jueves, 18 de abril

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Barricada Cultural

 

Lectores de un solo libro

por Ignacio Gracia

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Ayer vi una entrevista vieja a Arturo Perez-Reverte, de cuando acababa de publicar su tercer libro. Pese a ser de hace veinte años, las verdades que soltaba como puñaladas son hoy en día más vigentes que nunca. Básicamente era una reflexión sin repuestas sobre dos preguntas brutales. ¿Por qué muere un niño de diez años sufriendo olvidado, y por qué un tirano muere a los 100 años en la cama y con todo el respeto del mundo y de los medios? Encontrar esa respuesta –o intentarlo dignamente, al menos- justifica con creces toda una vida de guerra o de literatura, de buceo o de minería en lo peor y lo mejor del hombre.

Apuntaba el escritor que la combinación más peligrosa es la de gente que acumula viejas rencillas, sin que sean apaciguadas con el bálsamo de la cultura. Gente que revuelve mierda de hace generaciones y se la arroja a ignorantes, gente que echa gasolina al fuego, mal asunto. Hablaba en esa entrevista hace más de veinte años, nada sobre la situación actual. Os lo juro.

La única solución es la cultura. Aprender de todo y de todos. Tener la certeza de que uno puede que no esté en posesión de la verdad y que posiblemente no hay certezas absolutas, que todo el mundo tiene su parte de razón dependiendo de sus circunstancias. Que todos estamos en una gama de grises bastante homogénea, que no hay blancos y negros puros. Que la solución a las posturas radicales es dialogar, conocer al otro. Hablar, preguntar, aprender. Querer aprender.

Para ello es fundamental leer y leer de todo. Por eso la literatura es una de la pocas opciones para salvar el mundo. Y recuerdo aquello que decía uno de sus personajes de la primera novela del Capitán Alatriste: “Desconfíen vuesas mercedes de quien es lector de un solo libro…” efectivamente, más peligrosos son los que han leído solo un libro y lo quieren imponer como dogma, que aquellos que incluso no han leído ninguno. Llamadlo Biblia, Corán, Mi Lucha, El Capital o Fenómenos de Transporte. Leedlos todos. Y entonces opinad, que nadie os diga su contenido simplificado y que eso es lo que tenéis que hacer. No decidáis por nadie ni dejéis que nadie decida por vosotros.

No temáis sumergiros en ellos, condenaros. Haced como Siddhartha, el mejor de los brahmanes, el predestinado. El que precisamente se dio cuenta que tenía que vivir el mundo antes de opinar y lo abandonó todo para aprender. Fue titiritero, viajante, vagabundo. Decidió viajar a la ciudad y conocer todos los vicios. Conoció el juego y lo perdió todo, se hizo rico trabajando y conoció la abundancia, conoció el amor y las pasiones más bajas y sublimes. Todo lo conoció sin reservas, honestamente. Y todo pasó por él para después abandonarlo, sin remordimientos, porque nada le llenaba, nada lo cambió. Abandonó la ciudad y acabó sus días sustituyendo al barquero que cruzaba a los viajeros como él porque encontró que el sentido de la vida era escuchar el sonido del rio al atardecer.

No temáis leer, preguntar o discutir sobre temas tabú, sobre cuestiones políticamente incorrectas. Dicen que solamente es libre el hombre que no tiene miedo, y cualquier dogma puede usarse para atar a la gente, para dar la primera de lo que serán muchas órdenes y al final será una única conciencia, en la que las personas individuales no existen, lo importante es la sociedad, como en Gran Hermano. Rebelaos, amigos. Hoy la gran revolución está en los libros, en las películas que hacen pensar, en las tertulias donde se escucha y no se habla a voces, hasta en las barras de los bares si de verdad quieres aprender algo. Rebelaos contra la televisión, la manipulación de los medios de conciencia única, ¿no os parece sospechoso? Elegid la pastilla roja, igual no seréis felices, pero seréis. Dudad incluso de lo que ahora estáis leyendo.

No temáis perder la inocencia, que explote vuestra burbuja o que cambiéis de pensamiento político o de acera después de tanto tiempo. Nada de ello existe en realidad. Los dos únicos bandos que hay son el de los que se aprovechan, los explotadores y ladrones; y el de los que sufren, el de los perdedores, siempre iguales en todas las guerras y en todas las épocas. A los primeros no les interesa que despertemos. Antes el último refugio era la cultura, el conocimiento. Hoy los manipuladores han conseguido rebajar lo que se supone que era la cultura a su mísero nivel, nos quieren empesebrar con realitis, películas y tv que te meten mierda y ruido en la cabeza todo el tiempo para que no seamos capaces de pensar. ¿Por qué se toman tanto esfuerzo para que no leamos, para que no opinemos?

¿No será que en el fondo nos tienen miedo?

 

Foto: noticias.universia.net.co