viernes, 26 de abril

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Estreno en Royal City

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Historia de una pasión ()

Director: Terence Davies

Intérpretes: Cynthia Nixon, Jennifer Ehle, Duncan Duff, Keith Carradine, Jodhi May, Joanna Bacon, Catherine Bailey, Emma Bell, Benjamin Wainwright, Annette Badland, Rose Williams, Noémie Schellens, Miles Richardson, Eric Loren, Stefan Menaul

Sinopsis: La historia de la poeta americana Emily Dickinson, desde su infancia hasta convertirse en la famosa artista que conocemos.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 2 estrellas

Acudí a verla con ciertas reservas, pues su director, el británico Terence Davies, pese a que le supongo una sensibilidad a flor de piel, es de esos que suele poner a prueba mi paciencia en una sala. De hecho, fabrica un cine que, según como me pille, que más bien suele ser con el pie cambiado,  me resulta mortecino, estéticamente adormecedor, exquisita y mortalmente aburrido.

Hace años acepté más o menos dos de sus propuestas (su filmografía es escasa), VOCES DISTANTES y EL LARGO DÍA ACABA, pero porque me debió de pillar en un momento de afloramiento místico. Creo que tendría que volver a revisarlas para pronunciarme de nuevo.

Si recurren a la Wikipedia, podrán leer una definición sobre su obra que ya es como para echarse para atrás, “son notables por sus composiciones simétricas, la estructura sinfónica y el ritmo mesurado”. Debe ser que cuando han ido surgiendo sus trabajos han debido coincidir con alguna de mis etapas más burras en cuanto a receptividad artística.

Lamento no sentirme arrebatado ante tan trascendentales propuestas. Ironías aparte, y aunque no tenga nada que ver en cuanto a intencionalidades temáticas, más bien todo lo contrario, el caso es que el cine de Dreyer, por citar un ejemplo que también se aleja de coordenadas convencionales y que recurre a una manera de contar casi sostenida en el tiempo, que tampoco se caracteriza por su alegría de vivir ni por su ritmo acelerado, sí consigue en cambio sumergirme en sus envolventes y magistrales atmósferas, algo que aquí me es del todo imposible. En fin, supongo que será una manía como cualquier otra.

En HISTORIA DE UNA PASIÓN se ha propuesto capturar el espíritu, la esencia de la gran poetisa estadounidense Emily Dickinson y de una parte florida de lo más granado de su obra. No me llega ninguna de las dos propuestas. Me parece excesivamente hierático, frío como la porcelana, inclusive cursi, relamido por momentos.

Los bostezos se apoderan de mí durante una buena parte del metraje. De acuerdo en que no elegí a lo mejor el día adecuado para ir a verla por motivos diversos, pero no es excusa. Sí reconozco que es muy mona la dirección artística, está muy cuidada la ambientación, los intérpretes ponen caras y voces pausadas con ánimo de decir algo grave, altisonante en tono quedo, esencial, pero a mí me acaba más bien rechinando, más bien me transmiten estreñimiento.

Es bastante plasta, no le acabo de coger esa onda ante la que la mayor parte de mis colegas hispanos y buena parte de los anglos se han rendido incondicionalmente. Ese estilo gélido pero de pasión interna que no me abrasa precisamente, me deja más bien indiferente. Su meticulosidad formal y narrativa me desespera. Qué bien para todos los que se han sentido fascinados contemplándola, ojalá me hubiera sucedido lo mismo. Abandono la sala aliviado, hasta con ganas con ver una de esas “testosterónicas” y demenciales pelis de cachas, afortunadamente no hay ninguna en la cartelera y repito con una buena amiga la maravillosa EL HOGAR DE MISS PEREGRINE PARA NIÑOS PECULIARES. Así me he sentido viendo la criatura susurrada por Davies, como un niño peculiar que no acaba de comprender la importancia de lo que han sabido ver otros.

¿Está mal hecha? No, claro, pero qué más da, no me llega en ningún instante, no me traspasa. Qué verdad más grande esa de que el cine, como casi tantas otras cosas en la vida, es de lo más subjetivo. 

José Luis Vázquez