El poder de la poesía. Una inmersión en sus aguas tan cristalinas a veces, tan turbias otras. Siempre inquietantes. Como los ungüentos que curan, pero que a veces escuecen mientras hacen su trabajo. ¡Besos!
VERSOS DE CIEGO SIN ERATO
Desnudos, aquellos poemas,
rasgaron mi equilibrio de años.
Llegó un otoño amarillo y dulce,
obstinado en llevarme contigo,
para leernos despacio y en tu mar,
nadarnos contra corriente
entre espuma que hiere y sal,
que cura al mismo tiempo.
Caigo desde entonces
en ese abismo de palabras
cada mañana y huyo
de la superficie fría de la vida,
de mármol blanco, cada noche, esperando.
Atenta a los silencios que sangran
por las heridas de emociones
que no me pertenecen.
Lucho ingenuamente, por ser yo la diana.
Dando versos de ciego.
Foto: Teresa Pacheco Iniesta.