martes, 23 de abril

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Haciendo las américas

Rutinas de serie

por Lola Romero (Houston)

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Siguen preguntándome si vivir aquí es como lo reflejan en las películas, si la gente hace lo que se ve en las series. Y sigo contestando que sí, que completamente, que hasta nosotros nos estamos americanizando y nuestra rutina ha devenido casi en cliché. Desde bien temprano…

Suena el despertador y consulto las primeras noticias del día (familiares, vía Whatsapp, del mundo, vía Facebook o Twitter). Salto de la cama y abro el grifo de la ducha, mientras oigo a mi marido desperezarse.

Cuando me visto, despierto y jugueteo un rato con el niño, y luego lo visto a él. En la cocina, mi marido casi ha preparado el desayuno: nada demasiado especial, leche o yogur y cereales para todos, aunque nos sentamos tranquilamente en la mesa de la cocina. Podríamos pasar por cualquier familia de una serie americana: por la cocina abierta al salón, por la mesa con los mantelitos de desayuno, por los boles y las cajas de cereales, por los preparativos del almuerzo para llevar al trabajo…

Cuando salimos de casa, muy cerca, un autobús amarillo recoge a unos cuantos chavales para ir al instituto. Y en el camino a la guardería de Jorge veremos al menos cuatro o cinco autobuses más: largos, amarillos y negros, repletos de señales y luces, y como recién sacados de los años 60, por la forma, los faros, el material del que están hechos. ¿Tendrán que ser así por ley? Yo siempre pienso en Forrest Gump…

Dejo a Jorge en la guardería después de haber dicho tres o cuatro veces “Buenos días” y “Que tengas un buen día”, y me dirijo al trabajo mientras escucho en la radio (pública, deformación profesional) cómo está este país. De momento soy fuerte y no paro en el Starbucks a coger café, pero sí veo cada mañana las colas que se forman en estos establecimientos en la parte de “para llevar”, y cuando paro en un semáforo, me fijo en la gente sorbiendo de los vasos blancos y verdes, que apuran su café como si de agua se tratara. Y ello a pesar de los kilos de azúcar que seguro lleva lo que están bebiendo.

Cuando llego al trabajo, es más que probable que en algún lugar de la oficina haya una caja de donuts esperando a ser descubierta. Si es que no está en nuestro departamento, porque mis compañeros son muy dados a aparecer con donuts o tacos, cosa que a veces se agradece cuando a las 11 de la mañana los cereales andan allá por los talones… Y también somos muy de celebrar cumpleaños o la ocasión que se tercie, para lo que no hay problema en decorar y sobre-decorar la oficina, ni falta una tarta sobre la que soplar las velas mientras canta el cumpleaños feliz todo el que quiera.

Comemos a las 12, incluso algunos días a las 11:30 si tenemos comida de departamento, y creo que ya os he contado alguna vez que lo que más se ve dando vueltas en el microondas de la cocina o son las sobras de la noche anterior, o es una bandejita de comida precocinada (casi me traiciona el subconsciente y escribo “prefabricada”). La Coca-Cola y el té frío con limón se pueden contar por litros… Aquí también de momento soy fuerte, y aunque un par de días a la semana sucumbo a salir y comer fuera, los otros tres procuro llevarme ensaladas, guisos o, en general, comida “de verdad”.

Del ambiente de oficina también puedo decir que la gente se levanta poco de su sitio, que no hay “hora del café” y que hacen lo posible por acabar pronto sus tareas e irse a casa. Diría que más a allá de las 5 de la tarde sólo quedan españoles en la oficina…

Recojo a Jorge de la guardería y nos vamos a casa. Le doy la merienda y después de jugar un rato, le pongo la tele (¡ay, la Patrulla Canina!) mientras preparo la cena. Eso sí, aunque cenamos a las 7, nada de “prefabricados” (¡ups, se me coló!).

Otro ratito de tele o juego y el niño a lavarse los dientes y a dormir. Nosotros despedimos el día en el sofá mientras vemos una serie en Netflix.

“Padres forzosos”, “Cosas de casa”, “Modern Family”, “Friends”, “Forrest Gump”, “Toy Story”… Sí, pienso que nuestra vida se parece de verdad a aquellos retazos de hogares y rutinas que nos llegaban y nos llegan a través de la pequeña y la gran pantalla.

Incluso a veces, por la noche cuando cierro los ojos para dormir, me parece que hago un fundido a negro y que perfectamente podrían salir unas letras de crédito desfilando al ritmo de una sintonía…

Starring… Lola Romero.

 

Foto: Mi mesa el día de mi cumpleaños y unos donuts que me “regalaron” mis compañeros.