viernes, 29 de marzo

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Barricada Cultural

 

Entrada triunfal en Toledo

por María Delgado

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Otro 25 de Mayo, pero de 1086, entraba triunfalmente en la ciudad de Toledo, el rey de León y Castilla, Alfonso VI, para tomar posesión de la misma, tras un largo asedio de varios años.

La ciudad se había rendido, exhausta, el día 6 de Mayo, después de arrancar del rey reconquistador las promesas en firme de que se respetarían las vidas y bienes de los habitantes musulmanes, y que se les permitiría seguir utilizando la mezquita mayor de la ciudad.

La toma por los cristianos de la taifa toledana fue un hito importantísimo en la reconquista, que marcó un antes y un después en el statu quo ibérico. Toledo había sido la antigua capital del reino visigodo de Hispania, del cual el rey castellano se consideraba legítimo heredero y descendiente. Además, era la ciudad situada más claramente en el centro geográfico peninsular, lo que podía ser considerado todo un símbolo de grandes avances en el proceso reconquistador.

Quizá a día de hoy resulte éste un acontecimiento lejano y que poco o nada tiene que ver con el día a día; sin embargo, es posible que de no haberse producido, España no existiese como tal, y todavía esta península fuese un conglomerado de taifas y pequeños reinos mal avenidos entre sí. Supongo que los separatistas estarían encantados, pero lo gracioso es que no existirían separatistas si no existiese España. No necesitarían separarse de nadie (¿o sí?), y desde luego, sus pequeños paisecillos serían una mera anécdota folclórica en el mapa europeo.

Regresando al siglo XI, podemos afirmar que el reino de Castilla se volvió mucho más poderoso tras la toma de Toledo, y esto dio pie a mayores esfuerzos reconquistadores, y a que poco a poco cambiasen las tornas en Hispania, pasando a ser más fuertes los cristianos que los invasores musulmanes. Con posterioridad, volvería a haber otro brusco retroceso; al alarmarse los reyezuelos de las taifas que quedaban ante el empuje imparable de los reyes cristianos, solicitaron ayuda a una poderosa secta fundamentalista del islam que gobernaba en parte de lo que hoy es Marruecos, los almorávides. Estos entrarían en Hispania a sangre y fuego, derrotando tanto a cristianos como a los pequeños reyes de taifas, y unificando de nuevo bajo su batuta el territorio conquistado por los musulmanes, lo que provocó a su vez más desplazamientos de cristianos hacia el norte peninsular. Los nuevos habitantes resultaron cruciales para los procesos de repoblación en zonas de frontera que los reyes cristianos estaban promoviendo.

Eran aquellos unos años duros, para guerreros curtidos y personas valerosas, viviendo siempre pendientes de defender sus vidas y sus haciendas, o tal vez de salir huyendo con destino incierto. No se podía dar nada por seguro.

La Reconquista de Hispania podría haber ido más deprisa de no haber fallecido el rey Alfonso VI sin un heredero varón. Le sucedió su única hija legítima, la reina Urraca, tan injustamente tratada por la Historia, y como era mujer y todo el mundo se creía en la obligación de marcarle el camino a seguir, o bien tratar de arrebatarle su herencia, la primera reina de Castilla tuvo que perder su valioso tiempo forjando precarias alianzas y defendiéndose de sus muchos enemigos, de los cuales los más despiadados fueron su esposo, el rey Alfonso el Batallador de Aragón, y su hermana bastarda Teresa, condesa de Portu Cale, germen del actual Portugal.

Pero ésa ya es otra historia, y os la contaré en otra ocasión, con profusión de detalles, tal como nos gusta.

¡Nos leemos!

 

Foto: histepceropatatero.blogspot.com