viernes, 19 de abril

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Estreno en Royal City

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Molly's game ()

Director: Aaron Sorkin

Intérpretes: Jessica Chastain, Idris Elba, Kevin Costner, Michael Cera, Samantha Isler, Chris O'Dowd, Graham Greene, Jeremy Strong, Bill Camp, Brian d'Arcy James, Claire Rankin, J.C. MacKenzie

Sinopsis: Se centra en la vida de Molly Bloom, una esquiadora de talla mundial que llegó a ser millonaria antes de los 21. Tras perderse los Juego Olímpicos, Molly se fue a vivir a Los Ángeles donde incluso trabajó de camarera. Gracias a sus dotes empresariales, la joven acabó ganando millones de dólares con el mundo del póker antes de que el FBI la investigara.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

MOLLY´S GAME, como ya indica su título, tiene en su lustroso acabado final un nombre propio, Molly Bloom, o sea Jessica Chastain. Bueno, en realidad tiene dos, este primero es el más aparente para el espectador, pero en sus costuras, en su creación, tiene otro determinante, Aaron Sorkin.

La primera, californiana, pelirroja, 40 años, 1,63 magníficamente repartidos dicho desde la admiración y el respeto, es una actriz extraordinaria y justamente resplandeciente. Comenzó a esculpir su leyenda y reconocimiento entre 2011/12, con obras y trabajos tan espléndidos como CRIADAS Y SEÑORAS, TAKE SHELTER o LA NOCHE MÁS OSCURA. En estos cinco años vendrían otros a idéntica altura: INTERSTELLAR, MARTE, LA CUMBRE ESCARLATA, la algo más superficial y blandengue LA CASA DE LA ESPERANZA y hace escasamente un año, EL CASO SLOANE, otro hito y personaje que tienen mucho que ver como los que aquí me ocupan. 

En ambos compone a sendas heroínas teñidas de luces y sombras pero alcanzadas por un reconstituyente rayo de buenismo surgido de su interior. Mujeres que actúan de manera irregular e ilegal, que tienen que pelear contra entornos muy poderosos y hostiles, pero que preservan una admirable dignidad. Vuelve a llevar a cabo una actuación tremenda en todos los sentidos.

El segundo, Sorkin (sensacional guionista indistintamente para cine y televisión: Oscar por LA RED SOCIAL, STEVE JOBS, LA GUERRA DE CHARLIE WILSON, MONEYBALL, EL PRESIDENTE Y MISS WADE, ALGUNOS HOMBRES BUENOS, EL ALA OESTE DE LA CASA BLANCA, THE NEWSROOM) le sirve en bandeja parlamentos, monólogos, soliloquios de enorme sagacidad, agudeza, brillantez, febrilidad. Rociados por diálogos que golpean… a sus criaturas y al espectador. En esto, en otros aspectos también, el dramaturgo neoyorquino es un maestro, que en esta ocasión pone al servicio de su más que esperanzador- y elogiosamente discreto en lo técnico- debut como director de gran pantalla, aunque ahora grandes pantallas las podamos encontrar en cualquier lugar, en el rincón de casa sin ir más lejos.

Cierto que tal vez alarga en exceso su historia, la de esa émula de la diosa griega Circe, una hechicera, una maga, en este caso de las timbas de póquer clandestinas, derrotada por una planta llamada como ella, moly; que tal vez quiera abarcar mucho, demasiadas cosas; que en algún ligero momento esté a punto de provocar el tedio, pero todo ello lo doy por bien empleado dado lo obtenido ¿Y qué es ello? Pues una especie de refulgente manta de vicios privados y públicos, de búsqueda de la propia identidad, sacudida por una estera /cámara que aleja finalmente sus máculas y polvillo.

Y es aquí, en este tramo final, cuando asisto a una secuencia que no por “facilona”, freudiana (al fin y al cabo tiene su razón de ser debido a la profesión de uno de los protagonistas) y obvia deja de resultarme emocionante: ese encuentro de padre e hija, en el que un envejecido y casi fugaz Kevin Costner y la propia Chastain consiguen ponerme el nudo en la garganta.

No quisiera olvidarme tampoco de un gran Idris Elba como abogado de ella, ni de la hija de éste, que supone  demostración de que su autor puede también transmitir sensaciones y sentimientos sin necesidad de utilizar la palabra, aunque ésta, cuando es manejada como él suele hacerlo, resulta todo un placer para el oído y el cerebro.

Por último, conviene aclarar que no trata tanto sobre el juego como de los jugadores, del azar sobre lo que determinamos con nuestros actos. Por supuesto, en tiempos clásicos esto se hubiera rodado de otra manera, sin tanto apabulle y alarde probablemente, de manera tan contundente y electrizante sin filigranas como lo hiciera el Norman Jewison de la sensacional EL REY DEL JUEGO con el magnético Steve McQueen.

 

José Luis Vázquez