sábado, 27 de abril

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La novia de Superman y algo más

Por José Luis Vázquez

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Foto: Margot Kidder y Christopher Reeve en una escena de la película Superman (1978)

Se impone un breve, pero obligado, agradecido recuerdo a Margot Kidder, el día que me entero de su fallecimiento a la prematura edad de 69 años en su casa de Montana. Para siempre quedará como la novia del Superman, la y el que más hemos querido y disfrutado muchos, el encarnado por el malogrado Christopher Reeve, principalmente en la magnífica adaptación que llevó a cabo el excelente todoterreno Richard Donner en 1978, con Marlon Brando comp padre natural del súper héroe:

No es que acumulara una filmografía especialmente brillante, aunque sí se pueden encontrar en la misma algunos títulos elogiables. Como EL CARNAVAL DE LAS ÁGUILAS, NAVIDADES NEGRAS, LA REENCARNACIÓN DE PETER PROUD, SISTERS (HERMANAS), MAVERICK (un papelito secundario), CRIMEN Y CASTIGO (en versión de Menahem Golan), THE GRAVY TRAIN, TENGO UNA PRIMA EN EL BRONX, TERROR EN AMITYVILLE y hasta tres secuelas más del hombre de la kryptonita (salvo la segunda, las otras dos, concretamente la última, mejor olvidarlas).

Interpretó también bastante cine de saldo: EL PAYASO DE MEDIANOCHE, HALLOWEEN II, TRENCHCOAT, 92 IN THE SHADE…

En los últimos años, en lo que llevamos de siglo XX), había adquirido más relevancia por su participación en series televisivas como SMALLVILLE (de nuevo con Reeve en el que supuso su regreso al mundo que le había otorgado prestigio y popularidad, precisamente hacía de la asistente del doctor que encarnaba éste), THE HAUNTING HOUR (serie infantil por la que recibió un Emmy), BROTHERS & SISTERS o THE L WORD (en estas dos últimas en intervenciones puntuales, episódicas). Tampoco descuidaría el teatro, como prueba LOS MONÓLOGOS DE LA VAGINA.

Al menos demostró ductilidad, perseverancia, encanto y desenvoltura, como la periodista Lois Lane que le otorgara la fama. Y casi no paró de trabajar desde que debutara en 1969 en la gran pantalla con la interesante LOS LOCOS AÑOS DE CHICAGO de su compatriota Norman Jewison.

Eso sí, estuvo condicionada en una larga etapa de su vida por un trastorno bipolar que, en su caso, le llevó a situacones límite en las que se quiso quitar la vida. Se acabaría sobreponiendo después de una larga travesía del desierto. Canadiense de nacimiento, adquiriría la nacionalidad estadounidense para poder votar en contra de la Guerra de Irak.

Siempre la recordaré en aquel vuelo nocturno con el hombre de la capa roja y azul, uno de los momentos mágicos del cine de los 80… y no se olvide que fue una década pródiga en los mismos.

 Descanse en paz.