viernes, 26 de abril

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Barricada Cultural

 

San Xi Guizi

por María Delgado

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La historia de este santo, martirizado en China en el año 1900, es tan curiosa como trágicamente bella.

Nació en 1882 en Teit-Cho, en la provincia china de Hebei, en el seno de una familia humilde. Sus padres eran paganos, y así transcurrió su infancia, hasta que abrazó el cristianismo por influencia de un vecino converso. La familia se oponía con firmeza a sus nuevas prácticas religiosas, pero el joven se convirtió en un catecúmeno muy aplicado. Estudiaba el catecismo con gran interés, a pesar de su escasa cultura; y estaba deseando ser bautizado.

Cuando comenzó la “Rebelión de los Boxers”, reacción del pueblo chino, descontento con las injerencias extranjeras en la región, se persiguió a todo aquél que practicara cultos occidentales, con lo que el joven obrero Xi Guizi huyó a las montañas, donde se habían establecido aldeas de cristianos, pero no pudo entrar en ellas, por no haber sido aún bautizado.

Su familia, que esperaba hacerle desistir de sus creencias, le envió una carta ordenándole volver a casa, lo que él aceptó por respeto. Pero en el camino fue apresado por una patrulla de boxers, que le preguntaron si era cristiano, a lo que declaró, sin dudar, que lo era. Fue conducido entonces a una pagoda, donde quisieron obligarle a venerar a los que para él eran ídolos vacíos. Se negó en rotundo, diciendo que prefería morir antes que renegar de su fe.

Los boxers lo llevaron atado y a rastras hasta Teit-Cho. Al pasar por delante de su casa intentó arrodillarse para saludar a sus padres, que ni siquiera quisieron asomarse. Tuvo que soportar la indiferencia de los suyos, que no movieron un dedo para salvarle.

Como sabía que iba a ser ejecutado pidió, al acercarse a la iglesia católica, que le dejaran tener unos momentos de oración. Sus captores consintieron.

Por fin llegaron al lugar de la ejecución, donde el joven de sólo dieciocho años, hizo la Señal de la Cruz, y declaró estar listo. Lo descuartizaron y desollaron allí mismo, mientras el agonizante repetía: “Cada pedazo de mi carne, cada gota de mi sangre, dirán que soy cristiano”.

No llegó a ser bautizado en la iglesia, como había esperado, pero fue bautizado con su propia sangre, en el lugar de su ejecución.

Su martirio fue reconocido el 22 de Febrero de 1955, y lo beatificaron en Abril de ese mismo año, con otros 55 mártires de la región.

Ante la gran fama que alcanzó, y los milagros que se obtuvieron gracias a su intervención, fue canonizado el 1 de Octubre del año 2000, por el Papa Juan Pablo II.

Su historia es tan trágica, y tan parecida a la de los primeros santos mártires en el Imperio Romano, que merece ser contada, ¿no creéis?

¡Nos leemos!

 

Foto: infovaticana.com