nacía en Versalles el futuro rey Luis XV de Francia, que sería conocido por sus súbditos como “el Bien Amado”.

Este hermoso niño llegaría al trono con tan sólo 5 años, al morir su bisabuelo, el omnipotente Luis XIV, máximo exponente del absolutismo de la época, y rey que había llevado a Francia a las altas cotas de su tan cacareada “grandeur”. El pequeño Luis representó un soplo de aire fresco en una Corte de ancianos, y su pueblo puso en él todas sus esperanzas de renovación y mejora de las condiciones de vida en el país.

Durante sus años infantiles, vivió tranquilo en sus palacios, rodeado de una cohorte de preceptores y cuidadores que le llevaban entre algodones, mientras un Consejo de Regencia se encargaba de gobernar.

Con los años, Luis alcanzó la mayoría de edad, y obtuvo la capacidad para reinar por sí mismo, pero su carácter era radicalmente opuesto al de su antecesor; al nuevo rey no le interesaba la política ni las intrigas internacionales, y prefería delegar las funciones de la gobernación, para así dedicarse a los placeres de la vida en general.

El rey era un hombre bien parecido y encantador, y se ganó al principio de su reinado el cariño de su pueblo, que como dije, le apodó enseguida como el Bien Amado. Pero acabaría perdiendo su favor, al descubrir los súbditos su desinterés por el gobierno, y su poca capacidad para tomar decisiones adecuadas.

A los quince años, la Corte le buscó una princesa con la que casarse y tener descendencia. La elección recayó en María Leszczynska, hija del destronado rey de Polonia, Estanislao I. La joven no tenía una gran fortuna, ni pertenecía a las más importantes Casas Reales de Europa, pero fue elegida por ser la única candidata lo suficientemente madura para poder ser madre, sin ser tampoco mucho mayor que el joven rey. Ella cumpliría con creces el cometido, ya que dio diez hijos al monarca.

El matrimonio fue bien al principio, estando ambos jóvenes muy compenetrados; pero pronto Luis se cansó de una esposa que estaba siempre embarazada, y comenzaba a perder sus encantos. Se rodeó de una camarilla de amantes y cortesanas, con las que disfrutar de la vida superficial y los pasatiempos que él apreciaba, y algunas de ellas, como la famosa Madame de Pompadour, llegarían a tener gran influencia en el rey y en la vida política de Francia. Su pueblo siempre le reprochó que diera tan alto lugar a sus amantes, dejando preterida a una reina que era muy querida por su bondad y sencillez.

Durante el reinado de Luis XV, Francia adquirió nuevos territorios, como la isla de Córcega, pero también perdió gran parte de su imperio colonial a manos de su secular enemiga, Gran Bretaña.

En los últimos años de su vida, Luis era un rey escasamente reconocido por su pueblo, y que apenas se dejaba ver, consciente como era del poco aprecio del que gozaba entre los franceses. Poco antes de morir, dejó dicha una frase premonitoria de lo que vendría: “después de mí, el diluvio”.

Y ciertamente, la herencia que dejó a su nieto, el tranquilo e inexperto Luis XVI, fue el germen de la revolución que segaría tantas vidas, y provocaría inmensa destrucción.

El balance que se puede hacer del reinado de Luis XV no es precisamente bueno; con sus veleidades y su libertinaje, avocó a Francia y a la dinastía al más absoluto de los desastres. Pero todos le recordaremos por el lujo, la elegancia, y ese toque de encantadora decadencia representado en el estilo Luis XV, al que dio nombre.

¡Nos leemos!

 

Foto: youtube.com