viernes, 26 de abril

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Opinión

Los tiros en los pies de Pablo e Irene

Por Fermín Gassol Peco

Imprimir noticia

Todos los diarios y demás medios de comunicación, no digamos ya las redes sociales, han mantenido hasta la saciedad como noticia estrella durante esta semana la compra de una residencia por el líder de Podemos.

Independientemente de otros extremos en los que todo el mundo coincide, cual es que cada uno con su dinero hace lo que le da la gana, hay hechos que cuesta trabajo creer y uno de ellos es esa reciente adquisición de Pablo Iglesias e Irene Montero de una residencia por un valor de más de seiscientos mil euros. Y digo que cuesta trabajo creerlo porque tanto a quien esto escribe como a multitud de seguidores pasando por no pocos periodistas y tertulianos que se han partido el pecho promocionando y defendiendo su discurso, ha sorprendido y mucho.

Particularmente siempre consideré a Iglesias como un oportunista político para tiempos de crisis que ofrece como solución social igualar a todos pero por abajo, un político repartidor de pobreza como ha sucedido y sigue sucediendo en otros países, un  populista que ha basado sus discursos en dos ejes, odio político al contrario y narcisismo personal haciéndose pasar como el mesías que necesitaba nuestra democracia llegando al son de las trompetas inmaculadas de Podemos; dicho todo esto que no es poco,  he de decir a renglón seguido de sí creía sinceramente que su pensamiento político, aún fuera de tiempo y lugar, estaba sustentado en una opción, en un verdadero convencimiento y por lo tanto en un estilo de vida coherente con lo proclamado y defendido.

Independientemente también de las reacciones más o menos interesadas que van desde la sorpresa desagradable de unos hasta el festejo y burla de otros, las preguntas que deseo compartir son ¿Porqué se han pegado estos innecesarios tiros en los pies tan contrarios por otra parte a su discurso e intereses políticos? ¿Porqué han caído en aquello que denunciaban con tanta insistencia y virulencia cada vez que habrían la boca? ¿Ha sido un exceso de confianza en la creencia de que a ellos como a los dioses todo les está permitido? ¿Mal de altura? ¿Conversión existencial? ¿Suavización de pensamiento por mor de manejar ya un dinero? Porque esta vivienda, aparte de su elevado valor, inalcanzable económicamente para sus votantes y defendidos, necesita de un mantenimiento a base de un cuerpo de casa considerable.

Por otra parte, las justificaciones que Irene Montero ha venido esgrimiendo no han hecho sino cavar más en la incoherencia de lo que vendían y lo que han comprado, aparte de herir las sensibilidades, repito, de quienes los veían como profetas para la liberación de su estatus social.

Y como última ocurrencia, recurrir a las base para que levanten o bajen el dedo sentenciando. ¿Se imaginan a Cifuentes, un decir, obrando de esta manera? Sinceramente, sigo sin comprender la torpeza cometida por los dirigentes podemitas.