No puedo concentrarme.
Me muerdo el labio.
Pienso en hacerlo una y otra vez.
Acariciar su piel curtida, aspirar su olor.
Volar a las alturas y desvanecerme con él.
Abandonarse para vivir mil vidas. O simplemente para vivir.
Un vacío en el estómago.
Un escalofrío en la nuca.
El vello de punta.
Los sentidos se agudizan.
El corazón se acelera.
El comienzo de una gota de sudor en la frente.
Ahora, no importa que sea en el trabajo.
Te acaricio, muy muy despacio. Te coloco a horcajadas.
Te abro. Me zambullo.
Sé que es un vicio, pero no puedo dejar de releer el Quijote.
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