jueves, 18 de abril

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Estreno en Royal City

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Una historia del Bronx ()

Director: Robert De Niro

Intérpretes: Robert De Niro, Chazz Palminteri, Lillo Brancato, Francis Capra, Taral Hicks, Katherine Narducci, Joe Pesci, Clem Caserta

Sinopsis: Años 60. El gángster Sonny (Chazz Palminteri) es el rey del barrio del Bronx, donde vive el pequeño Calogero. Un tiroteo, presenciado por el niño, es el punto de partida de una duradera relación entre el gángster y el pequeño. Lorenzo Anello (De Niro), padre del chico y un honrado conductor de autobuses, desaprueba esta relación. A pesar de ello, el muchacho crece bajo la protección de los dos hombres, dividido entre su honradez natural y su fascinación por Sonny. Sin embargo, llegará un momento en el que Calogero (Lillo Brancato) no tendrá más remedio que tomar una decisión sobre el camino que debe seguir. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Nada tiene que envidiar la que supuso la opera prima como director de Robert De Niro a las cinco obras maestras que Martin Scorsese ha dedicado a la mafia estadounidense, neoyorquina preferentemente: MALAS CALLES, UNO DE LOS NUESTROS, CASINO (Las Vegas es su epicentro), INFILTRADOS (transcurre en Boston) y GANGS OF NEW YORK.

Hago la comparativa porque también esta va sobre idéntico asunto, aunque trate igualmente otras importantísimas cuestiones tangenciales, que abarcan desde las relaciones paterno-filiales al racismo. Hasta el punto de que si no fuera por haber sido utilizado en una de ellas, podría también perfectamente haber llevado el título de UNO DE LOS NUESTROS.

Viene a colación porque el joven protagonista, Calogero, contemplado en dos fundamentales momentos de su crecimiento, de su maduración, a los 9 y a los 17 años, siente inmediata fascinación por el oropel y la posición de poder de la pandilla de gángsters de su barrio, el Bronx del enunciado, cuya cabeza visible, Sonny, tendrá una decisiva influencia en su formación.

Precisamente uno de los puntos fuertes de esta maravillosa película es el contraste de autoridades educacionales en el aprendizaje del joven, sorprendentemente complementarias desde la diversidad.

El primero está encarnado por Chazz Palminteri, alguien fundamental en la concepción de esta empresa. En primer lugar por estar inspirada en una obra autobiográfica suya, en un monólogo para ser más exacto. Su nombre real es un compuesto de los personajes de padre e hijo, Calogero Lorenzo Palminteri. También porque el aquí cineasta le solicitó/encomendó una participación total en la producción: montaje, casting, mezcla de sonido y búsqueda de exteriores.

En este último apartado hay que señalar que, finalmente, la mayoría de las localizaciones se concentrarían en Astoria y Queens, debido a que todavía quedaban en pie por allí muchos lugares y edificios característicos de los años 50 por los que discurre la acción.

Una acción y un drama que se encuentran formidablemente cobijados por una banda sonora sencillamente impresionante, en la que pueden escuchar jazz y rock en abundancia. E intérpretes que van desde los felizmente inevitables Frank Sinatra (qué inmejorablemente bien suena en su voz ese THAT´S LIFE, aparte está incluido otro tema suyo) o Dean Martin hasta Jimi Hendrix o Miles Davis, pasando por The Beatles, Wilson Pickett, Otis Redding o grupos tan emblemáticos de toda una época como The Cleftones, The Kinks, The Belmonts, The Rascals, The Moody Blues o The Four Tops. Y se quedan en el tintero digital bastantes más.

Al final todo en aras a contar un sentido, tierno, emotivo, vibrante canto ensalzador de la honestidad, la paternidad (lo que le dice Lorenzo a su hijo acerca de la verdadera heroicidad de levantarse a las tantas de la mañana para ofrecerle una buena vida, no tiene desperdicio), la búsqueda de la propia identidad.

De Niro tuvo que renunciar al papel de John Malkovich, que le valdría una nominación al Oscar aquél 1993 en la estupenda EN LA LÍNEA DE FUEGO (con Clint Eastwoood) por preparar este proyecto para él tan querido y especial. Ese mismo años sería reconocido en el Festival de Venecia por su brillante trayectoria profesional. También fue el mismo en el que falleció su progenitor, a quien va dedicada esta obra.

Tanto en su doble faceta actoral y tras las cámaras llevó a cabo un soberbio trabajo. Se puede comprobar lo inmarchitable que continúa veinticinco años después. Sus dos horas pasan como un verdadero suspiro, tal es el ameno, dinámico, envolvente y ritmo imprimido. Su utilización de una evocadora voz en off me parece un acierto pleno.

Y una escena para el recuerdo, igual no trascendente, hasta fútil si quieren, pero preciosa y reveladora: la de la prueba de la puerta, tanto en su teórica como en su resolución. Al respecto, guapísima y de lo más estilosa la afroamericana Taral Hicks, una profesional más conocida en su calidad de cantante que de actriz.

En este apartado no puedo olvidarme tampoco de Katherine Narducci como la esposa de Lorenzo. Y por cierto, los dos chavales que encarnan a Calogero en la infancia  y en la adolescencia, Francis Capra y Lilo Brancatto (que comenzó a usar drogas durante el rodaje pese a las recomendaciones en contra de De Niro y Palminteri), son de origen latino en vez de italiano, dominicano y colombiano respectivamente.

De lo mejorcito surgido en la también fértil década de los 90. Imprescindible.

José Luis Vázquez