sábado, 20 de abril

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Barricada Cultural

 

100 barricadas

por Ignacio Gracia

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No sé si os gustan las efemérides, las celebraciones masivas tradicionales o las del tipo “el día de…”. A mí no me suele gustar ninguna, pero muchas veces el motivo merece la pena. Y si cualquier día es válido, el de los números redondos o el marcado en el almanaque también. Sobre todo cuando el reconocimiento implica gratitud, como es mi caso.

Tal es la circunstancia de este texto que os escribo, que si las cuentas no fallan hace el 100 de mis contribuciones a las barricadas. Son casi dos años de columnas semanales sin faltar a la cita (para mi sorpresa) y he de decir que estoy agradecido. Durante este tiempo he podido escribir reflexiones, opiniones, algo de literatura breve y homenajes más que merecidos. Estos surcos negros sobre un campo blanco quizás nos hayan hecho pensar a todos y hacer dudar a algunos si tuve éxito. Puede que esas ideas compartidas germinen en algunos casos en historias de mayor tamaño y de formato más parecido a la novela. Si es así, las habremos visto nacer entre todos. Juan García os lo agradecerá.

Me gusta contar historias reales y en ellas baso la mayor parte de lo que escribo. Creo que si sabemos mirar el matiz y el contexto, si rascamos un poco el barniz podemos encontrar heroicidades cotidianas que hacían nuestros padres y nuestros abuelos. Hechos demasiado fantásticos para que parezcan reales. Increíbles pero ciertos, y con ellos poco más tengo que hacer, sino intentar transcribir aquello que escuché o que me contasteis. El mérito es vuestro porque vuestras son las historias.

Así, he hablado en las barricadas de matemáticos gais que salvaron el mundo, de tebeos colgados con pinzas de la ropa, de milicianas de mono azul, de gente que no dice basta. Del ñu loco que cruza un río infestado de cocodrilos, de gente que espera paciente que un ejército se acerque a la distancia de tres picas. De putas alcantarillas, suciedades y ruidos. De mojitos en Varadero, del increíble viaje del agua y de gente que sangra por ti. De cuando Dios vivió en la Habana. Sobre la Peña ciclista el Prado, de historias de ciclistas y de bicis robadas o con salvoconductos para salvar judíos. De viejos relojes oxidados, de hambre y de vergüenza. De gatos rubios y perros que cuidan a ancianos con Alzheimer. De mujeres de ovarios de granito, de ingenieros y charcos o de polluelos que no abandonan el nido. De banderas o de estudiantes ilusionados de 82 años.

Y he escrito con modestia de las grandes Chavela Vargas y María Dolores Pradera. De John Wayne y de Hemingway; de Alí, de Bartali y de los Hoosiers. De Manolete, de la Pasionaria, de Mortadelo y de Rosalía. Y de John Ford.

Pero si de algo estoy orgulloso es los de los homenajes a algunos de los lectores, que han sido los más leídos dada la humanidad de sus historias. A Mamen, la superhéroe de la máscara de ganchillo, a don Sotero Marín el escritor de Coplillas y biblioteca viviente. A Juanma el pastelero de Poblete o a Pedro el pastor de la Casa de la Torre, ejemplos para catedráticos. A Jerry King el Hoosier y a todas nuestras abuelas. Y al homérico José Luis Vázquez, reencarnación manchego-gallega de John Ford, que me hizo el impagable regalo de conocerlo y de poder escribir con libertad. Un tipo interesante, algún día leeréis su leyenda.

Casi dos años da para que pase mucho, a vosotros y a mí. Épocas difíciles, gente que falta, méritos que se ganan fruto de las canas, alegrías comedidas después de que ya le has dado la vuelta al jamón de la vida y tienes la certeza de que pocas cosas son importantes. Dicen que todos los moribundos de los campos de batalla llaman a su madre, no por casualidad. A vosotros os agradezco vuestro tiempo. Es un orgullo escribir en una sección que lleva en su título dos de los conceptos que más respeto: barricadas y cultura. Perdonadme por los errores que haya podido cometer fruto de inexactitudes, ignorancia o de encabronamientos momentáneos y os pido que me sigáis contando vuestras historias. Para mí merecen la pena.