viernes, 26 de abril
viernes, 26 de abril
Director: Santiago Mitre
Intérpretes: Ricardo Darín, Dolores Fonzi, Érica Rivas, Gerardo Romano, Paulina García, Alfredo Castro, Daniel Giménez Cacho, Elena Anaya, Leonardo Franco, Christian Slater
Sinopsis: En una Cumbre de presidentes latinoamericanos en Chile, en donde se definen las estrategias y alianzas geopolíticas de la región, Hernán Blanco (Ricardo Darín), el presidente argentino, vive un drama político y familiar que le hará enfrentarse a sus propios demonios. Deberá tomar dos decisiones que podrían cambiar el curso de su vida en el orden público y privado: por un lado, una complicada situación emocional con su hija, y por otro, la decisión política más importante de su carrera. (FILMAFFINITY)
LA CORDILLERA es, fundamentalmente, Ricardo Darín, sin por ello desdeñar algunos aspectos referidos al guión y a la dirección. Ha ocurrido algunas veces en la carrera del actor porteño, que su presencia es superior al verdadero valor de sus elecciones (véase TESIS DE UN HOMICIDIO, SÉPTIMO, UN CUENTO CHINO, EL AURA, EL BAILE DE LA VICTORIA, KÓBLIC o NIEVE NEGRA). Y conste que esto lo digo de un actor que acumula extraordinarias películas en su filmografía, desde NUEVE REINAS a TRUMAN, pasando por EL HIJO DE LA NOVIA, EL MISMO AMOR LA MISMA LLUVIA, EL SECRETO DE SUS OJOS, ELEFANTE BLANCO, KAMCHATKA, UNA PISTOLA EN CADA MANO o RELATOS SALVAJES.
Dejado claro esto, sí he de precisar que LA CORDILLERA tiene suficientes puntos de interés, algunos sugeridos, como para poder verla aparte del disfrute que constituye seguir en todo momento a su protagonista, un individuo que juega con una ambigüedad calculada y adornado por las esquinadas conductas que provoca el poder.
No menos claro tengo que su frialdad expresiva me contagia en algunos instantes, incluso asoman algunos atisbos de aburrimiento.
Constituye, eso sí, un trabajo correcto, sin mayores alharacas del cineasta Santiago Mitre que tampoco, vuelvo a esa reiterada claridad, cuenta nada que sorprenda especialmente. Lo que sí me parece valorable es cierto misterioso e inquietante pulso narrativo, cierta turbiedad ambiental.
El hecho de que esté ambientada en un aislado e imponte hotel de los Andes chilenos -grandiosas tomas- contribuye a conferirle ese atractivo estilo visual que gasta.
Darín aparte, me parece relevante la cohorte de colegas argentinos que le acompañan (siempre suelen ser un valor prácticamente seguro), en especial quiero destacar a Dolores Fonzi en el dramático papel de esa sufriente hija necesitada de hipnosis para combatir episodios y un profundo dolor de su reciente pasado.
Lástima que pese a esa apreciable profesionalidad, las subtramas de esos individuos que rodean al presidente bien se queden a medio camino o no acaben de apurar sus posibilidades.
Y aunque la intriga de alta política (una cumbre sudamericana que tiene que dirimir futuras alianzas estratégicas a propósito de petróleo e injerencias estadounidenses) propuesta no creo que coja a nadie desprevenido (ya ni les cuento a quien haya visto las magníficas HOUSE OF CARDS o BORGEN), no deja de tener su interés.
Se deglute más o menos y al poco tiempo comienzo a olvidarla con la única excepción de Darín, siempre Darín.
José Luis Vázquez
