jueves, 28 de marzo

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Barricada Cultural

 

Cuatro películas... En las que me engañaron con el tráiler (I)

por Alicia Noci Pérez

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Llegamos con ésta a la serie número veinticuatro, lo cual significa veinticuatro meses, o sea, dos años, compartiendo un ratito de los martes con ustedes. Por ello creo que es un buen momento para agradecerles su atención y su interés durante todo este tiempo. Y también es un buen momento para cerrar aquí este periodo. Pero bueno, todavía nos quedan cuatro semanas, ya hablaremos de eso.

Si empezaba con una serie que pretendía que fuera una presentación de mí misma, aunque desde un punto de vista peculiar (películas que casi me hacen salir del cine...), voy a terminar con un estilo similar, para que sea como el cierre del círculo. Ahora no se trata exactamente de películas que no me gustaron, pero sí que esperaba otra cosa de ellas en virtud del tráiler.

Seguro que a ustedes les ha ocurrido en alguna ocasión que han visto cualquiera de ellos que les ha parecido maravilloso y, cuando han visto el film completo han pensado: “pues han cogido en el tráiler todo lo que merecía la pena de esta película”.

Y es que esto de hacer un tráiler es todo un arte. Algunos son tan buenos que consiguen levantar largometrajes que podrían definirse como auténticos “pestiños” y que, para cuando quieres darte cuenta, ha salido el “Fin” o el “The end” o el “Fine” o cualquier otro vocablo de significado similar y ya la entrada no te la devuelven.

En 2014 se cumplió el primer centenario de este invento, ya que se le atribuye a un productor de Broadway, Nils Granlund. Presentó en 1913 un cortometraje rodado expresamente como reclamo publicitario de la obra de teatro “The pleasure seekers”. Aunque hay quien considera como el primer tráiler el que se hizo en 1912 para la serie producida por Edison “¿Qué pasó con Mary?”, que básicamente consistía en una frase que aparecía al final de cada capítulo del tipo “Ve el episodio de la semana que viene” o “Continuará la semana que viene”. Incluso existe una tercera opción que también sitúa el origen en 1912 y que se refiere a la serie “Las aventuras de Kathlyn” en la que el productor William Selig introdujo al final de cada capítulo un avance del siguiente con una nota de suspense del tipo “¿Escapará de las garras del león? ¡Compruébalo en el próximo episodio!”.

Estos anuncios, como digo, iban al final y eso motivó que recibiera el nombre de tráiler, ya que así se denominaba a una tira negra que se introducía al final de la película para protegerla. Como el público se marchaba de las salas sin prestarle mucha atención, vamos, como ocurre hoy en día con los títulos de crédito, posteriormente se optó por ponerlos delante para que pudiera cumplir el objetivo de publicidad. ¿Pero cómo pasó de ser un mero avance a un negocio?

En 1919 aparece una compañía que se da cuenta del potencial de este invento y, sin encomendarse a nadie y sin permiso de los estudios de cine, comenzó a tomar prestadas imágenes de las películas y a unirlas con un texto y, después, a venderlas a los cines. Y lo curioso es que las productoras entraron por el aro y comenzaron a hacerle encargos. La compañía era National Screen Services (o NSS) y el artífice de su estrategia de éxito, Herman Robbins. Tuvo casi el monopolio de la distribución desde los años 20 a los 70. Su fórmula era imágenes espectaculares, títulos superlativos y voces un tanto engoladas y rimbombantes. Y así fueron hasta los 50.

Continuará...

El tráiler que hoy traigo no usa exactamente los adjetivos superlativos, pero sí que es un despliegue de adjetivos. Se trata de “Gosford Park”, el film de 2001 dirigido por Robert Altman.

Un tráiler hilvanado con una voz bonita, con una presentación inicial de los personajes, lo que parece el fondo final de la trama que vamos a poder desentrañar en la película y las imágenes de los principales actores, porque podemos definirla como una película coral.

¿Y a dónde me llevó? A pensar que era una historia de un asesinato al más puro estilo Agatha Christie. Ambientado en esa época, en una típica mansión en medio del tapiz verde que suele ser el campo inglés, con los “ricos” intentando ocultar sus miserias y sus sirvientes intentando ocultar que las conocen bien. Además, todo el proceso de la investigación se adivinaba muy entretenido, con un detective abismalmente alejado del mítico Hércules Poirot y más cerca de ser una versión británica del inspector Clouseau.

Bueno, pues… no, para nada. El tema de la investigación policial es casi anecdótico y el personaje del detective Thompson, interpretado por Stephen Fry, resulta muy desaprovechado.

Por lo menos sí que hay un asesinato, lo cual no quiero que suene mal, me refiero a que en eso no me engañaron, pero no es para nada el centro argumental, es como la forma de explicar una serie de circunstancias que, en realidad, nos van a poner de manifiesto las relaciones entre señores y criados. Así que, después de todo, resulta que se trata de un film de crítica social, de un drama sobre la hipocresía, la desigualdad social, la falta de respeto de una clase a otra... un “Arriba y abajo” de 137 minutos.

¿Significa eso que se trata de una mala película? No, yo no diría eso. Realmente el fin que busca lo consigue, está bien ambientado, los personajes de clase alta son, en general, repelentes, que supongo que eran así (me gustaría pensar que he empleado bien el tiempo verbal) y los actores realizan un gran trabajo, pero claro, hablamos de Maggie Smith, Kristin Scott Thomas, Helen Mirren, Emily Watson, Michael Gambon Jeremy Northam, Derek Jacobi, Alan Bates, Clive Owen, Stephen Fry...

El problema que tiene es que me engañaron con el tráiler, yo fui a ver una de suspense y me encontré con un drama social, y eso no se hace.

Y la próxima semana... ¿el tráiler será aún más engañoso? ¡No se lo pierdan!