viernes, 19 de abril

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

El reflejo de Alba

 

8 de marzo. ¿Día de la mujer?

Imprimir artículo

Balbuceó algo que ahora no alcanzo a recordar. Imagino que sería alguno de esos apelativos que pronunciados por según qué labios suenan obscenos. Fue tan solo una palabra proferida durante el instante en que nuestros zapatos pisaron la misma línea de baldosines dispuestos en la acera.

Este encuentro estuvo lejos de ser un cruce de direcciones fortuito. Con la distancia que le ofrecían los pasos que separaban aún nuestros andares, aquel hombre pudo vislumbrar mi fisonomía femenina perfilándose sobre el fondo oscuro que pinta la noche. Entonces, él decidió que podía arrollar mi intimidad y yo intuí que lo haría en el preciso momento en que la distancia se lo permitiese.

Cuando nuestros hombros se encontraron en paralelo, giré el cuello y desvíe ligeramente mi caminar para evitar que su aliento calentase mi oreja. Aun así, durante unos segundos pude sentir su presencia demasiado cerca, invadiendo mi espacio.         Yo solo volvía a casa. No pedí ningún acercamiento ni necesitaba que un desconocido me recordase mi capacidad de excitar con unas palabras que no me apetecía escuchar.  Quizás él entendió que tenía derecho a intimidarme porque no alteré mi recorrido para evitar el cruce de nuestros caminos. Quizás él entendió que yo era una alocada irresponsable que caminaba de noche sin compañía que me protegiese. Quizás él no entendió, o sí, que tanto sus planteamientos como sus acciones son el resultado del sistema patriarcal que insufla machismo a nuestra sociedad.

El plan propuesto, los billetes de mi cartera, el ánimo. Hay varios condicionantes que influyen mi decisión sobre si salir o no una noche pero entre ellos nunca esta si alguno de mis amigos podrá acompañarme de vuelta a casa. No, no soy más valiente que otras. Solo estoy cansada de que tener vagina sea la razón principal por la que las mujeres debamos temer por nuestra seguridad.

El viernes me susurraron al oído sin permiso por ser mujer, la misma razón por la que una pareja de lectores de este periódico pretendió humillarme hace unos meses juzgando mi actividad sexual. Este motivo fue también el que provocó que un hombre persiguiera a mi amiga hasta la puerta de su casa, sumiéndola en un estado de tensión que sin duda minó su confianza durante algunas semanas. El hecho de ser mujer provoca que muchas seamos maltratadas y asesinadas por hombres que se ven empoderados por su virilidad frente a lo que ellos consideran el sexo débil.

La violencia estructural contra las mujeres es también muy clara. Sueldos inferiores a los de sus compañeros, dificultad para acceder a puestos directivos en las empresas, desigual reparto de tareas domésticas o mayor porcentaje de mujeres que sacrifican su vida laboral para centrarse en la familia.

Ante lo evidente de la situación, todavía existen personas que ponen en duda esta realidad machista y tratan de ridiculizar a quienes pretendemos cambiarla. En esta dirección, podemos toparnos con personas que ante las campañas virales contra la violencia machista deciden responder ofendidas por la discriminación que sufren los hombres maltratados. A todos estos habría que invitarles a revisar el concepto de machismo y de violencia de género, tan diferente en causas y efectos de otras manifestaciones de violencia que, aunque deban ser condenadas no deben equipararse a aquellas que matan a las mujeres por haber nacido tal.

También encontramos en este círculo a mujeres cuyo referente del feminismo es Cristina Pedroche y sus vestidos de nochevieja. Estas compañeras de género distorsionan el concepto y los objetivos del activismo feminista, copándolo de tópicas y ridículas trivialidades que discurren sobre si llevar las axilas depiladas o los labios pintados te hace menos feminista.

Todo esto provoca que cada 8 de marzo se disfrace de celebración, sin recordar que la Historia decidió marcar este día para conmemorar las primeras acciones de mujeres trabajadoras que murieron por defender sus derechos. Más allá de felicitaciones y festejos frívolos, el Día Internacional de la Mujer debería ser una fecha para recordar que aún hoy seguimos peleando por una igualdad real que no llega.